zaragoza
Actualizado:"Al haber más gente trabajando, casi 800.000 más que hace un año, hay más capacidad de compra y las empresas, que no han aumentado tanto en número, ven crecer sus ventas. Eso explica en buena medida el crecimiento de las ganancias empresariales", explica el economista Eduardo Garzón tras conocerse este martes los datos del PIB de 2023, publicados por el INE (Instituto Nacional de Estadística).
Estos reflejan un crecimiento global de dos puntos y medio en el que el consumo privado, el de los hogares, actúa como tractor principal al cubrir un 54,5% de la demanda impulsado, precisamente, por el incremento de la masa salarial del país.
Esta registró un avance de 56.167 millones de euros que se sitúa como el mayor de la serie estadística y al que no resultan ajenas las modificaciones del marco laboral y los avances en el SMI (Salario Mínimo Profesional).
Esa mejora de los salarios, es decir, del dinero disponible para gastar, que por primera vez se acerca a los 700.000 millones, una cifra que prácticamente equivale a la mitad del PIB, se tradujo en un aumento de 45.419 millones de euros en el consumo de los hogares, que resulta ser el principal componente de la demanda en España, y que, junto con otros factores, resultó clave para que el excedente bruto de explotación, el indicador que mide las ganancias brutas de las empresas, registrara un avance de 47.453.
Para hacerse una idea de las magnitudes, el aumento de la masa salarial vendría a equivaler a la suma del valor de la actividad económica que se desarrolla en Navarra y Murcia en un año, mientras que los del consumo de los hogares y las ganancias empresariales vendrían a ser cada uno de ellos cómo el de la desplegada en Castilla-La Mancha.
El términos comparativos, los datos del PIB, que alcanza los 1,46 billones (con b) de euros y ya le saca más de diecisiete puntos al previo a la pandemia, sitúan a España como uno de los motores económicos de la UE con un avance del 2,5% frente al retroceso de Alemania (-0,1%) y el menor dinamismo de Italia (+0,7%) y Francia (+0,9%%), según los datos de CaixaBank Research.
"El dato del PIB de 2023 no es malo. Lo que deja más dudas es la composición de ese crecimiento, con un peso muy elevado del consumo de las administraciones, que crece un 3,8% y con una inversión en bienes de equipo que pierde peso, mientras el sector exterior tiene una aportación positiva, especialmente en la exportación de servicios, y el consumo crece de forma moderada", señala María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, el centro de análisis de las antiguas cajas de ahorro.
"La composición del PIB de la eurozona es distinta, más equilibrada" y homogénea, destaca la economista, que llama la atención sobre la existencia de un inquietante desajuste si se tienen las vísperas de la pandemia como referencia temporal: "El consumo de las administraciones es lo que más ha crecido, con un 11% desde 2019, mientras que el peso de la inversión se encuentra por debajo del nivel previo a la pandemia y el del consumo es similar".
En cualquier caso, anota, "una parte del crecimiento ha venido por el excedente bruto de explotación y otra de los salarios", a lo que se añade otro factor en el que algo tiene que ver la presión financiera a la que el BCE (Banco Central Europeo) ha decidido someter al tejido productivo y a los consumidores a base de subir los tipos de interés.
"La tasa de ahorro ha aumentado. Los consumidores tenían mayor capacidad de consumo de la que han utilizado", apunta Fernández, quien añade que estos "han ahorrado en parte para pagar deuda"; es decir, para atender el encarecimiento de las cuotas hipotecarias y devolver créditos de consumo y otros préstamos.
Los matices del crecimiento de la masa salarial
Ese aumento de la masa salarial, no obstante, tiene matices. "Los trabajadores ganan más salario en su conjunto, pero a quien le ha subido menos que la inflación se ha empobrecido en términos reales", anota Eduardo Garzón.
Y eso, según los datos del Ministerio de Trabajo, es lo que le ha ocurrido a la mayor parte de los trabajadores: con el IPC interanual de diciembre en el 3,1% y la inflación media en el 3,6% y una plantilla de 14,4 millones de trabajadores por cuenta ajena en el sector privado, tres millones de ellos no tuvieron revisión de convenio y las subidas de otros 6,2 no llegaron al 3%, nivel que sí superaron otros 4,76, menos de la tercera parte del total.
"El PIB recoge valores brutos, con la suma de todos los salarios y todos los beneficios. En un contexto en el que se ha creado casi un millón de puestos de trabajo en un año, los salarios se disparan, pero no tanto porque cada uno de ellos esté cobrando más como porque hay mucha más gente trabajando", explica Garzón.
Las explicaciones del propio INE apuntan en la misma dirección cuando indican que "en cuanto a las rentas, la remuneración de los asalariados creció un 8,5% en tasa interanual, con aumentos del 3,9% del número de asalariados y del 4,4% de la remuneración media" por trabajador.
Aumenta la productividad por hora trabajada
Por otro lado, los resultados del PIB de 2023 incluyen un dato, si no paradójico, cuando menos curioso: la productividad por hora trabajada crece medio punto, y el volumen de horas trabajadas lo hace un 1,9%, mientras que la productividad por empleado cae ligeramente.
Paralelamente, "el excedente [bruto de explotación] creció un 8,5%", aunque en este caso con un incremento notablemente menor de número de actores que la masa salarial: 100.000 altas y 22.000 bajas de sociedades mercantiles de enero a noviembre sobre un parque de 3,2 millones.
Las ganancias brutas de las empresas siguen sin recuperar el peso dentro del PIB que presentaban antes de la pandemia, ya que alcanzaban un 42,3% al cierre de 2023 cuando cuatro años antes se situaban en el 43,2%, mientras que los salarios sí han superado aquella cota al pasar del 46,6% al 47,8% en ese mismo cuatrienio.
"Se está produciendo el ajuste, se acercan al peso de 2019 pero aún no ha llegado", anota Fernández, que recuerda cómo en 2020 el grueso de la caída de la actividad, que alcanzó un -11%, lo soportó el excedente de explotación, que se redujo quince puntos, mientras el retroceso de los salarios se quedaba en un 3,4%.
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