José Bautista (@joseantonio_bg)
"Los invisibles lo serán menos (...) vence el estado, más fuerte que la criminalidad". La ministra de Agricultura italiana, Teresa Bellanova, no pudo contener la emoción al anunciar la regularización de más de medio millón de personas indocumentadas. Se trata de una medida histórica para Italia, que hasta hace poco flirteaba con aprobar normas muy agresivas contra los migrantes. Con esta decisión, el Gobierno italiano sigue la senda abierta por el de Portugal y deja el listón alto a España, que, al igual que Italia, es uno de los países más afectados por el coronavirus, mantiene a más de medio millón de personas sin papeles (desprotegidas y sin derechos básicos) y tiene una historia profundamente marcada por la emigración.
Una imagen histórica. La ministra de Agricultura italiana se emociona al anunciar la regularización de miles de personas migrantes. "Los invisibles lo serán menos (...) Vence el estado, más fuerte que la criminalidad"pic.twitter.com/UHv3B3c4Bi
— porCausa (@porCausaorg) May 14, 2020
Hay muchas razones detrás de esa decisión. Reconocer los derechos fundamentales de los migrantes en situación irregular pone en jaque la clandestinidad forzada en que viven estas personas, una baza que aprovechan grupos criminales y empresarios explotadores, y que además priva al Estado de recursos (impuestos) que harán mucha falta para reconstruir los daños causados por el Covid-19. La regularización también tiene razones de salud, ya que la exclusión sanitaria es un sinsentido que pone en riesgo sus vidas y las del conjunto de la sociedad. Ha hecho falta una pandemia para que Italia y otros países entiendan que sin los migrantes la economía se va a pique, ya que son sus manos las que siembran, cosechan, cuidan, protegen y alimentan a millones de familias dentro y fuera del país. Giuseppe Conte, primer ministro italiano, reconoció alto y claro que los italianos "necesitan" a los migrantes. Cuidar al que nos cuida (ver gráfico).
Hay una razón más, de índole personal, y está pasando desapercibida. Teresa Bellanova solo pudo estudiar ocho años, tiempo de escolarización obligatoria en Italia cuando la ministra aún era niña. Venía de una familia humilde de la Puglia (sur de Italia, el 'tacón' de la bota), y tuvo que dejar las aulas muy temprano. Con 14 años ya se dejaba las manos de sol a sol como jornalera en la vendimia, la aceituna y la almendra. Allí vio la precariedad extrema que padecen los migrantes a merced de empresarios explotadores, mafiosos y otros carroñeros. La falta de papeles obligaba y sigue obligando a miles de personas a vivir con miedo y trabajar en negro, sin derechos ni posibilidad de denunciar a quienes les agreden por temor a ser repatriados.
Bellanova escuchó a sus compañeros y vecinos migrantes. Vio de cerca el agujero negro que genera la irregularidad. Todas esas injusticias marcaron su forma de pensar y actuar. La regularización aprobada por el Gobierno italiano no es la solución definitiva a esa injusticia, pero es un paso histórico.
Bellanova aguantó firme las embestidas despiadadas de adversarios políticos, tertulianos y periodistas. Los mismos que alimentan la xenofobia hacia los migrantes, en concreto hacia los que son pobres, la atacaron por haber llegado tan lejos siendo mujer, sin estudios, de familia humilde. Conoce el peso del odio y sabe que lo que vendrá no será fácil, pero está armada con empatía, amor y memoria suficientes para seguir luchando. Este miércoles los italianos escucharon la noticia en directo y en boca de Bellanova. Las lágrimas de la ministra estuvieron precedidas por una frase que milles de migrantes, italianos y personas de todo el mundo recordarán en el futuro: "Para mí, para mi historia, es un punto fundamental (...) con la decisión de este gobierno, los invisibles serán menos invisibles".
*Actualización (17h57): Coincidiendo con la publicación de este artículo, Bellanova publicaba en su cuenta de Facebook este mensaje:
"Es verdad. Lloré. Luché, luché, y al final lloré. Asociaron mis lágrimas con otras lágrimas. Les han dado un género, el femenino. Pero, sin embargo, yo tuve la fuerza para llorar, sí, la fuerza, porque luché por algo en lo que creía desde el principio, porque cerré el círculo de una vida que no solo es mía, sino de muchas mujeres y hombres, que como yo, trabajaban en el campo".
Comentarios
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