El reloj marcaba las cinco y media de la tarde y un montón de paraguas oscuros se arremolinaban a las puertas del consistorio vallisoletano. Allí, desafiando al día gris, una mujer de unos cincuenta años sostenía una foto en blanco y negro de la actriz Sigourney Weaver a la espera de que se la rubricase la ganadora del tercer premio internacional que ha otorgado la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas en toda la historia de los Premios Goya: «Weaver. Sí, la teniente Ripley. ¿No ha visto Alien? Es la ‘prota’ de Gorilas en la niebla«, respondía pacientemente a una octogenaria que había decidido asomarse a ver lo que se cocía en la Plaza Mayor. «No sé, hija. Es que es un apellido muy raro. A mí la que me ha gustado de toda la vida es Concha Velasco», le respondió sin mucho entusiasmo con un reconocimiento a su paisana que justamente recibirá un homenaje en la gala de mañana.
Weaver descendió por la escalinata blanca entre una nube de agentes de la Policía Local y les dedicó una sonrisa breve antes de subirse a una furgoneta negra. Pocos minutos antes, dentro del cabildo, había firmado el Libro de Honor de la ciudad y se presentó ante los medios junto a uno de sus mayores admiradores: el propio presidente de la Academia de cine española, Fernando Méndez-Leite. «Ella es una de las mejores actrices de toda la historia, cuyas películas han llegado a todas partes. Es un momento culminante en la historia de la Academia de cine contar con ella y, además, en el plano personal estoy emocionadísimo. Puede que la gente no lo sepa, pero le he dedicado un libro», dijo entusiasmado. Se refería a Fracaso sentimental en la calle 50, su primera novela, construida a partir de recuerdos autobiográficos ficcionados sobre cine, memoria, literatura y romances.
Sigourney Weaver recogerá el #Goya2024 Internacional mañana por la noche en Valladolid. Esto es lo que nos ha contado en el @AyuntamientoVLL, donde ha atendido a la prensa. pic.twitter.com/xBWdMzHBOr
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Desde luego, la carrera de esta actriz y productora, tres veces candidata a los Oscar, es una demostración constante de amor por el séptimo arte. «Cuando estudiaba, yo era como el personaje de Oscar Martínez [en Competencia oficial], uno de esos niños a los que les decían que no tenían talento. Sin embargo, no me rendí y aquí estoy, implicada en multitud de proyectos», confesó ante la atenta mirada de su marido, Jim Simpson, que la escuchaba orgulloso desde la primera fila. «Este mismo lunes, muy temprano, dejo España y comienzo el rodaje de la tercera entrega de Avatar. No me podré quedar todo lo que me gustaría», avanzó al ser preguntada por la prensa local por si, tal y como han hecho los presentadores de la gala, Ana Belén, Javier Calvo y Javier Ambrossi, ha disfrutado de un buen lechazo en La Parrilla de San Lorenzo. «Estoy bastante ajetreada, pero me gustaría poder regresar en el futuro», añadió.
El sueño español de una actriz de Hollywood
No es la primera vez que la protagonista de películas como Copycat y Armas de mujer visita nuestro país. La relación entre España y la actriz se remonta al año 1992, cuando interpretó a Isabel la Católica en 1492: la conquista del paraíso, de la mano de Ridley Scott. No sabemos si tuvo la ocasión de echar una moneda al pozo, pero dos décadas después regresó para grabar en Madrid una de las escenas de persecución al volante en The Cold Light of Day, junto a Bruce Willis y Henry Cavill. Ese mismo año estuvo bajo las órdenes del director español Rodrigo Cortés en el thriller Luces rojas y en 2016 tuvo un papel en la película Un monstruo viene a verme del cineasta que este año está nominado por La sociedad de la nieve, Juan Antonio Bayona. Ella lo llama simplemente «Jota» y asegura que uno de los acicates de la ceremonia de mañana es que podrá reunirse con él y su amiga Penélope Cruz.
Con ellos viajó hasta San Sebastián para la promoción de la película y allí recibió el Premio Donostia cinco años más tarde. Era la primera vez que el cine español le hacía un hueco en su gran familia y no desaprovechó la oportunidad. «Le he mandado un mail a Pedro Almodóvar. Me encantaría trabajar con él, pero en sus películas no hay actrices que hablen inglés, así que podría interpretar a una persona muda o a alguien que esté aprendiendo español. Es un hombre estupendo. ¿Puedes avisarme, por favor, si necesita a una actriz estadounidense?», preguntó al reportero de EFE en aquel momento. Ese sueño aún no se ha cumplido, pero Weaver se siente un poco más cerca: «Parece que ahora está interesado en rodar en inglés, así que puede que tenga una posibilidad», dijo a la prensa en la recepción en el ayuntamiento de Valladolid y se marcó un objetivo ineludible: «Mañana hablaré con él».
Sigourney Weaver ya está en Valladolid. Rueda de prensa en @AyuntamientoVLL pic.twitter.com/COGsIlQdLM
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La independencia de nuestro cine frente a las superproducciones
Para la actriz neoyorquina, las películas del director manchengo han sido una gran inspiración para todo el mundo. «Narran historias complejas y a la vez entretenidas sobre mujeres de toda clase, edad y condición», resumió. Además, quiso ampliar el foco sobre nuestra industria y destacó algunos proyectos que están nominados a esta 38 edición de los Premios Goya que aún están en su lista de pendientes como 20.000 especies de abejas o Creatura. «El público tiene apetito de historias distintas, como esas. En Hollywood también ha habido un cambio, ya la mirada no está puesta exclusivamente en un público masculino joven como hace una década», explicó.
Sin embargo, mientras que miles de actrices luchan por hacer realidad su sueño americano, Weaver pone en valor el poder de nuestro cine. «Los equipos son pequeños, pero muy comprometidos. Aquí descubres que todo el mundo se ha leído el guion previamente y conoce la historia, hasta el último técnico, y eso aporta una energía muy especial a cada proyecto», encomió. «Las historias del cine español son menos convencionales, más independientes y abordan una gran amplitud de temas. No están dominadas por el dinero o por las franquicias, como sucede en Hollywood, y eso está dejando una impresión muy profunda en el público de Estados Unidos», subrayó.
Weaver ha perseguido a lo largo de su carrera historias que perduren y marquen la diferencia. «No me importa si son papeles pequeños, nunca me he considerado una actriz esnob o intelectual», quiso aclarar en la rueda de prensa. A cambio, no está dispuesta a aceptar ningún cliché. De hecho, lleva muchos años reivindicando la importancia de las mujeres en el cine y la necesidad de que se les dé visibilidad en roles fuera de las derivas patriarcales.
Sigourney Weaver impresionada con la belleza de nuestra plaza Mayor y el recibimiento de los vallisoletanos 😍
La actriz norteamericana recogerá mañana en nuestra ciudad el Premio Goya Internacional 2024
¿Por cuál de sus emblemáticos papeles la recuerdas más tú? 🫶🏻 pic.twitter.com/UtwWHtz64p
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Las voces que rompen la espiral del silencio
«Mis personajes casi siempre han sido fuertes. Son mujeres que tienen momentos de debilidad pero que no se sientan a una silla a esperar a que el hombre tome el control», dijo ya en su primera visita a Donosti. Entonces se mostraba triunfalista: «Es un excelente momento para nosotras. En el cine y en la vida real. Somos el pegamento que une este mundo. Vamos a tener una presidenta, ya era hora», exclamó en referencia a la posible victoria de Hillary Clinton en EEUU.
Aquello, finalmente, no se dio. Ocho años después, el mundo ha avanzado. Hemos vivido una revolución internacional que han encabezado las mujeres de la industria audiovisual contra la violencia sexual, pero los abusos y las agresiones machistas todavía son ese rayo que no cesa. Weaver descubrió ayer que hace dos semanas una publicación de El País marcó los Premios Feroz. La pieza de investigación recogía los testimonios de tres mujeres que acusaban al cineasta Carlos Vermut de prácticas violentas no consentidas. «El Me Too no podía cambiar las cosas de la noche a la mañana, pero propició un proceso que está llegando a todos los campos y eso ha generado una diferencia, ha tenido un impacto importante para el empoderamiento de las mujeres, remarcando la importancia de decir basta, de comunicar nuestros sentimientos y aclarar que hay cosas que no hay que dar por sentadas», manifestó justo después de extender su solidaridad a las denunciantes. «Cada vez que una mujer, en este y otros sectores, alza la voz contra los abusos, el resto tenemos que estar agradecidas, porque eso contribuye a que todas nos sintamos más seguras», remachó.
En los últimos días, un sector de la industria ha insistido en la necesidad de desvincular la violencia sexual del séptimo arte e incluso el director Pablo Berger, nominado a los Goya y los Oscar con la película de animación Robot dreams, ha instado a que se extienda el horizonte: «Los abusos de poder no solo pasan en el cine». El avispero está agitado, pero Weaver cree firmemente en la importancia de que el cine tenga una dimensión política y no duda en pronunciarse sobre otras cuestiones de peso, como la legislación sobre el aborto en Estados Unidos: «El reciente dictamen del Supremo contra la protección a las mujeres que abortan ha generado una situación muy desagradable y ha espoleado la lucha de las mujeres por su independencia ante algo claramente inaceptable, cuando están sus vidas en juego», expuso en la víspera de la entrega de premios. «Ha supuesto un momento crítico en la defensa de mejores condiciones para proteger los derechos de las mujeres en el ámbito de la maternidad y el cuidado de los hijos», agregó. En ese sentido, Weaver ha manifestado en más de una ocasión que admira los avances sociales que hemos conquistado en España: «Vuestra ley del aborto demuestra que incluso en un país tradicionalmente católico, su gente respeta los puntos de vista de los demás y las urgencias médicas reproductivas. Sois motivo de esperanza», relató durante la promoción de Todas somos Jane, una comedia dramática sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo que estrenó el pasado mes de agosto.
Ahora llegan nuevos proyectos para la actriz estadounidense. Entre ellos, una comedia negra titulada Dust Bunny y dirigida por Bryan Fuller; también tiene en cartera una historia de amor y aventura a cargo de Scott Derrickson que se llamará The Gorge. «La historia. Eso es lo que me mueve. Busco algo que perdure en el tiempo. No me interesa tanto el personaje como la narrativa. Siempre pienso en lo que me apetecería ver como público y me gusta probar un poco de todo: ciencia ficción, comedia, drama… Mientras pueda mantener esa combinación, lo seguiré haciendo», promete.