Sankara, el 'Che africano' que impulsó la emancipación de la mujer y denunció la "esclavitud" de la deuda externa
En apenas cuatro años de gobierno, el joven capitán transformó Burkina Faso a nivel político, social y económico. Cuatro décadas después, su ejemplo sigue resonando con fuerza entre la juventud africana.

Álvaro Pinto
Madrid-
“No se puede llevar a cabo un cambio fundamental sin una cierta dosis de locura. En este caso, proviene del inconformismo, del coraje de dar la espalda a las viejas fórmulas, del coraje de inventar el futuro. Además, fueron necesarios los locos de ayer para que pudiéramos actuar con extrema claridad hoy. Yo quiero ser uno de esos locos”. Thomas Sankara, presidente de Burkina Faso - antes Alto Volta - entre 1983 y 1987, resumía con estas palabras la apuesta radical que lo empujó a transformar un rincón del Sahel en un proyecto de emancipación que fascinó al mundo.
Durante sus cuatro años de breve mandato, Sankara llevó a cabo una profunda transformación social, económica y política en el país: abogó por la emancipación de la mujer -incluyendo la prohibición de la mutilación genital, los matrimonios forzados y la poligamia-, denunció el carácter neocolonialista e imperial de la deuda, impuso una estricta política de austeridad e implementó un ambicioso proyecto contra la deforestación. Este mes se cumplen 42 años de su ascenso al poder.
Un religioso comprometido con el prójimo
De familia católica y con un padre veterano de la Segunda Guerra Mundial, Sankara vio a los diez años, en el ejemplo de la Revolución Cubana, que el tamaño no era un obstáculo en la lucha por la libertad. Yako, su lugar de nacimiento, formaba parte de un territorio sometido durante décadas a la colonización francesa. Desde niño, se enfrentó a la dura realidad de vivir en un país, Alto Volta, que, aún habiendo logrado la independencia en 1960, permanecía dominado por los intereses económicos e ideológicos que se remontaban a la época colonial.
Sankara siguió la tradición de su padre e inició su formación militar en Madagascar, donde descubrió que la explotación y el sufrimiento eran una constante a lo largo de todo el continente. Como soldado, se interesó por las ideas socialistas y las últimas contribuciones de los pensadores africanos. El ejemplo de líderes anti imperialistas como Fidel Castro y el Che Guevara, así como la inspiración de Amílcar Cabral, le impulsaron a cuestionar los mecanismos de dominación que sostenían el orden poscolonial en Alto Volta, donde el poder económico se concentraba en manos de unas élites locales aliadas con el capital francés, mientras la mayoría campesina subsistía en condiciones precarias.
Como recoge Amber Murrey en A Certain Amount of Madness, en la década de los 70, los movimientos populares, encabezados por estudiantes y sindicatos, irrumpieron con fuerza en la vida política de Alto Volta, encontrándose con la resistencia de algunos sectores del Ejército. La ausencia de una estrategia que uniera a campesinos y obreros hizo que diversos grupos militares se autoproclamaran los “salvadores” del país, con el beneplácito de las potencias occidentales. Los choques entre sindicatos y grupos militares llevaron, sin embargo, a la radicalización de una parte del Ejército en la que se ubicó Sankara, nombrado secretario de Estado para la Información del gobierno militar de Saye Zerbo en septiembre de 1981. El joven revolucionario se mostró, no obstante, muy crítico con la represión ejercida por el presidente, actitud que lo llevó a pasar seis meses en la cárcel.
En enero de 1983, una insurrección militar liderada por Jean-Baptiste Ouédraogo desplazó a Zerbo del poder y Sankara fue nombrado nombrado primer ministro de Alto Volta. Tras un breve mandato de cuatro meses, el burkinés fue puesto bajo arresto domiciliario. La detención de otros políticos burkineses provocó un levantamiento popular que allanó el camino para la llegada de Sankara a la presidencia. En agosto de 1983, un golpe de Estado permitió que el joven capitán de 33 años y sus compañeros tomaran las riendas del país.
Los ejes de su Gobierno
Sankara se propuso acabar con la tradición de gobiernos militares que “no servían al pueblo” apostando por la austeridad. En esta tarea, vendió la flota de coches oficiales Mercedes Benz sustituyéndolos por Renault 5, bajó el sueldo a los altos cargos, prohibió el uso de chófer, y exhibió con orgullo el traje tradicional burkinés. Además, llevó a cabo un ambicioso programa de redistribución de la tierra, redujo los privilegios de los jefes tribales y defendió la necesidad de reducir la dependencia con el exterior y apostar por la autosuficiencia. “Sankara era modesto en su forma de vestir, su estilo de vida y sus expectativas, lo que no sentaba bien a algunos de sus compañeros más cercanos, que tenían aspiraciones y gustos occidentales pequeñoburgueses”, señala Ama Biney, doctora por la School of Oriental and African Studies.
Sankara consideraba que depender de la ayuda exterior implicaba “aceptar la voluntad del que te da de comer”
En lo económico, Sankara impulsó la creación de un frente unido de naciones africanas que rechazaran pagar su deuda externa. En uno de sus discursos, el entonces presidente de Burkina Faso afirmó que “el origen de la deuda se remonta a los orígenes del colonialismo”. Consideraba que quienes habían prestado el dinero a los países africanos eran los mismos que los habían colonizado y dirigían aún sus economías. Para el joven revolucionario, depender de la ayuda exterior implicaba “aceptar la voluntad del que te da de comer”, por lo que rechazaba abiertamente los planes del FMI y el Banco Mundial que imponían las recetas del ajuste estructural.
Sankara mejoró sustancialmente, además, las condiciones de vida de la sociedad burkinesa a través de un programa de vacunación masiva, el incremento de la tasa de alfabetización del 13 al 73%, la lucha contra la deforestación - exhibiendo una visión ecologista pionera en África -, y el reconocimiento del sida como una amenaza para el continente – siendo el primer gobierno africano en hacerlo-.
Para Thomas Sankara, la participación de las mujeres no era un asunto secundario, sino el pilar fundamental para construir una nueva sociedad
Sin embargo, si por algo destacó Sankara fue por su visión de la emancipación de la mujer. Para Thomas Sankara, la participación de las mujeres no era un asunto secundario, sino el pilar fundamental para construir una nueva sociedad. Reconocía que, siendo “la mitad de la población de Burkina Faso”, la revolución no podía concretarse sin su compromiso y presencia activa. “Sankara no sólo abordó las especificidades de la opresión de la mujer, sino que reprendió a los hombres progresistas que viven alegremente en el adulterio y a aquellos que no aceptan que sus esposas sean también políticamente activas”, señala Biney. Sankara luchó contra las formas más violentas de la opresión de género: condenó la práctica de la ablación, la poligamia y los matrimonios forzados e impulsó su prohibición en todo el país, al tiempo que reprobó el estigma social hacia las mujeres solteras que tenían hijos fuera del matrimonio.
El fin del "sueño" de Sankara
En su afán por acercar la revolución a la población, Sankara creó, inspirándose en el ejemplo cubano, los Comités de Defensa de la Revolución, que debían traducir las inquietudes del pueblo en acciones concretas. Sin embargo, ese intento de involucrar a la base social acabó tropezando con el verticalismo y las tensiones propias de la disciplina militar, además de suscitar recelos en las élites y en los líderes regionales vecinos, temerosos de un contagio revolucionario.
Juan Castien Maestro: “Sankara no es un caso aislado, es un eco tardío de otros personajes que han surgido previamente"
“Sankara no es un caso aislado, es un eco tardío de otros personajes que han surgido previamente”, señala a Público Juan Ignacio Castien Maestro, doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y experto en procesos de cambio social en las sociedades árabes e islámicas. “La gran ola de los socialismos africanos, la época de Modibo Keïta o Nyerere, se da en los años 60 y 70. El ascenso al poder de Sankara se produce cuando estos regímenes están ya retrocediendo”, añade.
El 15 de octubre de 1987, el sueño de Sankara se vio truncado. Un golpe de Estado liderado por su antiguo camarada, Blaise Compaoré, terminó con la vida del presidente y de sus colaboradores más cercanos. La joven revolución se derrumbó rápidamente y su máximo referente fue enterrado en una tumba anónima, como si quisieran borrarlo de la memoria colectiva.
Un verdadero proyecto de país
Juan Castien Maestro: "El propio nombre que Sankara da al país ya es una declaración de principios”,
A pesar de la brevedad de su gobierno, Thomas Sankara imprimió su huella en la historia de Burkina Faso y el continente africano. Uno de sus grandes legados será el cambio de nombre del país de Alto Volta a Burkina Faso - que significa “tierra de los hombres íntegros”, formado a partir de la unión de la palabra “burkina” en la lengua local mossi y “faso” en la lengua local yulá-. El cambio de nombre es, en sí mismo, un llamamiento a la unidad, a construir algo nuevo. “Es un proyecto. El propio nombre del país ya es una declaración de principios”, señala Castien.
Thomas Sankara es percibido como una de las figuras más relevantes del panafricanismo. Defendió la hermandad de los pueblos africanos y la ruptura con las cadenas del viejo y nuevo colonialismo a la vez que reivindicó la pluriversalidad: la coexistencia de muchas alternativas y vías. Bajo este concepto, propuesto por los zapatistas como “un mundo en el que haya espacio para muchos mundos”, defendió que la revolución no se podía exportar, pues sería decirle a los demás cómo resolver sus problemas. “Sankara creía que todas las personas tienen derecho a diagnosticar sus problemas como mejor les parezca y a encontrar soluciones para ellos”, señala Biney.
La visión del conocido como Che africano se considera, además, un precedente de la decolonialidad - escuela de pensamiento que tiene como objetivo desvincularse de las jerarquías de conocimiento y las formas de estar en el mundo eurocéntricas para permitir otras formas de existencia-. “Parte integral de su perspectiva panafricanista e internacionalista fue la crítica condenatoria no sólo del imperialismo sino también de la pequeña burguesía africana, a la que consideraba una clase parasitaria alineada con el imperialismo en lugar de las masas populares. Sankara denuncia a esta clase corrupta por su exaltación de conceptos y debates intelectuales occidentales que no tienen relevancia para las condiciones africanas”, añade Biney.
Una memoria que sigue viva
Cuatro décadas después de su asesinato, Thomas Sankara sigue siendo una inspiración innegable para la juventud africana, que ve en sus ideas de justicia social, soberanía e integridad política un camino hacia la emancipación. De su legado surge Le Balai citoyen, un movimiento popular y de base que nació en 2013, justo cuando el entonces presidente Blaise Compaoré buscaba reformar la constitución para ampliar los límites del mandato presidencial tras 27 años en el poder. Fiel a sus raíces sankaristas, Le Balai citoyen emergió como una denuncia a la falta de justicia en el país y a la apropiación de la riqueza nacional por parte de una minoría en el Gobierno.
Decidido a barrer la corrupción, el movimiento fue clave en las movilizaciones de 2014 que desembocaron en la caída de Compaoré. En Le Balai citoyen trabajan para alentar a los jóvenes a participar activamente en la vida cívica, a defender la transparencia y la rendición de cuentas y a exigir políticas públicas que satisfagan las necesidades de la población. “Al organizar debates, conferencias populares y capacitaciones, aseguramos que el espíritu de Sankara se mantenga vivo, alimentando un diálogo continuo en torno a sus ideales”, señala Miphal Ousmane Lankoande, uno de los representantes del movimiento. “Recordamos a los jóvenes burkineses que la lucha por un Burkina Faso soberano, unido y próspero sigue siendo una causa actual, encarnada en sus acciones diarias”, añade.
Ama Biney: "La implementación de la verdadera liberación para el pueblo africano que Sankara inició sigue siendo un proyecto inacabado para el pueblo burkinés y todos los africanos”.
“Su integridad ética lo convirtió en una inspiración para la juventud africana y para las fuerzas y personas progresistas de todo el mundo, entonces y ahora”, destaca Ama Biney. “La implementación de la verdadera liberación para el pueblo africano que Sankara inició y logró avances muy modestos durante sus cuatro años en el poder sigue siendo un proyecto inacabado para el pueblo burkinés y todos los africanos”.
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