jerusalén
Actualizado:El sondeo más reciente de cara a las elecciones israelíes del 17 de septiembre lo ha publicado este lunes el diario Israel Hayom. La proyección ofrece unos resultados casi idénticos a los de los comicios de abril con excepción de que Israel es Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman, que la semana pasada hizo caer al primer ministro Benjamín Netanyahu, subiría de 5 a 8 escaños.
Pero lo más relevante de la encuesta es que con esa distribución de escaños la situación se repetiría y Netanyahu no podría formar una coalición sin el apoyo de Israel es Nuestra Casa. Lieberman, que en su juventud fue portero en una discoteca de la calle Haoman de Jerusalén, podría seguir siendo el portero de la Kneset en la próxima legislatura.
Betzalel Smotrich, aliado de Netanyahu, ha pedido que se instaure en el país la halajá o ley religiosa judía
Lieberman es un político muy radical, pero en este país esa característica no es nada original. El mismo lunes el líder de la Unión de Partidos de la Derecha, Betzalel Smotrich, aliado de Netanyahu, ha pedido que se instaure en el país la halajá o ley religiosa judía, algo que tampoco es muy insólito. La idea es remplazar las leyes actuales con el código de leyes del Antiguo Testamento que incluye la lapidación.
Otros legisladores, políticos y hombres de religión lo reclamaron antes que Smotrich. Su razonamiento, que también ha utilizado Netanyahu, es que no tiene sentido que los jueces decidan cómo se aplica la ley puesto que no son elegidos por los ciudadanos. La Kneset, que sí es elegida directamente por la gente y está dominada por la derecha nacionalista y religiosa, no solo debería legislar sino también interpretar la ley.
Lieberman no quiere oír hablar de la halajá. Es tan de extrema de derecha como Smotrich, tan nacionalista como él, pero el lunes recalcó que también es liberal y que está en contra de un estado teocrático. Ha hecho caer a Netanyahu justamente porque el primer ministro daba vueltas talmúdicas al proyecto de ley preparado por Lieberman para llamar a filas a los jóvenes religiosos que evaden el servicio militar porque consagran su vida al estudio de la religión.
Lieberman tiene el respaldo de una parte de la población que argumenta que ha llegado el momento de que el peso de la defensa del país no recaiga siempre en los mismos hombros
Smotrich y Liberman viven en asentamientos situados en los territorios palestinos ocupados, y seguramente nadie puede presumir de ser más nacionalista que ellos. Lieberman, que reside en Nokdim desde hace más de tres décadas, tiene el respaldo de una parte considerable de la población que argumenta que ha llegado el momento de que el peso de la defensa del país no recaiga siempre en los mismos hombros, es decir en los hombros de los liberales.
Aquí hay una trampa puesto que el colono Smotrich y los suyos, que son casi tan religiosos como los ultraortodoxos más religiosos, también cargan con la defensa de Israel y se enrolan en el ejército de muy buen grado. Estudios realizados en los últimos años muestran que los colonos tienen un peso cada vez mayor en el ejército y que su radicalismo está impregnando por todas partes al aparato militar.
En realidad, esto mismo ocurre con el conjunto de la sociedad israelí, pasando por el gobierno o la Kneset. La extrema derecha, del Likud para allá, asegura que el último reducto liberal que queda en el país, la judicatura, tiene los días contados, lo que probablemente responde a los deseos de una mayoría de la población judía.
Nacido en una ciudad soviética de Moldavia en 1958, Lieberman emigró a Israel cuando estaba a punto de cumplir los 20 años. Estudió hebreo y cambió su nombre para hebraizarlo, eligiendo Avigdor. Sirvió en el ejército durante un año, durante el que estuvo destinado en la candente ciudad de Hebrón, al sur de la Cisjordania ocupada, antes de matricularse en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en la que obtuvo un título en Relaciones Internacionales. Durante su paso por la Universidad se integró en una organización juvenil vinculada al Likud y participó en altercados contra estudiantes árabes.
Durante su paso por la Universidad se integró en una organización juvenil vinculada al Likud y participó en altercados contra estudiantes árabes
Lieberman ha mantenido desde joven posiciones políticas muy controvertidas. En relación con la población árabe de Israel, solo deberían ser ciudadanos quienes juraran lealtad al estado, una idea que fue condenada por el entonces primer ministro Ariel Sharon. Sharon cesó a Lieberman del gobierno en 2004, a causa de su oposición a la salida del ejército y de los colonos de la Franja de Gaza.
Aunque claramente ha adoptado posiciones contra los partidos ultraortodoxos, durante su carrera política ha pactado con ellos en numerosas ocasiones. Lieberman no es partidario de retirar la exclusividad de los matrimonios a los tribunales ortodoxos, una situación que impide que muchos judíos puedan casarse legalmente en Israel.
Sus declaraciones exaltadas le han acompañado siempre. En 1998 dijo que Israel tenía que bombardear la presa de Aswan por el apoyo que Egipto daba al líder palestino Yaser Arafat. En otra ocasión envió al presidente egipcio Hosni Mubaral "al infierno" por no querer visitar Israel. En 2018 dijo que "no hay inocentes en la Franja de Gaza", y varias veces ha mostrado su apoyo a invadir militarmente la Franja para acabar con el gobierno de Hamás.
Aunque los mandatos de Israel es Nuestra Casa se han reducido a cinco en esta breve legislatura, los cinco diputados han sido decisivos. En elecciones anteriores obtuvo más escaños, pero la base del partido, los inmigrantes judíos de la antigua Unión Soviética, se fueron integrando en la sociedad israelí. Lieberman cree que su última jugada le servirá para movilizar a sus bases y que en septiembre obtendrá hasta 17 mandatos. También cree que otros votantes cansados del peso de la religión le darán su respaldo en las urnas.
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