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Las críticas abiertas al presidente ruso, Vladímir Putin, y su cadena de mando en Ucrania se extienden según se van conociendo detalles sobre la contraofensiva del ejército ucraniano y la retirada de las tropas rusas en el noreste, en la frontera con el Donbás. Mientras, las fuerzas ucranianas continúan su avance sin una aparente respuesta de las tropas enviadas por el Kremlin para invadir el país vecino.
Aunque las informaciones que llegan desde el Gobierno ucraniano hablan de más de 6.000 kilómetros cuadrados recuperados en menos de una semana y del caos en la retirada de los soldados rusos, Rusia está muy lejos de haber sido derrotada en Ucrania.
El triunfalismo en Kíev y las capitales occidentales que arman y ayudan a las fuerzas del presidente Volodímir Zelenski no muestra mucha cautela ante la posibilidad muy real de una dura respuesta rusa en las próximas jornadas.
Esto es una guerra, no una operación especial
En todo caso, las victorias proclamadas por el ejército ucraniano, coreadas en Europa y Estados Unidos, e incluso reconocidas de manera abierta en diversos ámbitos de Rusia, están ya haciendo mucho daño a la supuesta cohesión mostrada hasta ahora en Moscú en torno a la despiadada estrategia de Putin en Ucrania.
Desde líderes políticos afines al Kremlin, que piden una respuesta contundente y un endurecimiento de la ofensiva rusa, a periodistas destacados que hasta ahora eran defensores de la "operación militar especial" de Putin en Ucrania, como se llama eufemísticamente a la guerra en Rusia, las críticas se extienden, ya sin miedo a ser acalladas por la fuerza y la ley autocrática como había ocurrido hasta ahora con todas las voces disidentes y contrarias a la invasión.
Quienes hasta ahora en la opinión pública rusa solo hablaban de la necesidad de desnazificar y desmilitarizar Ucrania, en esa "operación militar especial", ahora pronuncian sin ambages la palabra "guerra" y refieren lo ocurrido en torno a Járkov como un "desastre" que reclama la cabeza de los dirigentes principales del Ministerio de Defensa ruso, incluido el propio ministro, Serguéi Shoigú.
En San Petersburgo, un grupo de al menos 84 concejales y diputados municipales ha perdido el miedo a levantar la voz y ha reclamado la dimisión de Putin por haber comenzado la guerra de Ucrania. Los ediles acusan al presidente ruso de "alta traición" por poner en riesgo la seguridad de Rusia.
Sin llegar a esta virulencia, el exdiputado Borís Nadezhdin, en un debate televisado, afirmó que Putin había sido engañado por sus asesores en la cúpula de poder ruso, que le habrían "convencido" de que los ucranianos no se opondrían a la invasión, que "se rendirían, huirían y que todos ellos querían unirse a Rusia".
"Tenemos que comprender que no se puede derrotar a Ucrania utilizando los recursos y métodos de una guerra colonial, con soldados contratistas, mercenarios y sin la movilización" de la población, dijo Nadezhdin. Según el político, "hay un ejército fuerte que se está enfrentando a las tropas rusas totalmente apoyado por los países más poderosos, incluidos los europeos, en los ámbitos económico y tecnológico", de ahí los errores que se están cometiendo en el estamento militar del Kremlin.
Llamadas a la movilización total en Rusia
"No puede ser y no debería ser que nuestros muchachos estén muriendo hoy (en Ucrania) y que pretendamos que no ha pasado nada", aseguró en un mensaje de Twitter Serguéi Mirónov, diputado en la Duma (Parlamento ruso) y líder del partido Rusia Justa.
Mirónov, una de las personalidades rusas castigadas por las sanciones occidentales, llamó a la movilización total contra Ucrania. Mirónov reconoció que existe una "guerra real" con Occidente en el territorio ucraniano.
También se manifestó a favor de la movilización bélica de la población rusa Mijaíl Sheremetev, miembro del Comité de Seguridad de la Duma, quien urgió al Kremlin a dejarse de medias tintas y a movilizar al país entero contra Ucrania. Sin esa opción, que incluya una economía al servicio de la guerra, "no se conseguirán los resultados adecuados", aseguró en una entrevista a URA.RU.
En una respuesta al respecto a ese mismo canal de noticias de internet, el secretario de Prensa del Kremlin, Dmitri Peskov, indicó que "por el momento no se considera la movilización en el territorio de Rusia".
También podría llevar a los militares rusos a considerar el ataque a Odessa
Uno de los presentadores más populares de la televisión rusa, Dmitry Kiseliov, subrayó la necesidad de reconocer que las tropas rusas habían pasado la semana pasada uno de los momentos más difíciles de la campaña en Ucrania y que se habían visto obligadas a retroceder "ante el embate de fuerzas enemigas superiores".
La declaración de guerra a Ucrania llevaría a esa movilización de centenares de miles de soldados más en Rusia, y de nuevo pondría bajo la mirilla de los misiles rusos a ciudades como Kíev o Lvov, en el oeste ucraniano. También podría llevar a los militares rusos a considerar el ataque a Odessa, el último gran puerto que le queda a Ucrania en el Mar Negro.
Kiev ha tomado la iniciativa
Nadie en Rusia cree que Ucrania haya ganado ya la guerra o que el ejército ruso se desplomará en las próximas semanas. Pero sí que Kíev ha tomado la iniciativa y este paso está poniendo muy nerviosos a los halcones del Kremlin, que ya no ven nada claro el final de esta crisis ni sus consecuencias.
Entre los errores que han llevado a perder localizaciones clave para el reabastecimiento y la logística del ejército ruso al este de Járkov, incluida la ciudad y nudo ferroviario de Izium, aparecen enormes fallos en la obtención y comunicación de inteligencia estratégica al Kremlin desde el teatro bélico. Ello devino en una desorganización en el repliegue que demostró que no se trataba de una reorganización sino una retirada caótica.
La inteligencia occidental aliada con la ucraniana se ha impuesto, en este sentido, a la hasta ahora todopoderosa inteligencia militar rusa, como ya ocurrió en la invasión soviética de Afganistán o en las guerras de Yugoslavia, al contrario de lo que ocurrió recientemente en la guerra de Siria. Ahora, los sistemas de misiles Himars, suministrados por Estados Unidos a Ucrania y tan importantes para abrir paso a este avance ucraniano, habrían sido inútiles sin la inteligencia aportada por los satélites militares de la Alianza Atlántica.
El territorio recuperado debe ser consolidado
A pesar del éxito de la contraofensiva ucraniana en el nordeste, las cosas no se muestran sencillas para consolidar este avance, a pesar de que en Occidente hayan crecido los ánimos para seguir enviando armas al ejército ucraniano.
En el sur, donde también ha habido avances ucranianos, pero mucho más modestos, los combates en campo abierto no son favorables a las fuerzas del país ocupado, que debería poner en juego muchos más efectivos, mucha logística, mucha munición y una mayor potencia de fuego,
En esa zona, de momento, Rusia tiene la ventaja con su captura de la ciudad de Jersón en las primeras etapas de la guerra, considerada por el Kremlin como un bastión esencial para la defensa de la península de Crimea, anexionada en 2014.
La guerra puede ser muy larga y con otros escenarios
Que Rusia se esté precisamente centrando en la defensa de Jersón debería poner nerviosos a los mandos de la OTAN, en buena parte responsables del éxito de la contraofensiva ucraniana. El enroque ruso en Jersón, en la orilla occidental del río Dniéper, apunta a eventuales planes del ejército invasor para abrirse camino por la llanura ucraniana hacia el noroeste y hacia la propia Odessa. Cerrada ya la vía diplomática para resolver este conflicto, la guerra puede ser muy larga y con otros escenarios, no solo el Donbás o el sur de Ucrania.
El propio ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov, ya lo ha advertido. Con este alargamiento hacia el este, el ejército de Ucrania puede ser ahora mucho más vulnerable a una respuesta contundente de Rusia, si es que pueden dar ese contragolpe las fuerzas invasoras.
No solo es necesario capturar territorio al enemigo. Hay que mantenerlo y para ello se precisa el apoyo de la población local, que no será muy amistoso en la zona del Donbás o en las cercanías de Crimea. Esos riesgos se incrementan si la ofensiva se prolonga en el tiempo, con el otoño a la vuelta de la esquina y el gélido invierno ucraniano no mucho más lejos.
La baza nuclear
Hay una cuestión que nadie se atreve a poner encima de la mesa. Se está advirtiendo sobre el riesgo de un desastre nuclear en la central de Zaporiyia, tomada por los rusos y en medio de un escenario de combates continuos entre los dos contendientes. Pero no se mencionan las cabezas nucleares tácticas de Rusia, con una capacidad de destrucción "moderada", pero que, de entrar en juego, tumbaría la balanza hacia el lado ruso sin duda alguna.
Sería preciso recordar que fue el propio Vladímir Putin quien, al poco de comenzar la guerra, afirmó que su país recurriría a todos los medios a su alcance, incluidas las armas nucleares tácticas, si se viera en peligro la "supervivencia" de Rusia y la integridad del territorio ruso. ¿Está cerca ese momento?
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