Europa no reacciona y minimiza la amenaza de Trump a Dinamarca por Groenlandia
A pesar de las explícitas amenazas del futuro presidente estadounidense, Bruselas guarda silencio e insiste en su intención de fortalecer la relación transatlántica.
Bruselas--Actualizado a
"Lo que ha dicho el presidente Trump es una amenaza militar a un Estado miembro. Se trata del presidente electo del país más poderoso del mundo. ¿Son ustedes conscientes del riesgo?", preguntaba este miércoles un periodista en la rueda de prensa diaria que celebra la Comisión Europea. "¿Están esperando a que los marines americanos desembarquen en Groenlandia o qué?", añadía otro estupefacto ante la tibieza de los funcionarios de la Unión Europea (UE), que guardan silencio tras la amenaza del presidente electo de Estados Unidos de anexionarse por la fuerza el canal de Panamá y la isla de Groenlandia, territorio que pertenece a Dinamarca.
A menos de dos semanas de su toma de posesión, Donald Trump agita las aguas transatlánticas con una amenaza directa a uno de los países fundadores de la OTAN. El republicano se abre a tomar por la fuerza Groenlandia si Dinamarca no accede a su venta y amaga con la coerción económica. Alega que Estados Unidos necesita Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca y muy rico en materias primas críticas y minerales, "por razones de seguridad nacional". Durante su primer mandato ya mostró su interés en la isla, pero ahora regresa con un órdago que algunos interpretan como una estrategia para desviar la atención sobre la sentencia sobre el caso Stormy Daniels, que se hará pública el próximo 10 de enero.
Con todo, la Comisión Europea se pone de perfil y evita reaccionar ante tal afrenta del que considera su socio más importante. Se escuda en que se trata de un escenario "muy hipotético".
"Ha habido muchas amenazas que no se han materializado y no vemos ninguna necesidad en este momento de ir más allá", aseguró este miércoles Paula Pinho, portavoz principal de la Comisión Europea.
El Ejecutivo de la UE se limita a pedir respeto a la soberanía e integridad territorial de los países. "Para nosotros la soberanía de un Estado es una cuestión de principios", afirmó Anitta Hipper, la portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior, quien añadió su deseo de "trabajar para lograr una agenda transatlántica sólida con la nueva Administración en Estados Unidos que aborde objetivos comunes y cuestiones de interés estratégico clave". Apenas 24 horas después de los comentarios bravucones de Trump y de la provocadora visita de su hijo a la isla, la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, todavía no se había pronunciado.
"Ha habido muchas amenazas que no se han materializado y no vemos ninguna necesidad en este momento de ir más allá", aseguran en Bruselas
Francia y Alemania son los miembros de la UE que han reaccionado con más firmeza. Francia ha calificado esta afrenta de Estados Unidos como "una forma de imperialismo". Desde Alemania, que celebra elecciones en apenas un mes, el canciller Olaf Scholz reconoció la "inquietud" que estas amenazas están generando en los socios europeos. "No se deben mover las fronteras por la fuerza. Este principio se aplica a todos los países, tanto del Este como del Oeste. En las conversaciones con nuestros socios europeos, hay cierta inquietud por las recientes declaraciones de los Estados Unidos. Está claro: debemos permanecer unidos", afirmó Scholz.
Bruselas, en cambio, sí que ha confirmado que el territorio de Dinamarca podría acogerse al paraguas del artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea si la isla más grande del planeta es atacada. Este instrumento establece que si un Estado miembro de la UE es víctima de una agresión armada, el resto de países europeos deben proporcionarle ayuda. Groenlandia no es parte de la UE —abandonó la por entonces Comunidad Económica Europea en 1985—, pero sí pertenece al Reino de Dinamarca. Se trata, sin embargo, de un instrumento más débil que el Artículo 5 de la Alianza Atlántica, principalmente por la ausencia de los ejércitos estadounidense, británico o turco. La cláusula europea es mucho más ambigua y limitada que la defensa colectiva de la OTAN, que establece que el ataque contra un aliado es un ataque contra todos. Solo ha sido activada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, pero el propio Trump la ha cuestionado en más de una ocasión.
Capear el temporal
Tras la segunda victoria de Trump en las elecciones estadounidenses, los europeos aseguraron que estaban mucho mejor preparados para capear este temporal. Su primer mandato les pilló con el pie cambiado. Pero a escasos días de que se produzca el traspaso de poder, todos los indicios apuntan a que las aguas transatlánticas estarán los próximos cinco años muy revueltas.
El Trump 2.0 es más imprevisible y cuenta con más experiencia geopolítica. También cuenta con un historial de venganzas y con la alianza de extrema derecha más fuerte de las últimas décadas tanto en Europa como fuera de sus fronteras. El mundo ha cambiado mucho —y no a mejor— desde su primer mandato. La ley del más fuerte se impone con ahínco. La guerra de Ucrania, en la que él mismo se presenta como el futuro pacificador, ha desmantelado el principio de soberanía territorial. Y el genocidio en Gaza ha derrumbado todos los pilares del derecho internacional, el derecho internacional humanitario y ha puesto de relieve el doble rasero en las relaciones internacionales.
Trump ya se refirió a Putin como un "genio" tras el inicio de la invasión a Ucrania. Ha llegado a animar al inquilino del Kremlin a atacar a los países de la OTAN que no cumplan con el gasto en defensa. España se encuentra a la cola de los 31 países aliados en partidas destinadas a seguridad. Sin embargo, a pesar de estas llamadas de alerta, a los europeos se les continúa resistiendo su despertar geoestratégico y se resisten también a afrontar los riesgos que entraña el nuevo presidente de Estados Unidos para su seguridad.
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