JERUSALÉN
Actualizado:Después de 25 días continuados de huelga de hambre, un millar y medio de prisioneros palestinos mantienen las demandas que los llevaron a tomar esa medida de protesta el pasado 17 de abril mientras que Israel sigue insistiendo en que no va a ceder, pues considera que las demandas no pueden calificarse de “humanitarias”, como ha dicho el presidente Mahmud Abás.
Las exigencias de los prisioneros incluyen una mejora en la asistencia médica, la autorización para que los reclusos realicen estudios por correspondencia y que se instalen teléfonos públicos en las distintas galerías de las prisiones con el fin de que puedan hablar con sus familias a menudo.
En una misiva que los prisioneros han dirigido al papa Francisco, el líder de la huelga, Marwan Barghouti, ha denunciado que los tribunales israelíes “son herramientas de opresión y no de justicia”, instando a Francisco a que intervenga para resolver el conflicto.
Los líderes de la huelga se encuentran en celdas de aislamiento, como es el caso del propio Barghouti, quien se halla en la celda número 201 de la prisión Kishon sin otra compañía que una cámara de video situada en el techo y que graba todos sus movimientos sin interrupción durante las 24 horas del día.
Precisamente esta circunstancia salió a la luz la semana pasada cuando el Servicio de Prisiones filtró a las televisiones israelíes un video en el que aparece Barghouti realizando unos movimientos sospechosos dentro del cuarto de baño de su celda. El ministro del Interior israelí, Guilad Erdan, manifestó que Barghouti estaba comiéndose una chocolatina, algo que no se aprecia con claridad a pesar de que la grabación es de calidad.
Varios líderes palestinos han indicado que el vídeo ha sido manipulado. La misma esposa del recluso, Fadwa Barghouti, que es abogada, pero a quien tampoco se le permite reunirse con él, insiste en que su marido no ha roto la huelga de hambre tal como asegura el ministro israelí, quien añade que Barghouti “está engañando” al millar y medio de prisioneros que secundan la huelga.
En los últimos días se ha debatido la cuestión de cómo es posible que haya llegado a la celda de máxima seguridad una chocolatina, ya que a Barghouti no se le ha permitido el contacto con nadie de fuera de la prisión, ni siquiera con su abogado, desde el 17 de abril. La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en una ironía del ministro Erdan que da a entender que los carceleros le tendieron una trampa al recluso.
En la misma dirección apunta el hecho de que todas las celdas de seguridad son registradas a diario por los carceleros con gran escrupulosidad, incluso en compañía de perros adiestrados, y que no se deja sin examinar ningún rincón de las celdas.
Los responsables palestinos de los prisioneros aseguran que los carceleros torturan a los reclusos en huelga echándoles encima agua, pero no dándoles agua para beber, y que les ofrecen agua y sal si deciden abandonar su actitud.
Fuentes palestinas indican que en cada una de las prisiones donde hay huelguistas se ha dispuesto que haya ambulancias listas para el caso en que sea necesario trasladar a los reclusos al hospital, aunque por ahora no se ha necesitado usar las ambulancias.
Algunos dirigentes palestinos están tratando de que se incorporen a la huelga otros prisioneros. En las cárceles israelíes hay 6.500 prisioneros palestinos, incluidos 300 menores, 57 mujeres y 500 detenidos administrativos a quienes no se les ha comunicado la causa de su detención. Desde la ocupación de Cisjordania y Gaza en la guerra de 1967, hace cincuenta años, aproximadamente el 40 por ciento de los varones palestinos han pasado por las cárceles israelíes.
Esta semana el Servicio de Prisiones anunció que había autorizado la visita a su cliente del abogado de Barghouti. Sin embargo, al abogado Jader Shakirat se le informó en el último momento que el permiso había sido cancelado sin que se le indicaran los motivos.
Barghouti fue condenado a cinco cadenas perpetuas tras ser acusado de haber participado, aunque no directamente, en la muerte de cinco israelíes durante la segunda intifada. Desde 2005 está en prisión aunque a pesar de esta circunstancia sigue siendo uno de los dirigentes palestinos más influyentes.
Barghouti es partidario de negociar con los israelíes un acuerdo que permita la creación de un estado palestino en Cisjordania y Gaza, si bien ha llegado a la conclusión de que Israel no está interesado en la paz y por lo tanto es preciso recurrir a la lucha armada, solo hasta que Israel acepte retirarse de los territorios ocupados.
Esta posición es contraria a la del presidente Abás, quien desaprueba la lucha armada incluso aunque Israel no se retire de los territorios ocupados. Para algunos, esta es la causa de un enfrentamiento soterrado entre Abás y Barghouti, y también la causa de que Abás no apruebe con demasiado entusiasmo la huelga de hambre de los prisioneros palestinos.
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