moscú
Actualizado:Sin haber salido de la cárcel aún, el opositor ruso Aleksey Navalny se enfrenta nuevamente a un nuevo juicio, esta vez acusado por estafa. Aproximadamente un año después de la última sentencia, Navalny puede enfrentarse hasta a diez años más de cárcel. La última vez que fue detenido por las autoridades rusas fue el 17 de enero del pasado 2021, por haber violado las condiciones de su libertad condicional. Fue detenido justo al llegar de Alemania en el mismo aeropuerto. Se encontraba en el país germano para recuperarse del envenenamiento con el agente nervioso Novichok, que estuvo a punto de matarle. Él acusó directamente a los servicios secretos rusos y al Estado, quiénes le habrían puesto esta toxina en la ropa interior.
En esta ocasión, los cargos del juicio de este martes, celebrado en la misma colonia penal donde está encerrado, eran de estafa por, supuestamente, haberse quedado con donaciones que eran para el FBK (Fundación Anti-Corrupción en ruso), su organización. El valor total asciende a unos 2.600.000 rublos (30.000 euros al cambio), aunque inicialmente se afirmó que la cantidad era muy superior y la acusación hablaba de 300.000 personas afectadas, que finalmente se quedó en 4.
En el juicio, que se celebró en la misma colonia penal y sin la presencia de prensa, espectadores o de familiares, no dudó en insinuar que Putin es un corrupto y aseguró que su equipo seguiría investigando la corrupción de las élites rusas, con documentos como el del supuesto palacio de Putin en el mar Negro u otros vídeos en los que señala a otros hombres importantes en Rusia como Serguéi Lavrov, ministro de Exteriores o Serguéi Sobyanin, alcalde de Moscú, todos ellos publicados en la cuenta de Youtube del FBK.
A lo largo de su vida ha sido encarcelado más de 10 veces, la primera de ellas en 2011 y desde ese año ha sido condenado en diversas ocasiones. Estas penas le han impedido presentarse a las elecciones presidenciales del año 2018 y no podrá presentarse como candidato nuevamente hasta el año 2028. El Consejo de Europa consideró la sentencia de cárcel para el opositor ruso una condena "arbitraria y manifiestamente infundada".
Navalny goza de un apoyo del 3% de los rusos, lejos del 30% de Vladímir Putin
El opositor y bloguero se dio a conocer en las protestas de 2011, cuando empezó un activismo contra el gobierno ruso y contra la corrupción que le llevaría a investigar a las élites rusas y a intentar desbancar al oficialismo del poder, personificado en Vladímir Putin. A lo largo de estos años se dio a conocer principalmente en las grandes ciudades rusas. Como político, goza de un apoyo del 3% de los rusos, el mismo que tiene Guenadi Zyuganov (líder del partido comunista), y superior al de Dmitri Medvedev (ex-presidente) y Serguéi Sobyanin (alcalde de Moscú). Pero lejos del 30% de Putin, según datos del último informe del Centro de Estudios de Opinión Levada.
Cuando se le detuvo en enero del pasado 2021 hubo protestas en toda Rusia, hecho insólito por la extensión que tuvieron las manifestaciones a pesar de las bajas temperaturas de algunas regiones o de la fuerte presencia policial. Las concentraciones consiguieron reunir a miles de personas a lo largo de más de 100 localidades del país. Participaron tanto partidarios del opositor como personas que no le apoyan pero estaban en contra de su encarcelamiento. Las protestas no tuvieron ningún efecto y el bloguero acabó en una cárcel cerca de Moscú. Poco después de ingresar en el centro penitenciario de Pokrov a principios de 2021, su equipo escribió en redes sociales: "No tenía ni idea de que fuera posible organizar un campo de concentración real a 100 kilómetros de Moscú".
Una cárcel parecida a un gulag
El opositor ha explicado las duras condiciones en las que vive en la colonia penal donde cumple condena. Estas instituciones penitenciarias son heredadas de la era soviética, mientras existen cárceles similares a las occidentales. Explica a Público Marina Litvinovich, exmiembro de la Comisión de Monitorización Pública (un ente que se encarga de vigilar que se cumplan los derechos humanos en las prisiones rusas) y activista por los derechos de los presos, que hay una clasificación no oficial de los centros penitenciarios rusos en función de quién se encuentra al mando de estos. El centro IK-2, donde está Navalny, es uno de tipo "rojo", es decir, "la administración lo controla todo". Otros centros, los de color "negro", están controlados por delincuentes. Explica la activista que "se podría decir que la administración obedece a los ladrones".
Navalny contó que se ve obligado a ver durante ocho horas al día la televisión estatal rusa y películas propagandísticas
Su contacto con el exterior es bastante limitado y es principalmente a través de sus abogados. Una de las medidas que han criticado tanto él como su círculo es el régimen de vigilancia al que está sometido, por "preso en riesgo de fuga". Esto implica que se le despierta una vez cada hora y se le filma para demostrar que sigue en su celda. Además, contó que se ve obligado a ver durante ocho horas al día la televisión estatal rusa y películas propagandísticas para un programa de "concienciación" para los prisioneros políticos, sustituyendo el antiguo régimen de trabajos forzados.
El mismo Navalny también contó que hay cámaras por todas partes que registran cualquier infracción, entre las cuáles se cuentan utilizar palabras malsonantes. El opositor ironizó: "Creo que alguno de los jefes (de la colonia) leyó 1984 de George orwell y dijo: 'Sí, genial, hagámoslo así'". También circulan rumores de presos que han muerto tras recibir palizas, aunque declaró no haber visto violencia ni ningún indicio de ella. Pero añadió que "por la postura tensa de los reos, que se quedan tiesos y con miedo a girar la cabeza", es fácil creerse las historias que circulan por los pasillos de la prisión.
Dentro de estas colonias, las autoridades cuentan con el soporte de algunos de los prisioneros, que utilizan la fuerza cuando se les pide a cambio de algunas ventajas. "Incluso la ofensa más pequeña, como por ejemplo un prisionero que no devuelve un saludo, puede suponer un castigo duro", asegura Litvinovich. Dentro de las represalias que pueden recibir los prisioneros hay castigos como la reclusión en una sala de penitencia o la prohibición de enviar cartas. Aunque afirma que en el centro donde está Navalny "no se practica la tortura", también asevera que el objetivo de estos centros "no es rehabilitar a los reclusos sino convertirlos en peores personas".
El pasado 2021 se hicieron públicos vídeos que mostraban torturas en diferentes cárceles de Rusia, entre las cuáles había violaciones y vejaciones a reos por parte de fuerzas de seguridad, filtradas por la ONG rusa Gulagu, tildada por las autoridades rusas como "agente extranjero".
Organización extremista
Una vez encerrado en la cárcel, la presión se trasladó a su círculo más cercano y al FBK. La organización en 2019 fue declarada oficialmente como un "agente extranjero", término heredado de la guerra fría con connotaciones muy negativas. En junio de 2021 fue declarada como "organización extremista" e ilegalizada por el tribunal de Moscú. Pertenecer a una entidad catalogada como tal es un delito en Rusia y algunos de sus miembros fueron incluidos en el registro de terrorista y extremistas, entre ellos el mismo Navalny.
Por ello muchos de los colaboradores del FBK huyeron al extranjero, como Iván Zhdanov (director actual del FBK), Lyubov Sobol (productora del canal de Youtube del FBK) y Vladimir Ashurkov están fuera de Rusia, mientras otros cargos como Kira Yarmysh (directora de prensa) se encuentran en régimen de arresto domiciliario.
Pasado a esconder
Anteriormente Navalny estuvo vinculado con nacionalistas e imperialistas rusos e incluso hay vídeos en los que dice frases abiertamente racistas y xenófobas contra migrantes de Asia Central o contra los musulmanes. A día de hoy no utiliza más este discurso y se ha moderado, aunque nunca pidió disculpas por hacerlo en el pasado. Se justificó asegurando que en ese momento creía que podía hablar tanto con liberales como con nacionalistas.
En el exterior este pasado le ha dañado la imagen, pero en el interior de Rusia sus posiciones nacionalistas han hecho más difícil acusarle de títere de Occidente. A pesar de este pasado, muchos países de la UE y Estados Unidos le reconocen como un activista por la democracia y pidieron su liberación. Esta consideración le valió para conseguir el premio Sakharov de conciencia del Parlamento Europeo por su lucha contra la corrupción y por la democracia.
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