barcelona/roma
Actualizado:Siempre ha sido una de las personas más cercanas a la mano derecha de Julian Assange, la británica Sarah Harrison, y lleva trabajando como socia periodística del creador de Wikileaks desde hace once años, poco después de que se convirtiese en la plataforma de filtraciones que ha cambiado el mundo de la información y la comunicación. Hoy, Stefania Maurizi sigue siendo una de las más importantes colaboradoras de la organización protectora de fuentes y de whistleblowers, y trabaja incansable en la defensa de su líder preso.
Durante muchos años reportera de investigación de La Repubblica, Maurizi abandonó ese diario cuando su editor se negó a apoyar al alertador del espionaje ilegal de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense, Edward Snowden, y ahora trabaja en el periódico progresista Il Fatto Quotidiano. Desde Roma, y por vía electrónica encriptada —la manera en la que siempre se ha relacionado con el universo Wikileaks—, mantiene esta entrevista con Público.
¿Cómo fueron las sesiones del juicio a Assange a las que asistió? [El juicio para decidir su extradición a EEUU se celebró en septiembre y este 4 de enero se dicta sentencia].
Fue una vista oral muy potente porque los testigos, periodistas y observadores pudieron por fin ver cómo trabajan los abogados que representan al Gobierno de EEUU, conociendo plenamente cómo sus imputaciones contra Julian Assange socavan el periodismo como jamás antes se había visto. Los letrados del Gobierno estadounidense adujeron que no se está procesando a Assange por actividades periodísticas, sino por publicar documentos sin editar que pusieron vidas en peligro, pero eso fue totalmente refutado por los testigos que mostraron cómo EEUU lo acusa sólo por recibir documentos clasificados. Y este precedente tendrá consecuencias devastadoras para cualquier periodista que obtenga documentos secretos en los que se desvelen crímenes de guerra, torturas y ejecuciones extrajudiciales, como Assange y Wikileaks hicieron.
"En diez años EEUU no ha podido mostrar ni un solo caso de muerte, heridas, torturas o prisión por culpa de Wikileaks"
También fue un juicio demoledor porque nos permitió comprobar que, a pesar de que EEUU intenta hacer que la gente crea que Assange puso vidas en peligro, diez años después de las publicaciones de Wikileaks la Casa Blanca no ha podido presentar ni un solo caso de alguien muerto, herido, torturado o encarcelado como resultado de esas publicaciones. Y fue increíble ver cómo Daniel Ellsberg [analista del Ejército de EEUU que filtró a The New York Times los papeles secretos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam] refutaba los intentos de los abogados de EEUU por trazar una diferencia jurídica entre las revelaciones de Wikileaks y las de los Papeles del Pentágono. Siempre he admirado a Ellsberg por su valentía moral, y su defensa de Assange fundamentada en argumentos racionales fue poderosísima.
¿Qué tratamiento está recibiendo ahora Assange en su celda de la prisión de alta seguridad de Belmarsh (Londres)?
Su situación actual no me deja dormir: está preso en un momento en que la gravísima pandemia está matando a cientos de miles de personas y tiene un alto riesgo de contagiarse con la covid porque padece un problema pulmonar que arrastra desde 2012. Estoy preocupadísima por su salud. En los últimos días, su compañera, Stella Moris, y el equipo de Wikileaks me contaron repetidamente que Assange está ahora en una celda cuya temperatura nocturna es de 0°C y se está congelando, literalmente. Su pareja le ha enviado ropa de abrigo, pero no se la han entregado y las prendas se han quedado en el almacén de la cárcel. Durante esta entrevista, Stella me ha tuiteado que siguen sin darle esa ropa.
Como periodista, he tratado de confirmar esa información contactando con el Ministerio de Justicia británico y, en su repuesta, la Oficina de Prensa no niega que la celda de Assange esté a cero grados por la noche. Este tratamiento es totalmente inaceptable.
¿Qué ocurrió con su teléfono móvil cuando visitó a Assange en la embajada de Ecuador en Londres?
He estado trabajando para mi periódico con documentos secretos de Wikileaks desde 2009, es decir durante los últimos once años. Y en todo este tiempo sólo he podido reunirme con Assange como un hombre libre en dos ocasiones, ¡no más! La última vez que estuve con él en libertad fue el 28 de septiembre de 2010. Después, siempre lo he visto en confinamiento: al principio bajo arresto domiciliario en Ellingham Hall y más tarde recluido en la embajada de Ecuador en Londres. Allí lo visité muchas veces, a partir de noviembre de 2012, cinco meses después de que pidiera asilo diplomático. Hasta noviembre de 2018, es decir cinco meses antes de su arresto por la Policía británica.
El fundador de Wikileaks, su equipo y todos nosotros, periodistas y visitantes, éramos conscientes de que estábamos bajo estrecha vigilancia, pero no podíamos imaginar que alguien pudiera desmontar mis teléfonos, subrepticiamente, mientras yo estaba hablando con Assange en la sala de reuniones. En octubre de 2019 descubrí imágenes de mis móviles totalmente abiertos: al parecer, la empresa de seguridad UC [Undercover, española] Global, que supuestamente debía proteger la embajada y a Julian Assange, en realidad nos estaba espiando a todos y accedió a mis aparatos electrónicos, a todos ellos. Allí tenía información muy importante, pero estaba encriptada, así que espero que permaneciese protegida. Esto ocurrió justo un mes después de que mis abogados y yo descubriéramos que las autoridades británicas habían destruido documentos clave sobre el caso Assange pese a que estaba todavía en curso de investigación y es una causa muy controvertida. Algo muy sospechoso.
¿Qué descubrió sobre cómo EEUU espiaba a Assange y las conspiraciones secretas contra él de Washington y Londres?
Creo que tenemos mucha suerte de que el magistrado español José de la Mata esté investigando a la compañía española UC Global, que proporcionaba los servicios de seguridad de la embajada de Ecuador durante el asilo de Assange allí. Esta investigación del juez de la Audiencia Nacional nos permitirá obtener pruebas fidedignas de lo que realmente ocurrió en el interior de esa embajada y saber quiénes cometieron esos actos de espionaje, violando la inmunidad diplomática.
"Los 'amigos americanos' de UC Global estudiaron planes como el de envenenar a Assange o secuestrarlo de la embajada"
Por el momento, tenemos dos testigos protegidos: uno de ellos reveló al juez que el espionaje tomó como objetivo incluso a Gabriel, el bebé de Assange y de su novia, Stella Moris. El plan era robar uno de los pañales de Gabriel para obtener su ADN y establecer si era realmente hijo de Julian. Otro testigo protegido declaró que los "amigos americanos" de UC Global estudiaron soluciones extremas para sacar a Assange de la embajada, como envenenarlo o dejar abierta la puerta de la sede para facilitar su secuestro. Estas revelaciones son altamente inquietantes y es crucial que se efectúe una investigación judicial apropiada sobre las declaraciones de estos testigos protegidos.
En cuanto a las autoridades británicas, no tenemos información sobre ninguna conspiración. Sin embargo, he pasado los últimos cinco años librando una batalla legal en EEUU, mediante la Freedom of Information Act (FOIA, Ley de Libertad de Información), en defensa del derecho de la prensa a acceder a toda la documentación sobre el caso de Assange y Wikileaks. Gracias a este litigio logré obtener pruebas concretas sobre cómo las autoridades británicas del Crown Prosecution Service (la Fiscalía del Reino Unido) contribuyeron en la creación de la maraña judicial y diplomática que ha mantenido a Assange en detención arbitraria en Londres desde 2010. Y no olvidemos que esa fiscalía británica es precisamente la que tramita la extradición de Assange a EEUU.
¿Cómo va su querella en la Audiencia Nacional contra la compañía de seguridad española que hackeó sus dispositivos móviles?
He pedido a mis abogados que presenten una querella criminal y estoy totalmente decidida a averiguar por qué los guardas de seguridad de UC Global accedieron ilegalmente a todos mis aparatos electrónicos y desmontaron mi móvil tonto (un teléfono que no es smartphone), le hicieron fotos y extrajeron la tarjeta SIM. No había nadie más en el interior de la embajada de Ecuador cuando visité a Assange en aquella ocasión, los días 29 y 30 de diciembre de 2017, cuando todo esto ocurrió. El líder de Wikileaks estaba totalmente solo con los guardas de seguridad de UC Global, así que debo asumir que lo hizo UC Global. ¿Por qué lo hizo? ¿Qué estaban buscando? ¿A cuenta de quién? Sólo una investigación judicial completa puede establecer estos hechos.
¿Qué consecuencias tendría la extradición de Assange a EEUU para él y para la libertad de prensa?
Las consecuencias serían gigantescas: si EEUU obtiene la extradición de Assange, él pasará el resto de su vida en prisión por haber publicado documentos de gran interés público. Será encarcelado en el mismo penal de máxima seguridad que el capo del narcotráfico Chapo Guzmán: ADX Florence, en Colorado. Esto no tiene precedentes: por primera vez en la historia de EEUU un periodista iría a prisión por revelar información verdadera en interés de la ciudadanía. Sería un precedente devastador para la libertad de prensa, así que no podemos perder este caso, que es el más importante desde el de los Papeles del Pentágono, hace 50 años.
Además, es el caso de un ser humano, un padre, que ha sido tratado de forma atroz durante los últimos diez años: su salud física y psicológica ha sido destruida. Durante esta última década he comprobado cómo se deterioraba su salud año tras año. No sólo he sido testigo de esa destrucción, sino que existe una evaluación mucho más cualificada y objetiva: el relator especial de la ONU sobre la Tortura, Nils Melzer, le examinó con dos médicos especialistas. En base a las pruebas médicas recogidas por esos doctores, Melzer ha dictaminado que el trato que ha recibido equivale a tortura psicológica. Hace sólo una semana, ese relator especial de la ONU instó a las autoridades del Reino Unido a poner en libertad a Assange y proclamó que "el agravado sufrimiento que se ha infligido sobre el señor Assange, como resultado de su prolongado confinamiento en solitario, supone no sólo una detención arbitraria, sino también tortura y otros castigos crueles, inhumanos y degradantes".
"El relator de la ONU ha dictaminado que el trato recibido por Assange equivale a tortura psicológica"
¿Qué está en juego a largo plazo con el veredicto del tribunal británico?
Se supone que el veredicto será emitido el 4 de enero y no soy optimista. Creo que las autoridades británicas están decididas a extraditar a Assange y que colaborarán plenamente con las de EEUU. Durante mi litigio del FOIA, el Crown Prosecution Service –que como he dicho actúa en nombre de las autoridades de EEUU en este caso– ha dejado bien claro que considera esta extradición como otra cualquiera; como si fuera un capo mafioso o un narcotraficante. Esta es la amenaza a la que hacemos frente: el periodista que reveló "Collateral Murder" [el vídeo del ametrallamiento a sangre fría de varios civiles, incluidos dos periodistas, por los tripulantes de un helicóptero del Ejército de EEUU en Irak] está en riesgo inminente de ser extraditado, como un si él fuese el criminal, y encerrado en el mismo penal que El Chapo. Es absolutamente perverso.
¿Por qué están dispuestos EEUU y el Reino Unido a violar las leyes internacionales y los derechos humanos para acabar con Assange?
EEUU quiere destruir a Assange y a Wikileaks desde el primer momento. Ya en 2008 el Centro de Contrainteligencia del Ejército de EEUU, el ACIC, había decidido que Wikileaks y sus fuentes tenían que ser liquidados. Después, cuando en 2010 Wikileaks comenzó a publicar "Collateral Murder" y los documentos secretos de la guerra de Afganistán, las autoridades de EEUU abrieron de inmediato una investigación secreta sobre Assange y sus periodistas por un Gran Jurado en Alexandria (Virginia). EEUU ha estado investigando a Wikileaks en secreto mediante ese Gran Jurado durante toda una década. Nunca se ha visto que una organización periodística fuese investigada durante diez años en Occidente, ni que sus tarjetas de crédito y cuentas bancarias fueran súbitamente bloqueadas extrajudicialmente, como ocurrió con Wikileaks cuando empezó a publicar los cables de la diplomacia estadounidense. Ni se ha visto nunca que el editor de un medio de comunicación haya sido privado de libertad para siempre por haber revelado información relevante sobre los crímenes cometidos [en Irak, Afganistán y Guantánamo] por el mismo Gobierno que lo condena.
Assange perdió la libertad hace diez años, el 7 de diciembre de 2010, y una década después se encuentra a punto de ir a prisión para el resto de su vida. Su experiencia vital en todo este tiempo es alarmante para todos nosotros como periodistas: ha pasado todo ese tiempo tratando de encontrar protección e inicialmente intentó obtener asilo en Suecia por su tradición de proteger la transparencia y la libertad de expresión. No estaba buscando un lugar donde esconderse, sino donde se le protegiera de los que quieren impedir que revele crímenes de guerra y torturas. Pero la Fiscalía sueca acabó también persiguiéndole, con una excusa que ha acabado demostrándose falsa.
"Buscó refugio en Suecia por su tradición de asilo y la Fiscalía sueca lo persiguió con una excusa falsa"
La larga lucha de Assange para encontrar protección es la misma de cualquier periodista amenazado por revelar información sensible de interés público. Y su caso ha demostrado que no existe lugar seguro para el que denuncia de forma veraz crímenes de lesa humanidad cometidos por un Estado como EEUU. Es devastador para la libertad de prensa y de expresión en todo el mundo.
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