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El Mundial de fútbol de Catar: explotación laboral, abusos y 6.500 muertos

Las condiciones de los trabajadores se suman a la ausencia de derechos humanos en el país elegido por la FIFA para organizar la máxima competición de fútbol masculino a nivel internacional.

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Imagen de archivo de las infraestructuras del Mundial de Qatar. — REUTERS

MADRID, Actualizado:

La máxima competición de fútbol masculino a nivel internacional tendrá lugar entre los días 20 de noviembre y 18 de diciembre en Catar. Será un Mundial anómalo. Mucho se ha hablado de que los partidos se jugarán por primera vez en invierno, para que los deportistas de élite no sufran las temperaturas extremas que soporta el país durante el resto del año. Pero pocas portadas, chiringuitos y tertulias matutinas han dado voz a los que llevan más de una década jugándose otro partido: sus propias vidas. Miles de trabajadores migrantes se han encargado de levantar estadios y demás infraestructuras en tiempo récord, bajo unas condiciones laborales pésimas, sufriendo abusos y siendo víctimas de explotación. Será porque no son de la élite. Y en Catar, cuando no eres de la élite, ni importas tú ni lo hacen tus derechos. 

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India, Bangladesh, Nepal, Kenia, Sri Lanka o Pakistán son algunos de sus países de origen. Suponen casi el 95% de todos los trabajadores del Mundial. Dejaron atrás a sus familias para moverse a Catar, el cuarto país con la renta per cápita más alta del mundo, y poder enviar dinero a sus casas. Dinero para pagar una vivienda o asegurar un futuro para sus hijos. Lo cierto es que los trabajadores migrantes, además de sufrir retrasos de varios meses en los pagos, apenas tienen derechos, ni humanos ni laborales, y tampoco pueden reclamarlos. Las empresas cataríes se encargan de cimentar esa falta de garantías: requisan sus pasaportes, impiden que cambien de empleo y los mantienen al margen de cualquier atisbo sindical. En definitiva, se aprovechan de su condición de personas migrantes para ejercer un claro abuso de poder, cebar sus fortunas y campar muchas posiciones por arriba. 

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Más de 6.500 personas migrantes han muerto al trabajar a 50º, sin descansos y sin medidas de seguridad

En febrero del año pasado, el diario británico The Guardian fijó en 6.500 el número de trabajadores migrantes muertos en el Mundial de Catar desde el inicio de las obras. Se dedicaban a construir estadios, zonas verdes o espacios de entrenamiento. Lo hacían bajo temperaturas de hasta 50º, sin medidas de seguridad y sin días de descanso. Tardaban meses en recibir sus ridículos salarios y las jornadas se alargaban desde primera hora de la mañana hasta que se escondía de nuevo el sol. El resultado delata miles de personas fallecidas entre 2010 (cuando la FIFA escogió Catar como sede del campeonato) y 2022. Los países de origen de las víctimas corroboran la cifra que ofrecía The Guardian. Sin embargo, las autoridades del país organizador siguen sin ofrecer datos medianamente creíbles y achacan las muertes a problemas de salud.

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Multitud de organizaciones humanitarias y sindicales han denunciado durante estos doce años las condiciones laborales de los trabajadores en Catar. Las quejas han llegado a la FIFA, que pudo haber frenado la masacre incluso antes de haberla activado. En 2010, cuando el organismo deportivo anunció que el país asiático albergaría la Copa del Mundo de fútbol masculino de este año, ya recibió numerosas críticas. Hubo alertas ante la ausencia de derechos laborales y se recordó, porque no era ningún secreto, que en Catar no se respetaban los derechos humanos, que se perseguía al colectivo LGBTI, se discriminaba a las mujeres y se censuraba la libertad de prensa. Todas estas vulneraciones siguen en pie, pero la FIFA prefiere hacer la vista gorda y poner el ojo en los billetes. Si los jeques pagan, ¿qué importa lo demás?

Explotación laboral y esclavitud (moderna)

Los trabajadores migrantes se desplazan a Catar engañados, con falsas promesas salariales muy distintas de lo que realmente perciben. Sobreviven en campamentos al borde de lo infrahumano. Muchas veces no tienen los permisos de trabajo en regla, porque las empresas se niegan a renovárselos, como represalia o simplemente para mantenerlos completamente anulados. Se les obliga a realizar trabajos forzosos. Si se atreven a decir que no, por las condiciones o por los riesgos, son amenazados con ser entregados a la policía, con su consecuente expulsión del país y con la pérdida de sus retribuciones. 

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Catar se comprometió a abolir el sistema de esclavitud laboral en 2018, pero los cambios apenas han tenido repercusión

Otra de las cuestiones que más se ha blanqueado durante toda la década es la esclavitud. Bajo una falsa apariencia de democratización, se escondía la kafala: explotación laboral adaptada a los tiempos modernos. Es el sistema de patrocinio legal que han utilizado las compañías para aprovecharse de sus trabajadores. Catar se comprometió a su abolición en 2018, tras la presión de distintos organismos ante lo que estaba ocurriendo con las obras del Mundial. Pero en la práctica, los cambios han sido escasos y las cosas siguen estando muy complicadas para la población migrante. Según esta normativa, toda persona extranjera debe tener un patrocinador (en este caso, las empresas) para poder trabajar en el país. Las empresas se aseguran así la posesión de todos los derechos de las personas migrantes: pueden confiscar sus pasaportes y dificultar que salgan del emirato sin su permiso. Las condiciones laborales las impone el patrocinador y los sindicatos están prohibidos para la mano de obra migrante.  

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La reforma del trabajo, un compromiso que no cuaja

Las infraestructuras para el Mundial de fútbol de Catar comenzaron a levantarse en 2010. Las críticas y denuncias sociales por los derechos de los trabajadores migrantes no se hicieron de rogar. Ante el aumento de las presiones, al país no le quedó otra que comprometerse con una reforma del sistema laboral. El acuerdo se fraguó en 2018. En 2020 se aprobaron dos leyes para permitir a la mano de obra migrante salir de Catar y cambiar de trabajo sin el permiso de sus superiores. De haberse aplicado correctamente, estos cambios podrían haber supuesto un buen golpe para la kafala, el sistema de esclavitud moderna que sigue manteniendo atados a los trabajadores extranjeros. Mientras la Organización Internacional del Trabajo asegura que la reforma concluye como un "hito histórico", organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch aseguran que la kafala continúa vigente y que los obstáculos para que las personas migrantes cambien de trabajo siguen siendo considerables. Los abusos y la explotación laboral se mantienen al orden del día.

El silencio de la Federación Española de Fútbol

Aunque The Guardian habla de más de 6.500 muertes, las autoridades y la organización del Mundial de Catar niegan esta cifra y apenas reconocen un pequeño porcentaje de las víctimas. Esto hace que las familias de las personas fallecidas no puedan reclamar ningún tipo de compensación al respecto. Son varias las federaciones de fútbol que han condenado públicamente los abusos y la situación de los trabajadores migrantes en el país anfitrión. Son pocas, pero entre ellas están las de Alemania, Dinamarca, Noruega o Suecia, todas integrantes de la FIFA. La delegación española todavía guarda silencio. Amnistía Internacional ha lanzado una campaña para exigir que se pronuncie y se una a sus homólogas europeas. El objetivo es elevar la presión sobre la FIFA y reclamar de forma conjunta una investigación sobre todo lo que se ha tapado durante casi trece años.

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