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No toda África celebra el 8-M: Mozambique niega el permiso a la manifestación feminista

La manifestación pacífica con motivo del Día Internacional de la Mujer convocada para este viernes por el Fórum Mulher de Mozambique en el centro de Maputo no obtuvo el permiso necesario para su celebración. "Podía provocar problemas de tráfico y polución sonora”, alegó el Ejecutivo. Esta misma semana otra marcha oficial circuló por esas mismas calles con banda musical incluida. En Mozambique, el Gobierno es feminista. Pero por encima de todo es un Gobierno de partido.

Varias mujeres, algunas embarazadas, esperan para recibir atención médica en la sala de maternidad de la localidad de Nacala, provincia de Nampula (Mozambique). AFP/Gianluigi Guercia

Pablo L. Orosa

Hace tiempo que la Frelimo, el Frente de Liberación de Mozambique que lleva dirigiendo el país desde la guerra de independencia del país, tiene miedo. Los dirigentes que un día fueron ejemplo de rectitud y compromiso, la esperanza de una democracia social en África, dejaron paso a nuevos líderes que ya no tienen tan claro el objetivo. De la utopía comunista quedan los nombres de las calles, Salvador Allende, Vladimir Lenin, Karl Marx, y el gusto por tenerlo todo bajo control.

Quedaron también los escándalos de corrupción: el último, la detención el pasado febrero del hijo del expresidente Armando Guebuza por un supuesto fraude de créditos financieros contraídos entre 2013 y 2014 por valor de 1,92 millones de euros.

Lo que no queda ya es el apoyo popular. Por eso al Gobierno no le gustan las manifestaciones que no puede dirigir. Teme que, como ocurrió en 2010, las protestas por las malas condiciones de vida vuelvan a desbordarse. Entonces dejaron una decena de muertos y casi medio millón de heridos. “El Gobierno sabe que eso puede volver a ocurrir en cualquier momento”, señala un veterano periodista que prefiere no hablar demasiado alto. Mozambique ocupa el puesto 99 de 180 en el Índice Anual de Reporteros Sin Fronteras.

Por eso, el Ejecutivo ha decidido no dar permiso a la marcha convocada por Fórum Mulher para alinearse con la huelga internacional feminista. El Mozambique de la Frelimo tiene su propio Día Nacional de la Mujer que se celebra cada 8 de abril coincidiendo con la fecha de la muerte de Josina Machel, heroína de la guerra de independencia nacida con el nombre de Josina Abiatar Muthemba y primera esposa del que posteriormente sería el primer presidente de Mozambique, Samora Machel.

No es el único país de África austral que se desmarca de la gobernanza internacional: Sudáfrica también celebra su particular fiesta nacional el 9 de agosto conmemorando la revuelta de 20.000 mujeres que tomaron las calles del país contra la legislación del régimen afrikáaner que obligaba a los sudafricanos de piel negra a llevar una identificación para poder desplazarse por la ciudad.

“En este país parece que son más importantes los coches que las mujeres”, ironiza la abogada y activista Suzete Sangula. En la última década, Mozambique ha logrado importantes avances en la protección de la mujer, especialmente con la despenalización del aborto (dejando atrás el código penal colonial de 1886 que se mantuvo vigente hasta 2011) o los 90 días de baja por maternidad. Pero en la practica son muy pocas las mujeres que conocen sus derechos. “El aborto es legal, pero son pocas las mujeres que lo saben y muchas las que mueren a causa de abortos clandestinos”, especialmente en las zonas rurales, apunta Sangula. Según los datos del Banco Mundial, por cada 100.000 nacimientos fallecen 489 mujeres en el país, ligeramente por debajo de la media de los países subsaharianos pero más del doble de la media mundial.

Más allá de las prescripciones legislativas, la tradición sigue teniendo un peso fundamental en Mozambique. Las creencias religiosas, cristianas, musulmanas y sincretistas, definen el ecosistema familiar: todavía son muchas las casas en las que las niñas tienen que encargarse de hacer la cama de sus hermanos. Con este sustrato social es muy difícil que los avances se consoliden. “La religión y nuestra propia sociedad condicionan temas como el del aborto”, insiste Sanguala, quien fue madre por primera vez hace apenas tres semanas.

“Falta también mucha planificación familiar y educación sexual, pero esos son temas tabú”, añade Ana Patricia, psicóloga de uno de los principales centros de atención primaria de la capital. Ni en las escuelas, ni mucho menos en las familias, se habla de sexo. Es, junto a la guerra civil que desangró al país durante quince años, el gran silencio de Mozambique. El tema incómodo. Y el que está destruyendo el futuro.

Porque solo el 41% de las jóvenes mozambiqueñas de 18 años han completado la educación primaria (cifra que se reduce al 23% en las zonas rurales): se casan o abandonan la escuela antes. O ambas cosas a la vez. El país tiene la novena tasa más alta de matrimonio infantil, el 48% de las jóvenes contraen matrimonio antes de los 18 años y un 14% antes de los 15, y la quinceava de matrimonios concertados.

La pobreza, continúa la joven activista Suzete Sangula, es el denominador común de este círculo. Incapaces de mantener a su familia, los padres casan a sus hijas adolescentes para obtener una dote o simplemente para reducir el número de bocas que alimentar. Quince meses (de media) después se quedan embarazadas e inmediatamente después dejan de estudiar, perpetuando su dependencia económica del marido. “Es el círculo”.

Hasta hace tan solo unos meses, cuando una joven se quedaba en estado gestacional en Mozambique estaba obligada a dejar de estudiar en los cursos diurnos y hacerlo en las clases nocturnas para no ser un ejemplo pernicioso para sus compañeras. Una práctica menos dura que en Tanzania, donde son expulsadas de la escuela, pero con las mismas consecuencias: acaban abandonando porque acudir a estudiar por la noche en un país en el que el 55% de las mujeres han sufrido algún tipo de agresión sexual es demasiado arriesgado. “Hace unas semanas, en esta misma calle donde viven mis padres, un hombre se me acercó e intentó agredirme hasta que grité y acudieron los vecinos. A mi hermana”, prosigue Suzete, “intentaron manosearla en la chapa (las tradicionales furgonetas que sirven de transporte público) aprovechando que estaba llena”.

Bastaría con terminar con estas prácticas para que el país aumentase en más de un 15% su rendimiento económico, según un informe del Banco Mundial citado por Girls Not Bribes. Pero la realidad es todavía tozuda. Esta misma semana, Luisa, una joven del Bairro 25 de Junho A, a las afueras de la capital, ha tenido que dejar de acudir a clase para ayudar en casa y permitir que uno de sus hermanos sí pueda seguir estudiando.

Un motivo más que suficiente para autorizar una manifestación por el centro de Maputo.

Tanto que al final el Gobierno ha autorizado una concentración en la plaza de la Paz, alejada de las calles más concurridas del centro, al tiempo que ha anunciado un programa junto a la Unión Europea para visibilizar la violencia de género en el país. "Eso de pensar que las mujeres son sólo las de la Frelimo debe acabar. Los dirigentes de Mozambique tienen la manía de creerse dioses en la tierra. Más opresión, más resistencia", declaró la activista Cídia Chissungo para animar a las mujeres a acudir a la concentración.

África celebra seguir luchando

Tanto que al final el Gobierno ha autorizado una concentración en la plaza de la Paz, alejada de las calles más concurridas del centro, al tiempo que ha anunciado un programa junto a la Unión Europea para visibilizar la violencia de género en el país. "Eso de pensar que las mujeres son sólo las de la Frelimo debe acabar. Los dirigentes de Mozambique tienen la manía de creerse dioses en la tierra. Más opresión, más resistencia", declaró la activista Cídia Chissungo para animar a las mujeres a acudir a la concentración.

"La situación con respecto a los derechos de las mujeres en África no es buena. Todavía tenemos un alto número de feminicidios e incluso una tasa mayor de violaciones y agresiones sexuales. A pesar de que existen leyes sólidas en la mayoría de los países africanos, el problema sigue siendo la falta de cumplimiento. Un fracaso a la hora de hacer cumplir la ley que tiene que ver con las actitudes y prácticas socioculturales. Hasta que no hayamos aclarado los valores a ese nivel, todavía nos queda un largo camino por delante”, resume Judy Gitau, responsable regional de Equality Now desde su sede en Nairobi, donde el colectivo feminista marchara bajo el lema "No seremos silenciadas”.

Por eso todo el continente mira con expectación el camino emprendido por Etiopía con la elección de la veterana diplomática Sahle-Work Zewde como presidenta del país, la única mujer con este rango en el continente tras la reciente jubilación de la liberiana, y el nombramiento de un gabinete paritario con mujeres en puestos clave en Defensa y la abogada Meaza Ashenafi al frente del Tribunal Supremo. Esta agenda feminista puesta en marcha por el primer ministro Abiy Ahmed pretende “catapultar el rol de la mujer al siguiente nivel”, asegura el investigador del Institute for Security Studies Tsion Tadesse Abebe en su último informe.

Al igual que el despliegue de un contingente de mujeres indias en la misión de paz en Liberia ayudó a incrementar un 11% en nueve años la presencia de mujeres en los cuerpos policiales del país, se espera que la presencia de Sahle-Work contribuya a multiplicar la participación política de las mujeres en el continente.

Por lo de pronto, el vuelo de Ethiopian Airlines de este 8M entre Addis Abeba y Oslo contará con una tripulación compuesta únicamente por mujeres. Un paso más en una lucha que ni empieza ni acaba en el 8 de marzo.

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