Washington
Tras las cuatro primeras votaciones estatales en Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur, las primarias demócratas celebrarán mañana una jornada que servirá de referéndum para el votante demócrata: o el giro a la izquierda que propone Bernie Sanders o las recetas moderadas del establishment del partido. Las encuestas dan como claro favorito a Sanders, a pesar del empujón que obtuvo Joe Biden en las primarias de Carolina del Sur el pasado sábado.
En el supermartes votarán 15 Estados, esta vez varios muy importantes y de mucha población como Texas y California. Esos territorios elegirán en sólo 24 horas 1.357 delegados del total de 3.979 que serán los encargados de designar al candidato del Partido Demócrata en la convención final de Milwaukee (del 13 al 16 de julio). Hacen falta 1991 delegados para obtener la candidatura.
Y quedan sólo cinco candidatos (Sanders, Biden, Warren, Klobuchar y Bloomberg) tras la retirada este fin de semana primero del millonario Tom Steyer y en la tarde de ayer, domingo, del alcalde de South Bend, Pete Buttigieg, tras los malos resultados obtenidos en las dos últimas primarias. Es una incógnita qué candidato recogerá los votos de Buttigieg y Steyer. Las encuestas dan resultados contradictorios.
En cualquier caso, según la media de los sondeos elaborada antes de ambas dimisiones por la web FiveThirtyEight, Sanders obtendría mañana 587 delegados, 305 irían para Biden, 211 para Bloomberg y 132 para Warren. Sanders obtendría sus mejores resultados en Vermont (su estado, con un 51%), California (34,4%), Colorado (30,5%), Texas (29,7%), Utah (27,5%) y Virginia (25%).
El senador por Vermont tratará de aplicar su rodillo de entre el 20% y 35% de los apoyos que las encuestas le dan en casi todos los 15 Estados que votarán mañana para salir victorioso de la jornada de mañana. Es un techo bajo pero un suelo muy alto y éste es sin duda el principal aval que tiene para obtener unos resultados decisivos puesto que en su franja ideológica (la parte izquierdista del Partido Demócrata) no tiene competencia.
El resto de los candidatos están todos en el amplio centro: desde Elizabeth Warren (la más a la izquierda en ese centro) hasta el exvicepresidente de Obama, Joe Biden, o la senadora Amy Klobuchar (los tres puramente centristas), y pasando por el multimillonario y exrepublicano Michael Bloomberg (el ala más conservadora del partido).
Se trata de un caladero de votos no muy amplio (como mucho, si a Sanders le van mal las cosas, sería del 80% del electorado) para repartir entre cuatro candidatos. Es este café para todos ellos es el que le puede dar mañana mucha ventaja a Sanders.
Así que tras una victoria estatal (Nevada), dos resultados igualados con el ya retirado Buttigieg (Iowa y New Hampshire) y una relativa derrota en Carolina del Sur (donde Biden cosechó un resultado excelente), Sanders llega en cabeza al supermartes con 58 delgados frente a los 53 de Biden, cuya candidatura resucitó en Carolina del Sur, un Estado con una amplia población negra muy favorable al expresidente de Obama.
Pero Carolina del Sur no es un Estado para nada extrapolable a los que van a votar mañana. Además, Sanders no se hundió del todo en ese Estado: obtuvo un 19,9% de los apoyos y 13 delegados. Es cierto que lejos del 48,4% y 35 delegados cosechado por Biden, pero mucho mejor que los cero delegados obtenidos por el resto de candidatos. Y las encuestas dicen que Biden no será primero en casi ningún Estado del supermartes, sólo en Carolina del Norte (apenas dos puntos por delante de Sanders) y en Oklahoma, dos Estados poco poblados y, por lo tanto, con pocos delegados.
En otra media con datos estatales realizada por la web RealClearPolitics de los diferentes sondeos realizados en los 12 Estados más importantes del supermartes, Sanders aparece como claro favorito en nueve de ellos, entre ellos California y Texas, los más importantes por otorgar el mayor número de delegados a la convención final demócrata, que se celebrará en Milwaukee en julio.
Las encuestas dicen que Biden no será primero en casi ningún Estado del supermartes
California es el que más delegados elige en todo el proceso de primarias, con 415. Sanders ganaría ahí con el 28,3% de los apoyos, muy por delante de Warren (15,3%) y Biden (14%), lo que indica a las claras que el voto latino ha virado en su apoyo hacia el senador por Vermont. Según la traslación a delegados elaborada por FiveThirtyEight, Sanders obtendría en este Estado 227, lo que le daría una ventaja enorme frente al resto de candidatos.
Exceptuando Vermont, Estado por el que es senador y donde alcanzaría un abrumador 51% de los apoyos, RealClearPolitics apunta a que Sanders obtiene entre el 20% y el 35% en todos los Estados salvo en dos: Arkansas, donde sería tercero (tras Bloomberg y Biden) con un 16 por ciento de los votos; y Oklahoma, donde acabaría también en tercera posición (y también tras Bloomberg y Biden) con un 13,5 por ciento.
Ese 13,5% sería, por lo tanto, el suelo de Sanders. Biden, sin embargo, tendrá en cinco Estados peores números que ese 13,5 por ciento (entre ellos en la decisiva California) y Warren en siete, lo que indica que la candidatura de Sanders es extremadamente estable y fiable mientras que las del resto de sus contrincantes sufrirán muchos más vaivenes, lo que puede traducirse, finalmente, en que Sanders salga del supermartes con una amplia ventaja, puesto que un resultado por debajo del 15 por ciento no da derecho a obtener ningún delegado.
"Bernie Sanders llega al supermartes con una trayectoria muy fuerte", indica el politólogo de la Universidad de Iowa, Steffen Schmidt, “en California por ejemplo si Sanders recibe más del 15 por ciento de los votos y ningún otro Demócrata alcanza esa cota, Sanders puede recibir un enorme número de todos los delegados, lo que le daría mucha ventaja".
"Además, los candidatos centristas", añade Schmidt, "son un gran problema para Biden porque tendrán su pequeña porción de votos y de delegados del establishment, así que se quitarán votos entre ellos. Posiblemente varios de estos nombres saldrán de la campaña tras la jornada de mañana".
Ante el temor de una victoria de Sanders mañana, el establishment demócrata ya se ha puesto a trabajar. "La gente no quiere la promesa de una revolución, quiere resultados. Hablar de la revolución no está cambiando la vida de nadie", aseguró Biden el sábado pasado tras su victoria en Carolina del Sur.
Tanto Biden como el resto de candidatos han atacado a Sanders en los debates electorales para tratar de presentarlo como una persona que lleva varias décadas en el Congreso pontificando sobre un mundo ideal pero con pocos resultados prácticos en su haber. Así que Biden y el resto venden pragmatismo y moderación frente a las propuestas presuntamente revolucionarias de Sanders.
Sólo que lo que los moderados llaman propuestas revolucionarias no son sino un plan de acción sobre el cambio climático, un modelo de sanidad pública universal o la erradicación de la deuda estudiantil (que asciende ya a 1,5 billones de euros, tres veces el presupuesto de España para 2019) a través de un impuesto especial para las grandes fortunas.
De modo que, frente a los ataques del establishment demócrata, el mensaje del senador por Vermont se dirige, en cambio, a una clase trabajadora que, según el análisis de la candidatura de Sanders, habría dejado de votar al partido e incluso habría basculado hacia Trump cansada, precisamente, de la falta de eficacia de los gobiernos demócratas para la mayoría social del país.
Fue por esto por lo que, en el debate electoral de la semana pasada, Sanders le reprochó a Biden su apoyo "a la guerra de Irak y a nefastos acuerdos comerciales que han perjudicado la vida de muchos millones de trabajadores americanos".
Los centristas demócratas, además, han sacado a menudo la carta de George McGovern para indicar que si Sanders ganara las primarias sería un mal candidato para derrocar a Trump. McGovern fue un candidato izquierdista que ganó las primarias en 1972 y sucumbió estrepitosamente contra Nixon.
Sin embargo, en 1972 la situación de la clase media norteamericana era de mejora y crecimiento. En 2020 la situación de la clase media es bien distinta: lleva más de una década en retroceso, cada vez más endeudada, con más desahucios, con un trabajo peor pagado, con más dificultad para adquirir una vivienda o para tener un seguro privado de calidad.
En cualquier caso, éste es el referéndum que supondrá el supermartes de mañana: o las recetas de siempre del establishment o el viraje hacia la izquierda que propone Sanders. Las encuestas indican con claridad que sucederá lo segundo. Pero esto serán los votantes demócratas de esos 15 Estados quienes tengan que corroborarlo mañana con su voto.
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