Cuando se cumplen 500 días desde el comienzo de la guerra, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha expuesto la situación de lo que ocurre en Ucrania sin paños calientes: los ucranianos "se están quedando sin munición" y por ello hay que enviarles, con el visto bueno de Europa, miles de bombas de racimo, un arma prohibida en más de un centenar de países y denunciada por la ONU, la Cruz Roja y organizaciones humanitarias por sus efectos devastadores sobre militares y civiles.
"Las necesitan", ha justificado Biden en una entrevista con el canal de información estadounidense CNN.
Estas bombas estallan en el aire y dispersan una lluvia de pequeños explosivos con temporizador en amplias áreas del frente o en poblaciones. Las bombas racimo arrasan todo y no discriminan en su potencial destructor, ni entre soldados ni entre civiles. Además, muchas de ellas no estallan inmediatamente, de forma que se convierten en letales minas antipersona.
Las bombas de racimo pueden ser disparadas desde tierra, por los obuses de 155 mm tipo OTAN que tiene el Ejército ucraniano, o desde el aire. Cada proyectil DPICM, como se denominan las que figuran en los arsenales estadounidenses, contiene 88 pequeñas bombas capaces de rociar con su mortífera metralla una superficie equivalente a más de tres campos de fútbol.
Especialmente devastadoras para la población
Entre un 10 y un 40% de las bombas de racimo no estallan al caer, por lo que mucha de esa munición podrá ser activada fatalmente por civiles incluso años después de que termine el conflicto en el que fueron utilizadas, como ha ocurrido al cabo de medio siglo en Vietnam y Laos, según denuncia el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Kiev denunció al comienzo de la guerra el uso por parte de Rusia de esta munición
Curiosamente, Occidente y el Gobierno de Kiev denunciaron al comienzo de la guerra ucraniana el uso por parte de Rusia de esta munición, que el Kremlin ya había empleado con efectos desoladores en Chechenia y Siria.
En realidad, gracias a un estudio de Naciones Unidas, sabemos que tanto rusos como ucranianos la venían utilizando puntualmente tras la invasión de 2022 y que había sido empleada por Moscú y Kiev desde 2014 en el conflicto del Donbás, uno de los detonantes de la actual contienda.
Según la organización humanitaria Human Rights Watch (HWR), el ataque con bombas de racimo por parte del Ejército ucraniano a la ciudad de Izium, en el nordeste de Ucrania, cuando trataban de arrebatársela a los rusos, causó al menos ocho civiles muertos y 15 heridos.
Un informe de Naciones Unidas indicó que las fuerzas armadas ucranianas utilizaron bombas de racimo en Izium entre marzo y septiembre de 2022, es decir, al mismo tiempo que el Gobierno de Volodímir Zelenski denunciaba su uso por el ejército ruso.
Si algo caracteriza a esta guerra de Ucrania es la hipocresía de las dos partes. En Izium, el Ejército ucraniano disparaba las bombas de racimo contra las fuerzas rusas, pero los muertos causados por estos proyectiles eran también civiles. Ucranianos.
Bombas de racimo para asegurar la contraofensiva de Kiev
Lo que ahora se pretende es utilizar las bombas de racimo de forma masiva, pues, tal y como ha reconocido Washington, el Ejército ucraniano se ve incapaz de sobrepasar la fortificada línea de frente que ha tendido Rusia a lo largo de los casi 1.200 kilómetros que separa Ucrania de los territorios ocupados por las fuerzas armadas rusas.
Los arsenales europeos se están quedando vacíos
El envío de este material permitiría a EEUU y su aliados europeos cumplir con sus compromisos con Ucrania y enviar varios miles de millones de euros en munición de artillería para cañones de 155 mm.
En estos momentos, los arsenales europeos se están quedando vacíos de esta munición y todos los stocks están siendo remitidos al ejército ucraniano.
Pese a todo el esfuerzo europeo y estadounidense para abastecer con munición de guerra a Ucrania, el suministro hace tiempo que se ha quedado muy corto.
La contraofensiva lanzada a principios de junio por el ejército de Kiev demanda cada día más y más proyectiles para intentar rebasar las defensas tendidas por Rusia en los territorios que ocupó con su invasión del 24 de febrero de 2022.
El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, ha subrayado las dificultades que la falta de munición convencional está produciendo en el ejército ucraniano y su cacareada contraofensiva.
"Los rusos se han atrincherado, han arrojado una fuerza humana significativa y muchas municiones para repeler" el avance del ejército de Kiev, ha advertido Sullivan.
Biden: los ucranianos se quedan sin munición y nosotros también
"Esta guerra es sobre municiones y (los ucranianos) se están quedando sin esa munición, y a nosotros nos queda poco", reconoce Biden en la entrevista con la CNN, en la que señala que ese envío de bombas racimo a Ucrania sería por un "periodo de transición", hasta que europeos y estadounidenses puedan proveer sin dificultades municiones de 155 mm a la artillería ucraniana.
Biden explica que esta "difícil" decisión ha sido consensuada con los aliados de Estados Unidos. No obstante, tanto Alemania como España han manifestado ya serias objeciones al despacho a Ucrania de una munición que ha sido denunciada internacionalmente por el daño colateral a civiles.
La OTAN se lava las manos
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se ha lavado las manos sobre el suministro de esta munición y ha señalado que cada estado miembro de la Alianza Atlántica es libre para decidir si envía o no bombas de racimo a Ucrania. "Corresponderá decidir a los Gobiernos no a la OTAN como Alianza", ha aseverado.
Seguramente el abastecimiento de bombas de racimo a Ucrania será uno de los temas que ocuparán la agenda de la cumbre que la OTAN celebrará el 11 y 12 de julio en Vilna, además de las dificultades que se plantean para una eventual adhesión de Kiev a la Alianza Atlántica.
Rusia: este paso acerca la III Guerra Mundial
La reacción rusa no se ha hecho esperar. El embajador ruso en EEUU, Anatoli Antónov, considera que la decisión de enviar bombas racimo a Ucrania es "un gesto de desesperación" e "impotencia" de los aliados de Ucrania ante la falta de éxitos en la contraofensiva de Kiev.
Antónov ha advertido de que este nuevo traspaso de una línea roja en la guerra de Ucrania por parte de EEUU "acerca a la humanidad a una nueva guerra mundial". El embajador no comentó por qué Rusia ha utilizado hasta la saciedad estas bombas racimo.
El presidente de EEUU se saltará las objeciones del Congreso
Oleksii Réznikov: "Las municiones de racimo serán utilizadas solo en campo abierto donde haya militares rusos"
Estados Unidos no ha firmado la Convención internacional para la prohibición, tenencia y transferencia de este tipo de munición, como sí han hecho 123 países. La última vez que el ejército estadounidense utilizó bombas de racimo fue en la guerra de Irak, entre 2003 y 2006.
Aunque el Congreso estadounidense sí ha restringido la entrega de estas bombas por el Pentágono a terceros, la Casa Blanca considera ahora que es posible pasar por encima de los legisladores de su país para acometer esta decisión, muy bien acogida por los ucranianos.
"Las municiones de racimo serán utilizadas solo en campo abierto donde haya una concentración de militares rusos", ha especificado el ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Réznikov, obviando la matanza de Izium de civiles ucranianos con bombas de racimo lanzadas por el ejército ucraniano.
Kiev: indispensables para matar “criminales de guerra”
En un mensaje de Twitter, Réznikov deja claro que el uso de esas bombas de destrucción indiscriminada está más que "justificado" en el caso ucraniano. "Nuestra posición es simple: necesitamos liberar nuestros territorios temporalmente ocupados y salvar las vidas de nuestra gente. Para ello tenemos que infligir pérdidas al enemigo -criminales de guerra, violadores y saqueadores- que están ocupando nuestros territorios".
Con esa categorización del enemigo, cualquier medio para aniquilarlo está justificado. Y toda denuncia por parte de organizaciones internacionales, como el Comité Internacional de la Cruz Roja, HRW o la propia ONU, se convierte en un acto prorruso.
Lo ha dicho así el asesor de la Presidencia ucraniana Mijailo Podoliak: "los activistas por los derechos humanos lanzan una agresiva campaña de lobby no para expulsar a Rusia de la ONU sino para torpedear el suministro de armas a Ucrania".
Podoliak ha justificado y dado la bienvenida al uso de las bombas de racimos, porque, al fin y al cabo, la guerra en Ucrania "es sangrienta" y son necesarias "más y más armas".
HRW: los efectos sobre civiles son crímenes de guerra
Sin embargo, HRW insiste en que, aunque el uso de bombas de racimo para atacar fuerzas enemigas no es ilegal según la legislación internacional, sus efectos en la población civil, ya sea lanzándolas sobre núcleos de población o por sus acciones devastadoras al "minar" amplias superficies de terreno, sí podrían ser considerados crímenes de guerra.
Y la guerra, se quiera ver o no por los líderes europeos y los generales del Pentágono, es en territorio ucraniano y los civiles expuestos a esta intensificación de la guerra y a las bombas de racimo rusas o estadounidenses son ucranianos.
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