Que la primera sesión de cine en Galicia tuvo lugar en el Circo Coruñés en 1896 es un hecho indubitado. Se sabe dónde y cuando, pero este reportaje descifra dos incógnitas fundamentales: el proyector que se empleó y las películas que se exhibieron.
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Los tres principales periódicos que había en la época en la ciudad coruñesa (El Diario de Galicia, El Telegrama y La Voz de Galicia) hablan en todo momento del "cinematógrafo", pero por entonces había numerosos ingenios similares en circulación y, como el creado por los hermanos Lumière era el de mayor fama y el de mejor funcionamiento, en muchas ocasiones se presentaba como cinematógrafo lo que no lo era. En cuanto a las películas ("cuadros" o "vistas", en la terminología de la época) de las que pudieron disfrutar aquellos espectadores, hay descripciones detalladas de varias de las piezas en esos mismos periódicos, y son esas crónicas las que, a la falta de una evidencia irrefutable, permitieron a los historiadores de cine elaborar una hipótesis. "Tenemos casi la completa certeza de que el proyector era de patente británica", se aventuraba el gallego José Luis Castro de Paz, referencia internacional en el estudio del cine primitivo, en el catálogo de la exposición José Sellier en A Coruña: los comienzos del cine español (2013). Tras los hallazgos que detallaremos en este reportaje, podemos confirmar que el presentimiento de este catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Santiago de Compostela era certero: en efecto, el proyector de esa primera sesión fue un animatógrafo, invento del británico Robert William Paul, autor también de varias de las películas proyectadas en esa histórica jornada.
El Circo coruñés
Viajemos ahora al origen, al 2 de septiembre de 1896. Los señores Pedregal y Ramos, empresarios promotores del espectáculo, eligieron como escenario el Circo Coruñés. Era una instalación multifuncional basada en un diseño del arquitecto Juan de Ciórraga, autor de buena parte de los edificios que dan personalidad arquitectónica a la ciudad coruñesa, las galerías de la Mariña. Primero, en 1884, se situó en la plaza de María Pita y, desde mediados de 1888, en el terreno donde hoy se yergue el edificio de la Autoridad Portuaria. "El Circo Coruñés reúne excelentes condiciones y tiene capacidad para cerca de 2.000 espectadores. Desde que ocupa lana situación actual, han trabajado buenas compañías líricas y dramáticas y ecuestres, habiéndose visto muy favorecido por la distinguida sociedad coruñesa. En el carnaval se celebran bailes públicos en dicho local y también suelen celebrarse en él meetings y otras reuniones populares", apunta Robustiano Faginas en su Guía-indicador de La Coruña y de Galicia para 1890-91. Se trataba, por lo tanto, de un recinto muy amplio (2.000 espectadores), que superaba en capacidad del Teatro Principal (hoy Teatro Rosalía), donde entraban 1.374 personas.
La última maravilla del siglo
Antes que a A Coruña, el cine había llegado, entre mayo y agosto, a Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, San Sebastián, Santander, Bilbao, Alicante, Gijón, Murcia y Avilés. El proyector no era siempre el mismo (animatógrafo de Robert W. Paul, cinetógrafo de George William de Bedts, motógrafo de Joseph Rous y cinematógrafo de los Lumière), pero el impacto fue similar: asombro generalizado.
En la capital, pionera en España, el animatógrafo se adelantó a todos. Llegó de la mano del húngaro Edwin Rousby, enviado especial de Robert W. Paul. Se presentó el 11 de mayo de 1896 en el Circo Parish. Tras su estancia en Madrid, donde compitió con el cinematógrafo, Rousby se fue en junio a Portugal, país en el que permaneció hasta enero de 1897. Por tanto, no fue el húngaro quien trajo el animatógrafo a Galicia, por lo menos en persona. Hay fuentes que indican que poseía dos proyectores, y, por lo tanto, uno de ellos podría ser el que viajó a la Coruña, pero tiene poco sentido porque la lógica hace pensar que en ese caso habría hecho escala en otras ciudades gallegas antes de llegar a la herculina. Por eso no podemos descartar la opción de que los señores Pedregal y Ramos, promotores de la sesión en el Circo Coruñés, trajeran un aparato directamente de Gran Bretaña, conectada intensamente por vía marítima con la Coruña, segunda ciudad española, tras Madrid, que recibió el animatógrafo, un proyector que Robert W. Paul había presentado el 20 de febrero de ese mismo año en Londres, y que puso a la venta al mes siguiente.
El miércoles 2 de septiembre de 1896 un nuevo entretenimiento se presentó por primera vez en Galicia
Fuera como fuera, el caso es que el miércoles 2 de septiembre de 1896 un nuevo entretenimiento se presentó por primera vez en Galicia. Como novedad que era, requirió una explicación: "Una serie de fotografías en movimiento, ampliadas por una poderosa lente y proyectadas sobre una superficie blanca, constituyeron en resumen el mecanismo del cinematógrafo. La ilusión es perfecta, resultando una hermosa colección de fotografías animadas", se pudo leer al día siguiente en El Telegrama. Tras esa sesión del día 2, reservada para las autoridades y la prensa, en la jornada siguiente se realizaron los primeros pases para el público en general: "¡Grandioso descubrimiento! ¡Última maravilla del siglo!", anunció ese mismo periódico.
Los pases, cada media hora, empezaban a las 20.30 y terminaban a las 24. Constaban de ocho "vistas", y se advertía de que en caso de que alguna quedara inutilizada sería sustituida. Aunque no todas ellas se conservan, podemos suponer las principales características de las películas: rodadas en un exterior con luz natural, con un plano único e inmovilidad total de la cámara, y con no más de un minuto de duración.
La entrada en silla y banqueta costaba una peseta (el equivalente a la suscripción mensual a un periódico local), y en bancada se reducía a 50 céntimos. Pasado el efecto sorpresa, el precio se redujo notablemente en las dos últimas jornadas, las del 9 y 10 de septiembre.
Seguramente asistió a a alguna de estas sesiones el fotógrafo local José Sellier, buen amigo de los hermanos Lumière y siempre atento a las últimas novedades tecnológicas en el ámbito de la imagen.
Las primeras películas
Lo que permite conocer qué tipo de proyector y qué películas se pasaron en esas primeras sesiones gallegas de cine es una noticia publicada ese último día, información que estuvo hasta hoy fuera del radar de los especialistas. Se publicó en El Diario de Galicia, por aquel entonces el periódico más vendido de la ciudad. Dice así: "Hoy es la última exhibición del Cinematógrafo, con arreglo al siguiente programa: 1ª Preciosa marina con figuras y embarcaciones, 2ª Llegada del Express a la la estación de París, 3ª Sobre cubierta del Victoria 4ª Carreras de caballos del gran premio en Londres, 5ª Movimiento de carruajes sobre el puente del Thámesis 6ª Las grandes regatas de Stanley, 7ª Célebre prestidigitador en la gran Ópera de París, 8ª Hermosa niña saltando a la comba en la fuente de la Teja (Madrid) (...)".
De todas las noticias publicadas sobre esas sesiones fundacionales, es la única que menciona los títulos, y de ahí su importancia. Porque en seis de los ocho casos se pueden establecer correspondencias entre esos títulos y las películas del catálogo de Robert W. Paul, el pionero del cine británico. Sin embargo, no fue un cinematógrafo –como dice la noticia de El Diario de Galicia por desconocimiento del redactor– lo que funcionó en esos días en el Circo Coruñés: se trató de un animatógrafo, un invento de Paul a partir del cinetoscopio de Edison, que era un aparato que solo permitía la visión individual.
Según las descripciones de la prensa, en Preciosa marina con figuras y embarcaciones se vio la llegada a la playa de una lancha, cuyos remeros se lanzan al agua para conducir hasta tierra, en brazos, la os viajeros, entre ellos una mujer. Esta pieza de toques cómicos, que se proyectó con éxito en la primera sesión coruñesa, podría ser Landing at Low Tide (1896), una película del catálogo de Robert W. Paul dirigida por Birt Acres. Se conserva por lo menos una copia en una colección privada.
Llegada del Express a la estación de París se pasó el primer día (2 de septiembre) y, a petición masiva del público, se tuvo que repetir en una de las sesiones del segundo (3 de septiembre). Por lo tanto, es la primera película de éxito proyectada en Galicia. Las crónicas describen la llegada de un tren, el descenso de los viajeros y los chicos cargando equipajes. Creemos que se trata de Arrival of the Paris Express (1896), del propio Robert W. Paul, en la que unos pasajeros llegan a la estación de Calais.
En Carreras de caballos del gran premio en Londres, los asistentes se asombraron al ver el público saltar las vallas e invadir masivamente la pista del hipódromo. El historiador de cine José Luis Castro de Paz sospechaba que el proyector de las sesiones del Circo Coruñés en 1896 era de patente británica porque la descripción periodística de una de las películas encajaba con The Derby (1896). Pero ese argumento también podría corresponderse con otra película perdida, también concebida para otro proyector. El hecho –ahora conocido– de que se incluya en un pase junto a otras vistas perfectamente identificadas de animatógrafo confirma que, en efecto, se trata de The Derby, rodada por Robert W. Paul en junio de 1896 en el derby hípico de Epsom. El British Film Institute (BFI) conserva una copia de esta película.
De cuatro de las cintas vistas no hay descripciones: Sobre cubierta del Victoria, Las grandes regatas de Stanley, Movimiento de carruajes sobre el puente del Thámesis y Hermosa niña saltando la comba en la fuente de la Teja (Madrid). A pesar de la falta de detalles, identificamos las tres primeras.
Sobre cubierta del Victoria es, sin duda, On the Calais Steamboat (1896), una película en la que los espectadores pudieron ver a Yvette Guilbert en el SS Victoria, mientras el barco navegaba de Dover a Calais. Es la primera gran estrella de cine que los gallegos admiraron: Guilbert era una cantante y actriz francesa muy famosa, que fue pintada por Picasso y Toulouse-Lautrec.
Las grandes regatas de Stanley es un fime realizado por Robert W. Paul en julio de 1896 durante una famosa competición de remo (Real Regata de Henley). Su título original es Henley Regatta (1896). Por lo tanto, se trata de una película deportiva, como la antes analizada The Derby (1896).
Movimiento de carruajes sobre el puente del Thámesis es Blackfriars Bridge, rodada también por Robert W. Paul en ese puente, por el que circulan carruajes y personas, algunas de las cuales miran a la cámara. El British Film Institute (BFI) custodia una copia de esta película.
En cuanto a la vista protagonizada por la niña – Hermosa niña saltando a la comba en la fuente de la Teja (Madrid)–, es sabido que el operador Henry W. Short, asociado con Robert W. Paul, rodó en Madrid –también en Sevilla y Cádiz– varias películas documentales entre agosto y septiembre de 1896. Con todo, no consta que en ninguna de ellas haya una niña saltando a la cuerda.
Tampoco logramos identificar una película que la prensa refiere como Célebre prestidigitador en lana gran Opera de París, y de la que hay una breve descripción en El Telegrama: "Un prestidigitador efectúa diferentes escamoteos y transformaciones". De ese mismo año 1896 es Séance de prestidigitation, del parisino Georges Méliès, quien le compró un animatógrafo a Robert W. Paul.
La llegada del cinematógrafo
El resto de Galicia tendrá que esperar por lo menos hasta el año siguiente para disfrutar del nuevo entretenimiento. Una empresa portuguesa constituida para la explotación del cinematógrafo ejercerá ese papel "evangelizador". La forman Alexandre Padres de Azevedo y Lima, conocido actor, y Augusto Cesar Marques y Caldera, quien hará a veces de proyeccionista en esta gira de presentación.
Entre abril y julio de 1897 visitarán siete ciudades gallegas, pero en una de ellas se encontrarán, para su mayúscula sorpresa, con competencia local. La intención de los empresarios –lógica, pues procedían del vecino Portugal– era arrancar su periplo en Vigo, pero al no encontrar local adecuado en la ciudad olívica deciden ir con el invento la otra parte, en concreto a Pontevedra.
Así, el sábado 17 de abril recalan en el Teatro del Liceo (hoy, Teatro Principal). Lo hacen para presentar "la maravilla del siglo", como indican en los panfletos que reparten por la ciudad: es el cinematógrafo Lumière. "No confundirse con los aparatos de este género presentados hasta hoy, pues él único y verdadero es éste", añade la publicidad. Pontevedra se convierte así en la primera localidad gallega que recibe el invento de los hermanos franceses, puesto que el aparato que había funcionado en el Circo Coruñés el año anterior era, como se acredita definitivamente en este reportaje, un animatógrafo.
De este modo, el cinematógrafo llegó la estas tierras quince meses después que a París –el 28 de diciembre de 1895 se realizó la primera sesión pública del cinematógrafo Lumière, en el Salón del Alexandre Padres de Azevedo y Lima – y once más tarde a la primera ciudad del Estado, Madrid, que lo recibió el 13 de mayo de 1896.
Las funciones pontevedresas, que se desarrollaron a las 19, 20, 21 y 22 horas, fueron muy célebres: "El éxito del espectáculo fue rotundo, pues a pesar de contar con unos precios muy elevados para la época y que casi nunca más volvió a alcanzar el cine en todo el período mudo –1,50 ptas. butaca y 0,50 general para asistir a la presentación– permaneció nueve días en cartel, lo que era muchísimo tiempo para una población de poco más de veinte mil habitantes", cuenta Carlos Aurelio López en su libro El nacimiento de una ciudad. La implantación del cine en Pontevedra.
Las siguientes escalas de Azevedo, Marques y su proyector serán Vigo (a partir del 29 de abril de 1897), Tui (desde el 13 de mayo), A Coruña (desde el 23 de mayo), Betanzos (desde el 11 de junio), Ferrol (desde el 16 de junio) y Lugo (desde el 7 de julio). Es en su cuarta parada, en A Coruña, cuando se llevarán una sorpresa: el 23 de mayo, el mismo día en que se presentan en el número 25 de la calle Real, el fotógrafo local José Sellier activa otro cinematógrafo en el número 8, en el Bazar de la Industria. En ese mismo local, este operador presentará las primeras películas del cine español rodadas con cámara Lumière por un operador ajeno a la casa francesa. Algunas de ellas llevan títulos tan autóctonos cómo Orzán, oleaje; Fábrica de Gas o Plaza de Mina. Pero esa ya es otra historia.
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