Opinión
Las izquierdas europeas ante el rearme


Por Pablo Castaño
Periodista y profesor de Ciencia Política en la UAB
El plan de rearme presentado por Ursula von der Lyen está obligando a recolocarse a todos los actores políticos europeos, tanto los que están en el gobierno como las fuerzas de oposición. Entre ellas, los partidos situados a la izquierda de la socialdemocracia. La mayoría se oponen a la vía militarista pero existen diferencias entre ellos y no pocas contradicciones internas. Por su parte, los grandes sindicatos europeos están divididos entre partidarios y detractores del rearme.
Una de las posturas más claras es la de La Francia Insumisa. “Rechazo que los franceses se sacrifiquen para financiar la guerra”, afirmó la eurodiputada Manon Aubry tras el anuncio de Macron de “inversiones suplementarias” para el rearme. El líder ‘insumiso’, Jean-Luc Mélenchon, defendió en su blog la “estrategia de no alineamiento” y la “diplomacia altermundialista” como alternativa a “las lógicas guerreras”. La Confederación General del Trabajo, el principal sindicato de izquierdas, ha reclamado que Francia “trabaje por la desescalada de armas y firme el tratado de prohibición de las armas nucleares”. En una declaración de 2024, la sección del sindicato en la empresa armamentística Thales rechazó la exportación de armas mientras afirmaba que la CGT “no se opone a la industria del armamento si sirve para defender a una población […] contra una agresión”. Equilibrios propios de una potencia que es el segundo exportador mundial de material militar, después de Estados Unidos.
La situación es más confusa en Alemania. Die Linke ha hecho bandera de la oposición al rearme y en el Bundestag (cámara baja) votó contra la reforma constitucional impulsada por democristianos, socialdemócratas y verdes para eliminar los límites al endeudamiento y aumentar el gasto militar. Sin embargo, la aparente unidad del partido de izquierda se rompió cuando la propuesta llegó al Bundesrat (cámara alta): los representantes de Die Linke, nombrados por los dos gobiernos regionales en los que participa el partido (junto al SPD y Los Verdes) votaron a favor, provocando un terremoto interno, con las juventudes de Die Linke en Berlín exigiendo la dimisión de los parlamentarios díscolos. Esta división se suma a las ambigüedades del partido respecto al genocidio israelí en Gaza, alimentado en gran medida por armas alemanas. La cúpula de IG Metall, el mayor sindicato alemán, ha apoyado la reforma de la Constitución, si bien ha incidido más en las inversiones en infraestructuras que en la parte militar del paquete.
En Italia, donde los partidos a la izquierda del Partido Democrático están en una situación de marginalidad, diversos movimientos sociales y organizaciones políticas como Potere al Popolo convocaron el 15 de marzo una concentración contra el rearme que reunió entre 4.000 y 5.000 personas en Roma –en paralelo a la marcha convocada por el intelectual Michele Serra y el diario La Repubblica, “a favor de Europa” y con una posición ambigua respecto a la carrera armamentística, a la que acudieron cerca de 40.000–. CGIL, el mayor sindicato italiano, se ha opuesto al rearme, denunciando que: “Los 800.000 millones de euros […] son en realidad recursos sacados del Estado del bienestar”. El 62% de los italianos consideran que “hay gastos más urgentes que la defensa”, según una encuesta de Cluster 17, el porcentaje más alto de los países consultados.
Aún más frágil es la situación de la izquierda en Reino Unido, cuyo gobierno está intentando aprovechar el impulso belicista para acercarse a la Unión Europea. El exlíder laborista y todavía diputado Jeremy Corbyn – militante pacifista desde hace décadas – denunció en un artículo que “niños hambrientos y pensionistas congelados son el precio para financiar guerras sin fin”, aludiendo a las consecuencias de los recortes sociales aprobados por el Partido Laborista. Los grandes sindicatos están divididos: Unison no ha manifestado una postura explícita, mientras que Unite “celebró el incremento en defensa hasta el 2,5% del PIB”.
La escalada militar europea obliga a todos los actores políticos y sociales a elegir bando. Las organizaciones situadas a la izquierda de la socialdemocracia oscilan entre el miedo a alejarse demasiado del nuevo ‘mainstream’ político (sumado al tradicional corporativismo de algunos sindicatos) y la posibilidad de construir una postura propia, que rechace el marco del rearme como única posición realista en el nuevo momento geopolítico.
Además de las obvias razones morales y políticas para oponerse a una carrera armamentística, la segunda opción acercaría estos partidos a amplias capas de la opinión pública, que a pesar del bombardeo mediático siguen oponiéndose al rearme. Sería poco hábil dejar a la extrema derecha – que en algunos países se está poniendo un hipócrita disfraz pacifista – la representación política del bando de la paz, por un miedo injustificado a alejarse del pensamiento único militarista marcado por las élites europeas… y celebrado por la industria armamentística.
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