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30 aniversario de la Expo 92 Treinta años después de la Expo 92 Sevilla tiene tres de los cinco barrios con menos renta de España

El empuje económico que debió suponer la Exposición Universal dejó al margen a algunas zonas de la capital andaluza

Vista del tren monoraíl de la Expo de Sevilla cerca del Pabellón de España, en un imagen de junio de 1992. Lotfi RACHIDI / AFP
Vista del tren monoraíl de la Expo de Sevilla cerca del Pabellón de España, en un imagen de junio de 1992. Lotfi Rachidi / AFP

La Exposición Universal trajo a Sevilla el AVE, el primer tren de velocidad que se puso en marcha en España, un nuevo aeropuerto, conexiones por autovía con el resto de las capitales andaluzas, una ronda de circunvalación como la M-30 que tenía Madrid, una serie de infraestructuras que la convirtieron en una ciudad de nivel europeo. Pero todo aquello no acabó con las desigualdades. Treinta años después de la inauguración de la muestra, Sevilla tiene tres de los cinco barrios con la menor renta per cápita del país.

Los datos de Indicadores Urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que recoge información sobre condiciones de vida de las ciudades europeas reflejan que el desarrollo socioeconómico de la capital hispalense ha sido muy desigual y que la locomotora que quiso ser la Expo 92 no tiró de todos sus barrios. Algunos se quedaron descolgados de la máquina tractora que pretendió representar la Exposición con la que se conmemoró el quinto centenario del descubrimiento de América. Sobre todo, dos, los que se encuentran en el Polígono Sur y en el núcleo de Los Pajaritos y Amate, al sureste, donde viven en total unas 100.000 personas.

Esas dos zonas de Sevilla tienen una renta media por habitante de 5.329 y 5.757 euros, respectivamente, según los últimos datos registrados por el INE, del año 2018, lo que supone casi nueve veces menos que los ingresos medios de los cinco barrios de España con la mayor renta, todos de Madrid, el primero de los cuales se acerca a los 45.000 euros.

Meses antes de que se inaugurara la Expo en Sevilla, una veintena de familias que vivían en unos bajos comerciales abandonados del Polígono Sur junto a la avenida de la Paz, la vía principal de esa zona de la capital hispalense, la que lleva al centro de la ciudad, fueron realojadas en unas casitas prefabricadas, con tejado de uralita. Treinta años después, esas casitas siguen ahí, aunque se habían levantado con carácter provisional mientras se les buscaba a sus ocupantes unas viviendas más decentes. Esas casitas son la muestra de lo que ha pasado al sur de la capital andaluza en estas tres décadas, dice Rosario García, portavoz de la Plataforma vecinal del Polígono Sur Nosotros También Somos Sevilla.

"Pusieron las casitas porque las familias estaban en unos bajos en ruinas en la entrada de Sevilla para la Expo y no querían que se viera la mierda. Pero lo hicieron como si fuera un gueto. Pusieron un muro cerrando las casitas, aunque ellos poco a poco fueron tirándolo", recuerda la portavoz vecinal. El pasado mes de marzo, treinta años después, el Ayuntamiento aprobó la adjudicación de las obras de demolición de esas viviendas prefabricadas, cuyos ocupantes serán realojados.

Rosario García tiene muy claro el balance de estas tres décadas en el Polígono Sur: "No se ha avanzado nada, al revés. Cada día, un paso atrás". Se han construido nuevas infraestructuras escolares, de salud, de servicios sociales, instalaciones deportivas, culturales, pero los problemas persisten y el barrio se mantiene a la cola, no sólo de la ciudad, sino de toda España. "Se han hecho cosas, temas de ladrillo, como decimos nosotros, pero para las personas, no. Y lo que nosotros queremos es que la gente viva dignamente, que no tenga que vivir de la caridad, de las subvenciones", reprocha la portavoz de También Somos Sevilla.

Uno de los problemas endémicos del Polígono Sur es la falta de regularización de una buena parte de las viviendas, la ausencia de control sobre los legítimos inquilinos de las viviendas que pasan de mano en mano sin registro alguno, sin papeles de por medio, un desbarajuste que aprovechan quienes estando al margen de la ley prefieren el anonimato, entre ellos los que últimamente se dedican al cultivo de marihuana para traficar con ella. Esos cultivos interiores necesitados de mucha luz son los que están reventando los transformadores de la zona con unos incendios que han dejado sin electricidad desde hace más de un mes a unas 250 familias, anomalía que no han sido capaces de solventar todavía la Junta, propietaria de las viviendas, y la compañía suministradora, Endesa.

Y mientras esto sucede, desde el Polígono Sur se puede ver cómo ha mejorado Sevilla, lo ve Rosario García y el resto de los 50.000 vecinos de este conjunto de barrios que incluyen las populares Tres Mil Viviendas. "El centro de Sevilla es una maravilla, la avenida de la Constitución, la calle San Jacinto, peatonalizadas, se puede ir en muy poco tiempo a Madrid, que antes tardabas un montón de horas... Pero todo eso coge lejos. ¿Todo eso ha repercutido en la gente que vive en la periferia? Yo ni olvido ni perdono lo que pasa en el Polígono Sur", advierte su portavoz vecinal.

Las grandes exposiciones

La cuestión es si tan sólo con un gran acontecimiento como la Expo 92 se puede hacer avanzar a toda una ciudad. El geógrafo de la Universidad de Sevilla Ibán Díaz sostiene que la capital andaluza, fuera del impulso que supieron dos exposiciones, la Iberoamericana de 1929 y la Universal de 1992, no ha sido capaz de ordenar su crecimiento de otro modo. Antes de la primera, la ciudad no tenía ensanche. Luego, creció mucho demográficamente, pero de una forma deslavazada: "Fue un crecimiento desorganizado, sin previsión de dotaciones, muy caótico, de desarrollismo. La Expo 92 reordenó la ciudad", explica.

A juicio de este geógrafo, no hay economía urbana que no pase por la organización del territorio. "La Expo –señala- no es solo el recinto de la Expo, el remoce de las infraestructuras viarias y la adición de otras nuevas, que es lo que absorbe más dinero: soterramiento del ferrocarril, creación de la estación de Santa Justa, SE-30. Todo eso implica una reestructuración del valor de las zonas". Como resultado de ello, el eje Santa Justa-San Bernardo y gran parte del centro, que eran zonas degradadas y populares en los años 80, "Beirut en algunos casos, se aburguesan, se gentrifican. Se produce un regreso a la centralidad", dice.

Y al mismo tiempo que las zonas centrales de la capital se revalorizaron, otras partes de la ciudad entraron en un declive tremendo, según Ibán Díaz. "El Polígono Sur que conocemos hoy –explica- empezó a irse a pique en los 90. En los 80, Los Pajaritos y Tres Barrios no tenían la degradación que tienen hoy. En Sevilla crecen algunas zonas y otras quedan olvidadas y se hunden en una espiral de degradación. La reestructuración del centro urbano fue un éxito en ese sentido: un visitante puede ir al centro y ni siquiera imaginar que eso otro existe hoy en Sevilla".

Sin embargo, Díaz considera que el abandono de algunos barrios es "tal vez más casual". "No creo que nadie quisiera que parte del Polígono Sur se convirtiera en un gueto social como ha ido pasando. Ahora bien, cuando decides invertir en un lugar y no en otro, eso manda señales: toda valorización de una zona tiende a implicar la desvalorización de otras. Había una estrategia de convertir Sevilla en un centro logístico y de transportes y en una ciudad turística. Se amplía su potencialidad muchísimo", advierte.

En lo que ocurrió con motivo de la Expo 92 pudo desempeñar un papel muy relevante la empresa pública de ferrocarriles, Renfe, según este geógrafo de la Universidad de Sevilla. "Renfe –apunta– fue un enorme especulador con los suelos de Sevilla. Soterramiento, ramales… Renfe impone cómo se van a reorganizar numerosos solares y el Ayuntamiento estaba pendiente de Renfe. De ahí que todo el frente del río, desde Plaza de Armas hasta San Jerónimo sean hoy torres de lujo, viviendas libres, máximas densidades. Todo el corredor Santa Justa-San Bernardo prácticamente lo mismo. Hubo una especulación enorme en beneficio de Renfe y todavía existen terrenos de engorde para el beneficio de Renfe y en parte, del ayuntamiento. Fue una operación especulativa enorme".

La degradación de Tres Barrios-Amate

Las organizaciones vecinales de la zona de Tres Barrios-Amate, el otro núcleo de Sevilla que se sitúa a la cola de España en renta media por habitante, llevan años denunciando la situación de sus barrios, reclamando un plan integral de actuación de las administraciones públicas que aún no se ha aprobado para atajar una degradación progresiva, un crecimiento de la pobreza fácilmente observable al pasear por sus calles. Al comienzo de la pandemia, esas organizaciones advirtieron de que el confinamiento y la parálisis económica causada por la covid-19 iban a producir "situaciones de auténtica emergencia social".

Alarmantes tasas de paro y precariedad laboral, amplias bolsas de economía sumergida, pésimas condiciones de una buena parte de las viviendas y un notable déficit de infraestructuras han convertido a este núcleo de Sevilla en un serio aspirante, si no lo es ya, a convertirse en otro Polígono Sur. El mayor acontecimiento que ha vivido Tres Barrios en los últimos años ha sido el paso del Jesús del Gran Poder, uno de los más populares y venerados de la capital andaluza, que en octubre se desplazó a esta parte de la ciudad en una misión de la hermandad del conocido como el Señor de Sevilla.

Tal fue el acontecimiento que la plataforma vecinal de Tres Barrios-Amate dijo que el traslado del Gran Poder había servido para ubicar en el mapa urbano a esos barrios "y a eliminar prejuicios y estereotipos", poniendo en evidencia que, pese a todos los problemas y dificultades, sus vecinos "participan de la vida de la ciudad como cualquier otra barriada".

Treinta años después de la Expo 92 quedan otros recuerdos de aquel acontecimiento, otros sucesos que nunca han sido explicados, como la represión policial de las manifestaciones contra la celebración de la muestra universal, que se saldó con tres heridos de bala, 84 detenidos y 42 expulsados de España después de pasar varios días arrestados en una comisaría del centro de la ciudad.

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