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Análisis La política en Andalucía se mueve al ritmo que marca Vox

La ultraderecha logra que su discurso se expanda con eco por toda la Comunidad, mientras el Gobierno de coalición de PP y Ciudadanos contribuye a normalizar sus planteamientos

El presidente del PP-A, Juanma Moreno, estrecha la mano con el líder andaluz de Vox, Francisco Serrano. - EFE

raúl bocanegra

La petición del partido de ultraderecha Vox de los nombres de los trabajadores y trabajadoras de los servicios contra la violencia machista fue este miércoles rechazada, como es natural. Contraviene el artículo 7 del reglamento del Parlamento de Andalucía, que protege los datos personales de los trabajadores públicos, y ha caído, por tanto, por el momento, en el baúl de los malos recuerdos.

A pesar de que pueda parecer una derrota de Vox, la realidad es que todo este asunto -y la polémica causada- es una nueva victoria del partido de ultraderecha. Vox no va a parar. Con 400.000 votos y doce diputados es el partido con menos representación parlamentaria. Es, también, la novedad. La ultraderecha no entraba en un parlamento desde la Transición, cuando lo hizo Blas Piñar. Camuflada desde entonces en el PP, ha surgido ahora con voz propia. Y lo que opinan, como si acabaran de salir de las catacumbas de la historia, sacude los cimientos de consensos y de avances sociales largamente trabajados.

Su discurso xenófobo, antifeminista, antieuropeísta, antiautonómico retumba en el Hospital de las Cinco Llagas y se dispara con eco por toda Andalucía. Al factor de la novedad, que provoca que se les observe con atención para saber qué es realmente lo que tienen en la cabeza y en el corazón, se une que su voto es decisivo para la estabilidad del Gobierno y, por ende, para conocer cuánto durará esta legislatura, en la que se estrena por primera vez un Ejecutivo de derechas. Es decir, si Vox le retira el apoyo parlamentario al Gobierno de coalición de PP y Ciudadanos, este cae.

De momento, a la hora de la verdad, Vox, PP y Ciudadanos han votado juntos todo lo importante. La próxima prueba con fuego real llegará con los presupuestos de la Junta de Andalucía, que difícilmente podrán aprobarse antes de que se resuelvan las dos citas electorales, debido a las tensiones entre los tres partidos. El Gobierno, de hecho, emite mensajes contradictorios al respecto, con el presunto objetivo de ganar tiempo hasta encontrar una ventana por la que poder colarse para aprobarlos. El último esta mañana lo lanzó Elías Bendodo, consejero de la Presidencia: “El ruido electoral" podría afectar "a la aprobación de los presupuestos" de la Junta para 2019, pero que, aún así, estarán listos "cuanto antes”.

Provocación y preocupación

El ataque a la misma base del sistema de protección de las mujeres, la amenaza a la tranquilidad y la profesionalidad de las personas que se enfrentan a diario a la violencia descargada contra la mujer solo porque lo es, es el tercer capítulo de una saga que se inició, en el arranque de la legislatura, con la reclamación de deportar a 52.000 inmigrantes. Luego, con la insistencia en la derogación de la Ley de Memoria Histórica. Y ahora, con este ataque a las mujeres que no ha cesado ni cesará. En lugar de los nombres, ahora quieren las titulaciones. Además, Vox ha arremetido con dureza contra la manifestación del 8M.

La última petición de Vox al Parlamento de Andalucía busca varios objetivos, según Miguel Lorente, profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada, un reconocido referente feminista. Por un lado: “Alimentar la confusión social a través de todos los mitos y bulos que se han levantado alrededor de la violencia de género. Por otro: “Intimidar a los profesionales”. También: “Hacer dudar a las víctimas para que piensen que no las van a atender adecuadamente”. Y, por último: “Mantener la cohesión entre los suyos”. “No debemos caer en sus trampas”, agrega Lorente.

Lo cierto es que Vox no ha logrado, hasta ahora, nada concreto. Todos esos objetivos eran de máximos. Ni el Gobierno andaluz ha denunciado a 52.000 inmigrantes, ni va a derogar la Ley de Memoria Histórica, salvo que exista un consenso hoy imposible de todos los partidos, ni le va a dar a Vox los datos que pide. Sin embargo, esto no va de que los diputados de ultraderecha pidan cosas imposibles que, con seguridad, ellos mismos saben que lo son, sino que va de política. Del control de la agenda y del qué y el cómo se debate los temas.

La política se mueve al ritmo que ellos marcan. El Gobierno no lleva la iniciativa

En este mes largo que Vox lleva en las instituciones, la política en Andalucía se mueve al ritmo que ellos marcan. El Gobierno de PP y Ciudadanos, que, de momento, se ha dedicado a tomar posesión de la administración y a no meterse en más líos de los necesarios, no ha llevado la iniciativa, ni tampoco lo ha hecho la oposición de izquierdas (PSOE, Adelante Andalucía), sino que la batuta la ha llevado Vox.

La ultraderecha ha logrado que su discurso entre en todas partes y se difunda de numerosas maneras, lo que ha causado una incomodidad evidente en la izquierda andaluza, porque supone, en algunos casos, volver a empezar el trabajo, la pedagogía y, también, una cierta paralización, un frenazo en la ola de progresos sociales, al cambiar el eje del discurso hacia la defensa. “Son unos provocadores”, dice Soledad Pérez, ponente de las leyes contra la violencia machista y de igualdad, aprobadas la pasada legislatura.

Normalización de la ultraderecha

Vox se beneficia -además de la novedad y de tener la llave del poder- de que el PP tiende a blanquear su actividad y sus exabruptos, al no responder a ellos con contundencia. La realidad es la que describió Bendodo, hace unas semanas: en rueda de prensa manifestó que las relaciones con Vox eran constantes y fluidas, en un nivel similar al de las que mantienen con Ciudadanos, su socio de Gobierno. Vox y PP tienen un acuerdo, del que Ciudadanos se ha mantenido al margen, que fue el que permitió la investidura de Juanma Moreno como presidente de la Junta y que es el que regula sus relaciones. Bendodo ya ha manifestado que este se cumplirá “a rajatabla”.

La consejera de Igualdad, Rocío Ruiz (Ciudadanos), tardó horas en responder a  las listas negras de Vox

Y Ciudadanos, el tercero en discordia, aunque está más incómodos con Vox que el PP, tampoco ha reaccionado hasta ahora con eficacia. Más bien, lo que ha tratado de hacer es esquivar las trampas de Vox, como si no existieran. La consejera de Igualdad, Rocío Ruiz (Ciudadanos), tardó horas en responder a Vox con el asunto de las listas de trabajadores contra la violencia machista. Al final lo hizo con estos tuits: “Vamos a seguir trabajando con todos los recursos y medios para acabar con el asesinato de más mujeres por la violencia machista. Ni un segundo distracción frente a las ocurrencias de Vox #ApuntaMiNombreVox". “Que a nadie le queden dudas de que vamos a luchar contra la #ViolenciaDeGénero y la #igualdad #ApuntaMiNombreVox". 

“PP y Ciudadanos no se los están tomando en serio. Calificar de ‘ocurrencia’ lo de las listas negras es un peligro porque no los paran y cogen aire. Y el PP les hace el caldo gordo cuando dicen que son uno más con 400.000 votos. Es todo preocupante”, reflexiona Pérez.

La secretaria general del PSOE, Susana Díaz, de hecho, puso esta semana, no tanto el foco en Vox, sino en el PP, a quien los socialistas consideran responsable de la normalización de Vox y, en consecuencia, de sus planteamientos también. Díaz acusó a Moreno de “cobarde” por no “plantarle cara” a la ultraderecha. El Gobierno andaluz le ha dedicado al menos tantos esfuerzos e, incluso, alguno más, a tratar de desacreditar la gestión socialista en materia de género como a confrontar con Vox en esta materia.

“Sentíos orgullosos, PP y Ciudadanos, de vuestros compañeros de viaje”, ha dejado escrito Antonio Maíllo, portavoz de Adelante Andalucía, quien también llamó a dar una “respuesta histórica” a Vox el próximo 8 de marzo.

Un escenario a semejanza del andaluz asoma -según numerosas encuestas- a la vuelta de las elecciones generales del próximo 28 de abril.

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