madrid
Actualizado:Pablo Casado ensambló dosis de estrategia con ofensivas mordaces en el primer y único debate electoral de los principales candidatos de cara al 10-N, pero no le sirvió para convertir la cita en un cara a cara con Pedro Sánchez. Ese era uno de los objetivos principales del líder del PP, presentarse como la única alternativa al PSOE y convertir el debate en una lucha en el seno del bipartidismo por la Presidencia del Gobierno.
Sin embargo, aunque protagonizó, y buscó, varios encontronazos con el presidente del Gobierno en funciones, sus enfrentamientos con Rivera y Abascal (sobre todo con el líder de Ciudadanos), y la capacidad del resto de dirigentes para que el debate no se convirtiese en un mano a mano entre PSOE y PP dio al traste con el objetivo de los conservadores.
Casado no se olvidó de Catalunya y, de nuevo, centró una parte de sus intervenciones en acusar a Sánchez de "pactar con el nacionalismo: Otegi y Torra", e incluso advirtió al líder del Ejecutivo en funciones de que le haría "responsable" de que durante la jornada electoral del próximo domingo "se pueda votar en libertad en Catalunya".
Pero la ofensiva del dirigente conservador no se centró solo en lo territorial. Casado, consciente de la necesidad de un cambio de estrategia respecto a la campaña del 28-A (que llevó al PP a los peores resultados de su historia), viró el tiro en sus ofensivas contra Sánchez y centró la mayor parte de sus intervenciones en agitar el fantasma de la crisis económica.
"La crisis aparece con el socialismo. Pasó en 1996, pasó en 2011 y, de nuevo, vuelve a repetirse una desaceleración económica ahora. Con 17.000 jóvenes más en paro y 30.000 autónomos que han tenido que cerrar la persiana, Sánchez niega la evidencia, como Zapatero", aseguró el presidente del PP, que recurriría al menos otras tres veces al nombre del expresidente socialista y a la crisis económica que irrumpió en el año 2008.
Frente a las "crisis del socialismo", Casado reivindicó -otro elemento nuevo de su campaña respecto a la de abril- la gestión del Gobierno de Mariano Rajoy, y desglosó una serie de medidas que resumió en "una bajada general de impuestos". Afirmó que el Ejecutivo de Rajoy había "garantizado" las pensiones con el techo del 0,25% anual y las últimas subidas (tras quedar durante varios años desligadas del coste de la vida) y presumió de la creación de un empleo que hasta Albert Rivera calificó de "precario".
"El presidente en funciones ha demostrado que no sabe gestionar la crisis que llega. Para que los españoles no pierdan su empleo, Sánchez debe perder el suyo", advirtió Casado al final del bloque económico del debate. Precisamente durante este bloque temático el líder del PP abandonó por un momento su estrategia para enseñar su lado más mordaz y menos moderado. No fue el líder socialista quien apartó a Casado de este perfil, si no Albert Rivera.
Enfrentamiento con Rivera por la corrupción
El presidente de Ciudadanos aprovechó su turno durante el bloque económico del debate para criticar el dinero sustraído en los casos de corrupción de PP y PSOE, algo que desconcertó a Casado. Esta situación no era nueva, ya que el líder de los conservadores se enfrentó a estas mismas críticas por parte del líder de Cs en abril, y, aunque igual que entonces, le aconsejó que no centrara sus ataques en él y no se equivocara de "adversario", esta vez decidió devolverle el golpe a la formación 'naranja'.
Casado recordó que los de Rivera, pese a su corta trayectoria en la política estatal, ya tenia casos de corrupción en municipios como Arroyomolinos o Valdemoro y, lo que fue más sonado, aireó las irregularidades que la formación 'naranja' protagonizó en sus propias primarias en Castilla y León, donde se tuvo que repetir el proceso de elección porque había sido adulterado para favorecer a la candidata de la dirección de Cs. "He ganado unas primarias para limpiar mi partido de corrupción. A mí usted no me da lecciones sobre corrupción ni sobre primarias limpias", le advirtió Casado.
El otro gran eje discursivo del líder del PP, con el que eligió empezar el debate y cerrar su minuto de oro al final, fue la apelación al voto útil para evitar la fragmentación del voto que, a su juicio, lastró a su partido en la anterior convocatoria electoral.
"Hemos demostrado que sabemos gobernar y desbloquear. Hay cinco candidatos aquí, pero solo dos posibilidades", enunció en su primera intervención; cerró su minuto de oro recordando su intento fallido para aunar a las derechas en una sola candidatura, España Suma: "Quiero liderar un Gobierno de verdad. Recuperar el espíritu de España suma y no volver a fragmentar el voto de la derecha. Unamos nuestros votos para unir España. El PP es la única alternativa real", concluyó Casado en un debate en el que no confrontó a Vox salvo para defender, de nuevo, la gestión económica de Rajoy frente a las críticas de la ultraderecha.
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