bruselas
Actualizado:"El nuevo posicionamiento español es incompatible con las resoluciones de la ONU". Así de tajante se muestra la eurodiputada de Izquierda Unida, Sira Rego, que atiende a Público en un momento de tensiones entre los socios de Gobierno, debido a la postura de los de Pedro Sánchez con el envío de armas a Ucrania y el cambio de posición sobre la causa saharaui. Rego afea la "tendencia belicista" de una UE, que ha tornado a la página del hard power con el regreso de la guerra a Europa.
¿Cómo valora el giro del Gobierno español sobre el Sáhara? ¿Ha traicionado al pueblo saharaui? ¿Se sienten ustedes también traicionados por sus socios de Gobierno?
Es importante que estas decisiones se tomen de manera coordinada. Con un diálogo previo. Por ello, en primer lugar quiero destacar la opacidad y revindicar que no compartimos esta postura en absoluto. Desde Izquierda Unida ya hemos dejado claro que no estamos de acuerdo, en absoluto, con la decisión. Apoyamos la legítima reivindicación del pueblo saharaui a nivel histórico y subrayar que la solución debe consensuarse en el marco de la ONU. Son muchos años de espera para el pueblo saharaui. Y es un conflicto que debe resolverse en este marco.
Izquierda Unida es uno de los partidos que más cerca ha estado históricamente del pueblo saharaui. Son muchos los que se preguntan cómo Unidas Podemos puede seguir sentados en el Consejo de Ministros tras esta decisión. ¿Cómo se sienten con esta contradicción?
Las contradicciones siempre son complicadas de gestionar. Sobre todo para una fuerza que forma parte de un Gobierno que no es simétrico. Somos minoría dentro de la coalición. Pero también somos conscientes del momento complicado que atraviesa el país. Sería una mala noticia para el país abandonar el Gobierno y dejar que existiese una posibilidad mínima de que entrase la derecha con la extrema derecha a gobernar.
Hay que reconocer que es una contradicción, pero también es evidente que hay cuestiones prioritarias que abordar como la agenda social, los precios de la energía disparados y unas prioridades que es bueno que sean abordadas por una coalición de la izquierda que siempre va a proteger los derechos de todos y todas. Y que no va a poner una agenda como la que sugiere la extrema derecha, que es altamente preocupante.
Josep Borrell ha respaldado el cambio de España. Dice que no está en contradicción con la postura europea, que defiende una solución en el marco de la ONU. ¿Es compatible esa llamada de autonomía con lo que dicen las resoluciones de Naciones Unidas?
Lo que plantea Pedro Sánchez con el Sáhara es incompatible con las resoluciones de la ONU. Y tendrán que explicarlo. Las resoluciones dejan claro que el pueblo saharaui debe ser un actor con voz propia y de tener capacidad de expresarse y determinarse. Quien se ha salido de ese marco, ese acuerdo y ese consenso de carácter internacional debe dar explicaciones.
Me hablaba de contradicciones. Lo vemos con el Sáhara, pero poco antes también con la postura sobre el envío de armas a Ucrania. ¿Peligra el gobierno de coalición? ¿Va a aguantar estas tensiones y acabar la legislatura?
Creo que hay una cuestión prioritaria de trabajar sin descanso para garantizar las necesidades de la gente. Este es el principal objetivo del Gobierno y ahí vamos a estar. Evidentemente que existen resistencias y contradicciones. Somos fuerzas políticas con trayectorias diferentes y tenemos una percepción distinta con determinados temas.
La guerra pone cuestiones complejas y que requieren decisiones coordinadas. Que existan contradicciones es normal en cualquier espacio de Gobierno.
Su partido nació como una formación en contra de la OTAN. La guerra en Ucrania deja ya una consecuencia: el fortalecimiento del brazo armado de la Alianza y de la UE. ¿Cómo ven esa tendencia belicista? ¿Hay que enviar armas a Ucrania?
Nos hemos posicionado en contra del envío de armas. Echamos de menos que no haya ninguna mención a la vía diplomática, de la cultura de paz y de activar vías para las resoluciones pacíficas. Nos preocupa mucho la deriva belicista de la UE, la insistencia de aumentar los presupuestos en materia de defensa y militar. Y nos preocupa mucho la escalada bélica.
La invasión rusa a Ucrania ha activado a la OTAN. Es un elemento casi consustancial y a nosotras nos preocupa y no lo compartimos en absoluto. Tenemos que ser capaces de hablar de cultura de paz y tejer redes de vecindad con carácter distinto, de cooperación y entendimiento. La cultura de paz y las vías diplomáticas no es neutral. Nosotros hemos criticado la invasión rusa a Ucrania. Es inaceptable y hay que condenarla. Pero esto no es incompatible con buscar vías diplomáticas y con que la UE tenga un papel mucho más activo en las vías diplomáticas. Estamos dejando que el terreno de la diplomacia lo ocupen otros actores internacionales. Y toca preguntarse si no le corresponde a la UE tener un papel mucho más activo a este nivel.
Uno de los argumentos para enviar armas a Ucrania es que es su petición, que han decidido luchar y toca ayudarles. Otro es que si la comunidad internacional hubiese ayudado a la República española se habría alterado la balanza de la guerra civil española.
Creo que los hechos históricos no son comparables. Hay que entender que la guerra civil española fue un golpe de Estado y que hubo un movimiento popular que se quedó sin respaldo de una parte del Ejército. Los hechos son diferentes. El derecho a defenderse ahí está y es fundamental. Pero también hay que atender a los análisis de especialistas que dicen que el envío de armas solo servirá para alargar la contienda, pero no para una victoria. Y ahí está la contradicción. En definitiva, pondría más vidas humanas en juego. No olvidemos que estamos hablando ya de un posible escenario nuclear. Y esto determina un contexto que cambia radicalmente las cosas y nos exige activar todavía más las vías diplomáticos. Es prioritario poner en el centro la vida: salvar vidas. La UE ha renunciado a un papel clave de mediación pacífica. Que era el papel que le correspondía.
¿Cómo pilla esta volatilidad global a la izquierda? En la última resolución de la Eurocámara sobre Rusia, la izquierda española mostró sus divisiones: Anticapitalistas votó en contra, Izquierda Unida se abstuvo y Unidas Podemos a favor.
Para nosotras, estar en contra de la guerra es un tema fundacional. Somos parte del movimiento anti-OTAN y pacifista. Genera mucha sensibilidad dentro de la izquierda. El debate fue un debate de altura política, muy coherente y hecho con mucha honestidad. Al final las posiciones también tienen un carácter táctico, inmediato. Pero en términos generales se comparte la posición de pacifismo, diplomacia, en contra de la escalada belicista y de salida dialogada. Todo ello nos une en un mundo en constante cambio.
Otra arteria de la crisis actual es la de refugiados. La UE ha abierto sus puertas a los millones de refugiados y ha activado esa Directiva de Asilo histórica. Ha enviado el mensaje de que si se quiere se puede en un tema en el que en los últimos años se ha virado a posturas más anti-inmigración. ¿Qué mensaje está enviando en este sentido?
El mensaje es terrible. Estamos muy contentas de que se activen todos los mecanismos para acoger a las personas refugiadas. Es importantísimo que así sea. Estamos hablando de vidas humanas, de personas que huyen de la guerra y es fundamental poner todos los dispositivos de la UE para acoger con dignidad a quienes huyen de la guerra. Nos alegra, además, que apliquen el programa que llevamos reclamando desde hace años en la izquierda: vías legales y seguras, reparto vinculante en todos los Estados miembros y una acogida digna.
Pero es inevitable poner el acento en que hay una contradicción terrorífica con respecto a gente que huye de otros conflictos en otros lugares del mundo y que no están recibiendo el mismo trato.
La gente que muere en el Mediterráneo muere como consecuencia de huir también de guerras y conflictos en los que a veces Europa es parte activa, como conflictos en África donde la UE tiene un papel pro-activo. Hay mucha asimetría que refleja un racismo institucional insoportable. La UE tiene recursos, mecanismos. Se ve que si se quiere, se puede. Nosotros ya habíamos pedido que se activase esta Directiva, por ejemplo en el caso de Afganistán, pero no tuvimos éxito. Nos alegra que se estén haciendo las cosas mejor, pero nos preocupa que no se estén haciendo con un criterio universal.
El tema energético va a ser el gran elefante en la habitación de la cumbre europea. Es muy complejo porque tiene muchas arterias y cada país tiene un mix energético diferente. ¿Qué medidas le pide a la UE para suavizar la factura de los consumidores?
Aunque cada país tenga un mix energético hay dos cuestiones comunes a todos: el modelo de fijación de precios, que se decide aquí en Bruselas; y la otra es la burbuja especulativa de los grandes lobbies y oligopolios energéticos. Las eléctricas en España han cuadruplicado sus beneficios en los últimos meses.
La pregunta que nos tenemos que hacer ahora es si queremos seguir consintiendo que determinadas multinacionales hagan el agosto a costa de los bolsillos de las clases trabajadoras. Y también si queremos seguir permitiendo el chantaje de Putin a las familias trabajadoras y a la economía de nuestros países. Son decisiones que se pueden cambiar aquí en Bruselas cambiando el mercado marginalista. Es una decisión que si quieren se puede tomar ahora mismo. Se puede generar un mercado alternativo de fijación de precios desacoplando el gas. En cuanto entra una gota de gas ruso, contamina todo el sistema de fijación de precios. O de gas estadounidense, que viene del fracking, y también es muy caro. Cambiar el sistema de fijación de precios es la solución más eficaz y justa.
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