La hoja de ruta de Montero en Andalucía: alianza con sindicatos y ubicar al "educado" Moreno a la derecha
La vicepresidenta ha ido desgranando estos días los ejes y las ideas que quiere aplicar con el objetivo de ensanchar la base electoral del PSOE de Andalucía, magra en estos tiempos.

Sevilla--Actualizado a
Este fin de semana, María Jesús Montero, tras la renuncia de Luis Ángel Hierro, ha tomado las riendas del PSOE en Andalucía. Hasta el Congreso regional que se celebra dentro de un mes, en vísperas del 28F, en Armilla (Granada) trabajará con la dirección del secretario general saliente, Juan Espadas.
Luego, configurará el suyo propio, con la idea de compatibilizar, con "buenos equipos de trabajo", durante un tiempo la secretaría general del partido y la vicepresidencia del Gobierno de España, según ha manifestado ella misma.
Jaén, una de las provincias con peso específico en el PSOE andaluz, vería con buenos ojos que Juan Francisco Serrano, ahora en el federal y diputado en el Congreso, cuyo nombre sonó como relevo de Espadas durante el proceso previo a la convocatoria del Congreso, ocupe el puesto de secretario de Organización. Montero, de momento, asegura que va a escuchar a todos antes de decidir. Tiene un mes.
La vicepresidenta, en todo caso, no va a tener en este momento problema alguno para hacer los equipos que quiera porque ahora mismo tiene a todo el partido detrás. Después de años de peleas internas, el PSOE de Andalucía ha enterrado el hacha de guerra y se dispone a empujar a Montero.
Esta es la gran esperanza de la vicepresidenta, según ha venido expresando en sus declaraciones públicas de estos días: que los más de 40.000 militantes que aún conserva el PSOE andaluz en todo el territorio, trabajen unidos y se activen con la idea de disputar las próximas autonómicas a un PP, el que lidera Juan Manuel Moreno Bonilla, que goza de mayoría absoluta y es hoy el partido hegemónico en la Comunidad Autónoma.
"El PP le tiene mucho miedo, no a mí, a un PSOE con las pilas cargadas, que realmente ponga en marcha el gen ganador que este partido de gobierno tiene", ha afirmado.
Montero, más allá de nombres y de los asuntos orgánicos, ha venido a explicar, de manera explícita y entre líneas, estos días los ejes estratégicos y la línea de acción en la que quiere orientar ahora al PSOE andaluz. El objetivo final es uno y triple, ensanchar la base electoral, hoy magra del PSOE, con la bandera andaluza en la mano, hacia el centro, la izquierda y frente a la abstención.
El espejo de las políticas
Una de las ideas que ha expresado, es que el presidente de la Junta de Andalucía, que en las autonómicas de junio de 2022 logró aglutinar mucho voto prestado y moderado, que en otras ocasiones había apoyado las grandes mayorías socialistas, es un hombre "educado", pero aplica políticas "nítidamente" de derechas.
Es decir, uno de los ejes que subyacen en ese comentario, es desmontar la idea de que Moreno Bonilla representa a una derecha moderada, diferente de la de Isabel Díaz Ayuso, por la vía de confrontarlo con su actividad de Gobierno.
Así, se prevé una oposición fuerte, en el que se ponga al PP en el espejo de sus políticas, no de sus palabras, con elementos de acuerdo siempre a la mano. Al menos mientras Montero siga siendo vicepresidenta del Gobierno de España, cualquier pacto con Moreno no será un brindis al sol, sino que debería tener contenido real. El debate sobre la financiación autonómica —Andalucía está infrafinanciada— emerge como uno de los temas de confrontación.
De momento, con el objetivo de apretar al Gobierno, los socialistas presionan con el estado de la sanidad y la gestión que han hecho los gabinetes del PP de la misma.
Además de las listas de espera y de la gestión, investigada en un juzgado penal, de los contratos de emergencia durante la pandemia y posteriores, el PSOE, junto con el resto de la oposición de izquierdas, cuestiona con toda dureza estos días el cese de la Interventora General de la Junta. La izquierda cree que se trata de una purga y de un mensaje hacia dentro de la institución. El PP ha esgrimido razones personales.
Los cargos
Montero considera que es una fortaleza para su labor haber sido consejera de Salud y ha despejado las críticas que ha emitido la derecha sobre lo que hizo cuando estaba en el Gobierno andaluz: ella ha reivindicado todo su pasado y el del PSOE de Andalucía, sin complejos, al completo.
El hecho de que Montero siga en el Gobierno de España es uno de los temas que el PP también ha criticado. Consideran que debe dedicarse a tiempo completo a Andalucía. Javier Arenas, expresidente del PP en Andalucía, empero, ya compatibilizó ese cargo con el de ministro —de Trabajo, en su caso— en el pasado, entre 1996 y 1999.
La vicepresidenta despejó está crítica de la misma manera que la de su legado en la Junta. Abrazándose a lo que es: "Pertenecer al Gobierno de la nación y a la organización federal es también velar por Andalucía. Son elementos complementarios. Necesitamos andaluces en las direcciones federales, al frente de las empresas, los sindicatos; en todas las esferas donde se desarrolla la política nacional", ha manifestado.
Recuperar la credibilidad
El proyecto de Montero pasa además por abrir el PSOE de nuevo al tejido social andaluz. Este es otro de los grandes asuntos, y probablemente el más difíciles de lograr —restaurar la credibilidad y la confianza perdidas—, que Montero tiene por delante, si pretende obtener algún éxito frente al PP de Moreno. Amplias capas sociales han desconectado del PSOE andaluz y de sus mensajes.
Los socialistas, debido sobre todo a los escándalos de corrupción, los recortes en los servicios públicos acometidos tras la caída de Lehman Brothers y la política de apretarse el cinturón impulsada por Europa en aquellos años, además de las guerras internas, han perdido la credibilidad.
El objetivo de Montero, como antes lo fue el de Espadas, es "reconectar con la sociedad andaluza y recuperar su confianza". Es clave, en este contexto, la relación con los sindicatos mayoritarios, que aun cuentan en Andalucía con una fortaleza, a pesar de sus propios excesos —condenas judiciales por corrupción incluidas— y de los fuertes ataques externos a su legitimidad.
En la agenda de Montero está esa relación con los sindicatos que pretende que se amplíe a la sociedad civil "en su conjunto". Según ha expresado ella misma, quiere reunirse "con agentes sociales, empresas, los colectivos feministas, con el mundo de la cultura, con las universidades…"
El planteamiento de Montero es que el PSOE se abra y, además de "escuchar con empatía", se implique y tenga "mayor presencia", que pueda estar "en la vida de la gente". La reflexión de no resignarse ante el avance de las concepciones, visiones y políticas de derechas y, como se ha visto en el Ayuntamiento de Sevilla, de la ultraderecha, en el caso de ser necesario, es una de las claves en este sentido, según ha dicho. "Que el PSOE sea motor de ese anhelo que tienen muchas personas en Andalucía y que tienen que encontrar una forma de canalizar todo ese potencial".
Más Estatuto
En esta segunda legislatura al frente del Gobierno andaluz, Moreno Bonilla ha exprimido los símbolos de la autonomía. Se ha envuelto en la bandera, con la inestimable ayuda del histórico líder andalucista Alejandro Rojas Marcos, y explota, como ya lo hicieron sus antecesores en el cargo, la veta andalucista.
Montero, en la línea de enfrentar a Moreno con sus hechos y no con sus discursos y formas, considera este andalucismo una máscara vacía. "Sus políticas no se diferencian de las de Ayuso, Rueda, o Mazón". "Que una persona sea educada no es moderación [política]: el Gobierno de la Junta no es de centro, es nítidamente de derechas", ha dicho.
Así, con la idea, de la que está convencida, de combatir este repentino andalucismo del PP de Moreno y al mismo tiempo las críticas de la derecha a los pactos del PSOE en Catalunya y con las fuerzas independentistas, la vicepresidenta ha abrazado al legado del 28F y al Estatuto de Andalucía, al que el PP se incorporó durante la reforma del año 2007, solo en el último instante y a lomos fundamentalmente de la intuición política de Javier Arenas, no de un convencimiento real sobre su idoneidad.
"En vez de remar —considera Montero— en la misma dirección cuando soplan a favor los vientos de cola, de crecimiento económico o generación de empleo, [el PP] se dedica a confrontar y a perder energía y fuerza como comunidad autónoma para que podamos anhelar a ocupar una posición de mayor protagonismo en el conjunto de España".
Para Montero, Andalucía debe sacudirse lo que ha tachado de "actitud lastimera y quejumbrosa", y recordar por qué luchó el 28 de febrero de 1980: "Andalucía no se levantó para conformarse con estar en un segundo nivel o para mirar de reojo a ver lo que hacen otros territorios, sino para reivindicarse a sí misma y, por tanto, llevar a cabo la máxima capacidad de autogobierno".
Montero, así, ha anunciado que el PSOE de Andalucía va a impulsar una batería de medidas para impulsar el Estatuto y para diseñar "mejoras en el autogobierno" en una "España plural y diversa".
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