bruselas
Actualizado:Jaume Duch (Barcelona, 1962) está viviendo unos días extraños. Normalmente pasaría el día recorriendo los pasillos del Parlamento Europeo, rodeado de eurodiputados y de periodistas, a quienes explica qué está pasando entre bambalinas y cómo funcionan las cosas en la casa. Pero ahora, en medio del confinamiento por el coronavirus, trata de trabajar desde su hogar cuanto más mejor, aunque admite que es difícil hacer su trabajo desde el salón.
El jueves pasado vivió un día aún más excepcional, que ya es decir en los tiempos que corren. Duch estuvo apoyando al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, durante una sesión plenaria que contaba con solo un puñado de los 705 eurodiputados que componen la cámara. El resto tuvo que seguir la sesión y votar desde casa. El experimento resultó un éxito: alrededor del 95% de los diputados envió su voto. El plato principal del menú era un paquete de ayudas por valor de 37.000 millones de euros para ayudar a los países a luchar contra la Covid-19 que los eurodiputados aprobaron casi por unanimidad. Tras el debate, una situación excepcional más para Duch, que tuvo que acompañar al presidente a una rueda de prensa sin periodistas en la sala. Esta entrevista pudo haber tenido lugar entonces, pero en estos tiempos excepcionales, Jaume Duch atendió a Público por teléfono.
En ocasiones anteriores usted ha dicho que la emisión de coronabonos sería un paso adelante muy importante. ¿Está decepcionado por que no se aprobaran en la cumbre de esta semana?
Personalmente sí estoy decepcionado. Pero hay que ver los coronabonos en un ámbito más amplio, que es el de la larga lista de medidas que ya han ido tomando la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el propio Parlamento Europeo esta semana.
Como ha dicho David Sassoli [presidente del Parlamento Europeo], llegamos a la misma conclusión que alcanzamos con la crisis económica y monetaria. En la Unión Europea, las decisiones que se toman de una manera federal se llegan a tomar, con más o menos dificultades, mientras que las decisiones que hay que tomar por la vía intergubernamental de la unanimidad de los Estados cuestan mucho más, como es el caso de los coronabonos. Y al final eso provoca un rechazo ciudadano, que lo acaban pagando las propias instituciones europeas.
¿Cree que la ciudadanía puede dejar de creer en el proyecto después del desencuentro entre países del Norte y del Sur?
En la cumbre no hubo una aprobación, pero tampoco rechazo. Se dieron quince días más. Lo que quiere decir que había consciencia absoluta de que no se podía salir de la reunión con un "no". Esa es la parte positiva. La Unión Europea falla en los temas en los que las competencias no son realmente europeas.
El problema es que los ciudadanos acaban volviéndose contra una Unión Europea que no existe, no contra la que existe. Lo que ellos critican es el no funcionamiento en aquellos aspectos del trabajo común de 27 estados miembros que no se hace por la vía de las instituciones europeas, sino que se hace todavía por la vía antigua de las unanimidades de los gobiernos de los Estados miembros. Y eso, en el año 2020 y con los problemas a los que nos tenemos que enfrentar, incluido ahora el de la pandemia, ya no funciona. Y a 27, aún menos.
Si eso ya no funciona, ¿qué funcionaría?
Lo que ya sabemos que funciona: las decisiones que se toman por el procedimiento legislativo ordinario. Si, por ejemplo, la decisión sobre poner en marcha los coronabonos, en vez de por unanimidad e los Estados, se tomara sobre la base de una propuesta legislativa de la Comisión que después tiene que ser aprobada por el Parlamento Europeo por un lado, y por el Consejo por mayoría cualificada por el otro, probablemente las cosas irían de otra manera.
El Parlamento Europeo ha aprobado esta semana una partida de inversión para luchar contra el coronavirus por 37.000 millones de euros. ¿Considera qué es suficiente? ¿Es algo en que acabarán notando los ciudadanos en su vida diaria?
Esto es solo una parte de un paquete de medidas. Hay que ver el paquete completo, que es bastante impresionante. Yo nunca había visto, en prácticamente menos de dos semanas, aprobarse al mismo tiempo una decisión del Banco Central Europeo de poner 750.000 millones de euros encima de la mesa para financiar todas las medidas para luchar contra una posible crisis económica. Además de los 200.000 millones de euros que ya habían aprobado un par de días antes para una línea de créditos. Los 37.000 millones de euros que la Comisión ha sacado del presupuesto del 2020 de los fondos estructurales no utilizados y, que continuará con otras partidas a medida que se vaya encontrando más dinero.
La decisión de suspender el Pacto de Estabilidad, que era uno de los diez mandamientos de la Unión Europea, que ha habido que suspenderlo y se ha suspendido. Ya nos hubiera gustado que se hubieran tomado con tal magnitud y con tal celeridad estas medidas en los años 2008, 2009, y 2010, durante la crisis financiera.
La primera reacción de muchos países de la UE al extenderse la pandemia, sobre todo en España e Italia, fue la de cerrar fronteras. Después de estas imágenes, los esfuerzos de coordinación parece que sí han despegado. ¿Qué cree que ha motivado ese cambio?
Yo creo que los gobiernos tienen reflejos humanos. Al principio los países creen que están en una situación en la que solo están ellos y a la que se tienen que enfrentar ellos solos. Es en el segundo tiempo cuando se dan cuenta de que no, de que es algo generalizado y que la única manera de luchar contra eso es haciéndolo de manera combinada.
Hemos visto estos días imágenes de China enviando ayuda a Italia antes que Alemania o Francia...
Hay que poner esto en su contexto. Mucha gente no sabe, porque en su día nosotros tampoco hicimos demasiada publicidad, que en enero fue al revés. Entonces fue la Unión Europea la que envió prácticamente 90 toneladas de material médico a China. No es tanto quién ha enviado más material a quién, sino que lo que nosotros hicimos no comportaba ningún tipo de campaña de comunicación. Y ahora parece que nos estamos encontrando con una cierta campaña de comunicación sobre la ayuda que llega del exterior.
Con toda esta incertidumbre que estamos viviendo en estos días, está creciendo la tensión entre los líderes. ¿Cree que que esta crisis puede tener un impacto negativo en el futuro de Europa o, por el contrario, la UE puede salir reforzada?
Es normal que haya tensión porque la situación es muy grave y muy seria y los jefes de gobierno y los políticos de los Estados miembros no son superhombres o supermujeres. Son gente normal. Ellos mismos tienen que hacer frente a una tensión a la que a mi no me gustaría tener que enfrentarme. Ahora estamos en el momento tenso y caluroso de la discusión. Es normal, además, que haya gente que esté decepcionada y por supuesto, que haya muchísima gente preocupada.
Yo creo que cuando la crisis pase habrá que hacer una reflexión fría y objetiva. Y probablemente llegaremos a la misma conclusión a la que llegamos después de salir de las crisis previas: no hay ninguna solución mejor que hacer las cosas juntos.
Hacer las cosas juntos, ¿cómo?
El problema es que hacer las cosas juntos no consiste en decirlo, consiste en hacerlo y en darse los medios para ello. Entonces nos daremos cuenta de que nos falta un plan europeo de lucha contra las pandemias. Nos faltan organismos de coordinación a nivel europeo y nos falta, sobre todo, que las instituciones europeas tengan las competencias necesarias para que eso sea eficaz. Que la Unión Europea no tenga que limitarse a un papel de moderación, de intercambio de informaciones y de recomendaciones, que es lo que ocurre en el tema sanitario.
Y aun sin tener competencia en materia sanitaria, la Unión Europea marca una diferencia. Por ejemplo en el tema de las mascarillas: los primeros días vimos países que prohibían el envío de material médico a otros países. De eso ya no se habla. ¿Por qué? Porque la Comisión Europea puso los puntos sobre las íes y ahora eso ya no se produce.
Claro que hay una acción europea, lo que pasa es que a todos nos gustaría que fuera más fuerte, pero para eso alguien tendrá que decidir en su momento, y ese alguien son los ciudadanos, que hay materias en las que hay que darle un papel más importante a Europa del que tenía hasta ahora.
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