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Actualizado:Cuando Ciudadanos perdió 47 escaños en las elecciones del 10 de noviembre del pasado año, pasando de ser la tercera fuerza del Congreso a estar por debajo de una formación de ámbito territorial como ERC, nadie se pudo imaginar su posición actual. En las previsiones más optimistas, el partido debería atravesar un desierto de varios años de olvido parlamentario y tratar de encontrar de nuevo un espacio que lo devolviera a la política influyente.
En las más pesimistas, la dimisión de Albert Rivera daba paso a una Inés Arrimadas cuya labor se limitaría a gestionar los restos de un naufragio que marcaba el principio del fin de Ciudadanos. Un año después, la formación naranja parece haber vuelto al centro de la política (sin necesidad de aumentar el número de escaños), y esta posición podría mantenerse en el tiempo en función del resultado de la negociación para aprobar los Presupuestos Generales del Estado de 2021.
El Gobierno de coalición está completamente inmerso en esta negociación, unas cuentas que no solo servirán para reconstruir social y económicamente un país duramente golpeado por la pandemia del coronavirus, sino que representa una garantía y un balón de oxígeno para la legislatura. Sin embargo, pese a la trascendencia del proyecto presupuestario y a la necesidad de que su tramitación sea un éxito, la discrepancia en este proceso negociador entre las dos formaciones que sostienen al Ejecutivo está más que presente.
Esta diferencia reside en los apoyos con los que, a juicio de Sánchez e Iglesias, se deberían sacar adelante las cuentas: los mayores posibles, incluso más allá del bloque de la investidura y, en concreto, contando con Ciudadanos (la posición de los socialistas); los de los socios que hicieron posible la investidura y que se configuran en un bloque político que se opone al bloque de las derechas (la posición de Unidas Podemos).
Es, precisamente, el papel de Ciudadanos en los Presupuestos lo que ha devuelto a los de Inés Arrimadas al lado más influyente de la política. Sin embargo, la negociación presupuestaria concluirá cuando lo haga la tramitación de las cuentas, que el Gobierno quiere tener ya aprobadas en 2021.
El PSOE quiere seguir contando con Ciudadanos
En este escenario, en aproximadamente dos meses Cs podría tener que volver a lidiar con el olvido parlamentario. Pero ese no es el plan que tiene la parte socialista del Gobierno de coalición, que ven en los de Arrimadas una oportunidad para ampliar sus opciones políticas y parlamentarias durante la tramitación presupuestaria, la legislatura e, incluso, más allá del ciclo político iniciado el 10 de noviembre de 2019.
Sánchez, desde su fallido intento de investidura en marzo de 2016 donde llegó a pactar un acuerdo con Ciudadanos, siempre ha aspirado a que el PSOE pueda apoyarse tanto en Unidas Podemos como en el partido naranja, considerando que hay políticas comunes con ambas formaciones.
En este sentido, Sánchez siempre ha compartido con Ciudadanos sus apuestas por la regeneración democrática y una mayor transparencia; mientras que con el partido morado está más cerca de sus propuestas sobre políticas sociales.
El PSOE no va a renunciar a buscar una puerta abierta con Ciudadanos, que no le ate exclusivamente a sus socios de investidura
Por ello, el PSOE no quiere atarse exclusivamente al acuerdo con los socios de investidura y busca dejar la puerta abierta a otras mayorías en la Cámara Baja para determinados temas, y esa puerta pasa por Ciudadanos. Fuentes socialistas recuerdan que esto ya ocurrió con la aprobación de algunas de las prórrogas del estado de alarma, y que puede repetirse con otras iniciativas legislativas a lo largo de la legislatura.
Fuentes del Gobierno apuntan, en este sentido, que el "socio preferente" sigue siendo Unidas Podemos y hasta admiten que los socialistas se sienten más cercanos y más cómodos coaligados con el partido de Pablo Iglesias, pero ello no impide buscar acuerdos con Ciudadanos con lo que, además, pretenden alejar a esta formación de la llamada "foto de Colón" con el PP y la ultraderecha.
En este sentido, también se busca que Ciudadanos no entre siempre en el bloque de la derecha y que se considere como irremediable que cuando sumen con PP y Vox apoyarán siempre esta opción, dejando a los socialistas en la oposición, como ha ocurrido en distintos gobiernos autonómicos.
En el PSOE también pesa que una parte de su electorado y de su propio partido sigue recelando de los acuerdos con los partidos independentistas y creen que su militancia asume mejor los acuerdos que se puedan alcanzar con Ciudadanos en determinados aspectos.
En cuanto a la actitud de Unidas Podemos, en el PSOE hay cierto malestar, que se ha incrementado por la posición de Pablo Iglesias tras el anuncio de Bildu de apoyar los Presupuestos, pero se entiende que el partido de Pablo Iglesias "saque codos" para mantener su posición.
La "oportunidad histórica" para el PSOE más progresista
La posición de los socialistas choca frontalmente con la de Unidas Podemos. Los de Pablo Iglesias, junto a las formaciones del bloque de la investidura, no ocultan su malestar por el papel protagonista que se le está dando a Ciudadanos en la negociación presupuestaria; sobre todo, cuando ya se contaba con que los de Arrimadas no podrían ser demasiado influyentes durante la legislatura al tener solo 10 escaños.
En los últimos meses, los socios de la investidura han tratado de hacer ver al PSOE que su alianza con Ciudadanos es incompatible con los objetivos que tiene este bloque político. La posición se resumiría en que Sánchez debería acudir a las matemáticas para tejer sus alianzas: o la mayoría absoluta que proporciona el bloque (a través de las negociaciones constantes que en distintos ámbitos y con distintos partidos se llevarían a cabo para impulsar medidas), o los 10 diputados de Arrimadas, insuficientes para sacar adelante cualquier iniciativa de calado.
En este contexto, Iglesias se ha afanado en engrasar las relaciones del bloque de la investidura, en mostrar cierta unidad con formaciones como ERC o Bildu y, también, en mostrar una imagen de garantía de estabilidad (prueba de ello es el 'sí' de los de Arnaldo Otegi a los Presupuestos, anunciado a un mes de la negociación definitiva de las cuentas).
Unidas Podemos ve el contexto actual como una oportunidad histórica para transformar la política y llevar al país hacia su lado más progresista, a través de su influencia en el Gobierno de coalición y, por extensión, en el PSOE. Con una derecha dividida inmersa en una batalla entre el PP y Vox por liderar el espacio conservador, las posibilidades de que los socialistas sigan siendo la formación más votada durante los próximos años se multiplican.
"Al PSOE solo es posible arrastrarlo a posiciones progresistas cuando no tiene elección", apuntan desde el bloque de la investidura
La polarización de la política y la pugna entre Casado y Abascal han elevado sobremanera los niveles de crispación (lo que ha llegado a cohesionar y unir más al Gobierno de coalición) y este escenario es para Unidas Podemos una oportunidad para sacar el alma más progresista y social del PSOE. Fuentes del bloque de la investidura apuntan en este sentido que los socialistas son capaces de impulsar e incluso, "liderar" políticas sociales, "pero siempre y cuando los arrastres a esas posiciones; y eso solo se consigue cuando no tienen otra opción".
"Si tienen la oportunidad de elegir, se suelen decantar por su lado más conservador, quizá porque también es el que menos complicaciones le acarrea", explican estas fuentes, que recuerdan la tormenta política desatada en el seno del PSOE "solo porque Bildu ha dicho que está dispuesta a aprobar los PGE". Desde la campaña de las elecciones de noviembre, Unidas Podemos siempre se ha presentado como la principal garantía para que los socialistas se comprometan con las políticas sociales, y son conscientes de que Ciudadanos obstaculiza ese objetivo.
"Para Podemos es imposible desde el punto de vista político que en el diseño de Estado y de Gobierno que se está tratando de tejer entre Ejecutivo y socios de investidura se le pueda dar un papel importante a un partido que está gobernando tres comunidades de España con el PP gracias a Vox", apuntan fuentes de la formación. Es por esto que arrinconar a Cs no solo es un objetivo electoral, sino también un objetivo político. El fin de la negociación de los Presupuestos pondrá la primera piedra del camino que uno y otro partido del Gobierno quieren recorrer en los próximos años.
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