Feijóo elige la indefinición ante la nueva era Trump, pero exhibe al PP más duro por el miedo a Vox
Temeroso del ruido interno, el líder del PP aspira a elevarse por encima de la batalla ideológica que algunos dirigentes de su partido libran desde hace tiempo.
El PP reacciona al auge de la extrema derecha por la vía de los hechos.

Madrid--Actualizado a
Ningún actor político del planeta permanece estanco ante la nueva era Trump. La principal potencia del mundo vuelve a estar liderada por el mayor referente de la ultraderecha, rodeado ahora de tecnomillonarios con ansias de convertir su poder económico en influencia pública y política. Las fuerzas reaccionarias toman posiciones de salida en otros países, sobre todo europeos, y la izquierda —con Pedro Sánchez convertido en referente supranacional— lanza una alerta por la democracia. En medio, la derecha clásica, que arrastra desde hace años un debate intenso y contradictorio sobre qué hacer y cómo relacionarse con la extrema derecha.
Con estas cartas juega el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo, que ante casi todos los debates ideológicos elige la equidistancia, el silencio o una calculada indefinición. En los casi cuatro años que ya lleva como presidente nacional del PP, Feijóo no ha dado pie a ninguna renovación ideológica del partido. El paso de mayor calado en esta dirección fue la defensa del aborto como "un derecho de la mujer", algo que va contra la última ponencia de los conservadores; pero en dos años Feijóo no ha dado el paso de fijar esta posición en los documentos internos de la formación que preside.
Muy temeroso del ruido interno “y de los titulares”, dicen colaboradores suyos, el líder del PP aspira a elevarse por encima de la batalla ideológica que algunos dirigentes de su partido, como Isabel Díaz Ayuso, libran desde hace tiempo. Por eso, y por el miedo a que cualquier paso en falso haga subir electoralmente a Vox, Feijóo se pone de perfil ante la ruptura del orden mundial que anticipa Trump en su segundo mandato.
La respuesta a las preguntas que los periodistas han trasladado a distintos dirigentes del PP durante esta semana ha sido, en esencia, la misma: "respeto" por la democracia estadounidense, críticas al Gobierno por las posiciones que ha tomado Sánchez y apuesta por el liderazgo europeo. En privado, los populares repiten como si de una consigna se tratase que están “mucho más preocupados por España y por el riesgo que supone Sánchez para la democracia que por Trump". Ni el impacto que ya se ha demostrado de los algoritmos manipulados de las redes sociales ni las injerencias de sus dueños en los procesos electorales inquietan a Génova, únicamente preocupada por llevar a Feijóo a La Moncloa. A nivel comunitario, en cambio, el PP Europeo no esconde su desasosiego.
Pero, pese a la indiferencia que intentan transmitir bajo la máxima de "no desviar el foco" — "El foco ya está desviado", responde un cargo del PP—, Feijóo ha dado señales de reacción. El coro de voces del partido es cada vez más homogéneo en las formas duras, con intervenciones y argumentos muchas veces más propios de la ultraderecha. El portavoz parlamentario, Miguel Tellado, es el máximo exponente de ello; y la vicesecretaria Ester Muñoz va ganando galones. En contraposición, un Borja Sémper con maneras más moderadas que tiene el cargo de portavoz nacional del partido y que desde él ha ido casi regresando al lugar de verso suelto. Atrapado en la deriva de Feijóo en la oposición, fue incapaz de defender la comparación que la cuenta oficial del PP hizo sobre las víctimas de la DANA y las del genocidio en Gaza para cargar contra el Gobierno, bulo mediante. Y es que, pese a fingir desprecio por el impacto de las redes, el PP de Feijóo lleva meses con una estrategia más agresiva en X, la plataforma propiedad de Elon Musk.
Existen entre los populares voces críticas con esta asunción de las formas —y en algunos casos el fondo— de la derecha populista radical, pero al mismo tiempo hay una resignación generalizada. La amenaza de los de Santiago Abascal, lejos de ir a menos, como esperaban hace un año, va a más y siguen sin tener resuelto cómo tratar con ellos porque el miedo de ceder espacio electoral a Vox es tan grande como el miedo a parecerse a Vox.
Así, aunque Feijóo diseñó una plantilla con diferentes roles para esta legislatura en la oposición, es el del PP más duro el que se ha acabado imponiendo. Y en cuanto a Trump, mientras el líder de la oposición calibra sus posicionamientos para no caer de ningún lado pero seguir atacando al Gobierno, Ayuso ya ha avisado al PP de que hay que relaciones cuidar. Ella intentará "personalmente", dijo, tejer alianzas con la nueva Administración. Su lenguaje político es, desde hace tiempo, el de la ultraderecha y con ella comparte, en su caso sin complejos, guerra cultural.
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