Cómo es el proyecto para resignificar el Valle de Cuelgamuros
El plan del Gobierno apunta a convertir ese espacio de apología franquista en "una herramienta fundamental de reflexión crítica sobre la guerra y la dictadura". La cruz seguirá y los monjes no se irán.

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Un espacio para la memoria. Un sitio donde recordar el horror que sufrieron miles y miles de personas a manos de la dictadura. Un sitio que haga justicia con la memoria democrática. Bajo esas claves, el Gobierno prepara la resignificación de Cuelgamuros, el mítico territorio de exaltación franquista que hoy, 50 años después de la muerte del dictador, avanza en otra dirección.
El proyecto gubernamental, que los obispos digieren con esfuerzo y la ultraderecha repudia de principio a fin, habla de convertir ese escenario en "una herramienta fundamental de reflexión crítica sobre la guerra y la dictadura", según consta en la página web elaborada por el Ejecutivo con las bases de lo que será, de aquí en adelante, este espacio.
En un plano pedagógico, La Moncloa considera que Cuelgamuros servirá para concienciar a los visitantes, en un sentido amplio, de lo sucedido en España tras el golpe de estado de 1936".
Los cambios que permitan avanzar en esa dirección tendrán varias fases. De momento, el Gobierno ha acordado con el Vaticano que la basílica se mantendrá en pie, los monjes benedictinos seguirán allí –aunque ya no bajo la dirección del prior falangista Santiago Cantera, quien ha anunciado su dimisión– y la cruz no se derribará.
¿Qué pasará con el resto del complejo? ¿Habrá modificaciones que concreten su conversión en un espacio de la memoria en lugar de un territorio de apología franquista? Todo eso está por concretarse.
De momento, se sabe que una parte del templo de Cuelgamuros se convertirá en un museo, algo que molesta profundamente a la ultraderecha y envalentona a los obispos más ultras, con José Ignacio Munilla y Jesús Sanz Montes a la cabeza.
El Gobierno abrirá un concurso internacional que buscará precisamente un proyecto firme con el que avanzar hacia la resignificación de este lugar. En total, el Ejecutivo destinará 30 millones de euros para hacer posible la conversión del espacio franquista en un enclave de la memoria.
En cuanto a los restos humanos que permanecen allí, la ley de memoria democrática establece que "las criptas adyacentes a la Basílica y los enterramientos existentes en la misma tienen el carácter de cementerio civil".
De esta manera, en el Valle de Cuelgamuros "sólo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la Guerra, como lugar de reconocimiento, conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas allí inhumadas".
Asimismo, la normativa señala que "se procederá a la reubicación de cualquier resto mortal que ocupe un lugar preeminente en el recinto", para lo cual se regula un procedimiento específico, y se atenderán las "reclamaciones y peticiones de los familiares que tengan por objeto instar la exhumación y entrega de los restos de las víctimas allí inhumadas".
En aquellos casos de "imposibilidad técnica de exhumación", la ley de memoria señala que "se acordarán medidas de reparación de carácter simbólico y moral".
"Sólo para los vencedores"
"El Valle de Cuelgamuros, antes denominado Valle de los Caídos, es el principal monumento del franquismo. Concebido por el dictador Francisco Franco para celebrar su victoria militar y dar cobijo a los cuerpos de sus partidarios en la guerra (1936-1939) que se desencadenó tras el golpe de estado de parte del ejército contra la Segunda República el 18 de julio de 1936, tardó en torno a diecinueve años en construirse", destaca el Ejecutivo en la plataforma dedicada a publicitar la nueva imagen de este sitio.
En uno de sus textos, explica además que para su construcción "se usó en buena parte mano de obra penada". "Lo inauguró el dictador el 1 de abril de 1959, en el vigésimo aniversario de su victoria en la guerra. Desde el principio, fue un monumento solo para los vencedores", subraya.
En esa línea, el Gobierno considera que "resignificar el monumento en un marco de memoria democrática requiere explicarlo como un proceso complejo y contradictorio que se modula y cambia en relación con el contexto histórico y político que le rodea".
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