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Rubalcaba El esposo de Pilar Goya

"Además de inteligente y un maestro del regate en corto era un tipo que tenía mucho sentido del humor, relativizaba las cosas y no se las tomaba a la tremenda".

Alfredo Pérez Rubalcaba.- EFE

Iñaki Anasagasti

Así nos dijo un día Rubalcaba lo que era. Ni químico, ni jefe del comando Rubalcaba, sino el esposo de alguien de la saga gasteiztarra de "Vasquitos y Neskitas". Por eso, una vez que le acompañé a Xabier Arzalluz a hablar con él, le llevamos una cajita de estos chocolates. Me acuerdo de su cara pícara al recibirla y sus risas cuando Xabier le decía que tenía pinta de judío ropevejero. Nunca nos clavó nada por la espalda como decían de él. ”Rubalcaba, te das la vuelta y te la clava”. Todo lo contrario. Cada cierto tiempo organizaba en Madrid una reunión con María Antonia Iglesias, Benegas, y varias periodistas. Le fascinaba la claridad de Arzalluz. Todos han fallecido. Se clarean las filas. Impresiona.

Además de inteligente y un maestro del regate en corto era un tipo que tenía mucho sentido del humor, relativizaba las cosas y no se las tomaba a la tremenda. Con él se podía negociar y además te explicaba el por qué no podía transferir esto o lo otro y quien era el malo de la película y los esfuerzos que hacía para vencer resistencias e inercias seculares. No él, que era de Solares, pariente de nuestro Pepe Rubalcaba y un socialista que nos apreciaba. Y, a pesar de ser vicepresidente del gobierno, portavoz parlamentario, ministro del interior o lo que fuera, no te miraba nunca por encima del hombro. Eso se agradece cuando hay tanto chiquilicuatro que le dan un galoncito y se creen San Dios.

Le conocí nada más llegar a Madrid en 1986. Era el secretario de estado de Educación con Solana y me citó en el Ministerio para hablar de la LODE. Fui con Iñaki Zarraoa y en una tarde dimos cuenta de todas las enmiendas. Era un negociador duro, pero comprensivo y se ponía en tus zapatos. Desde entonces, a pesar de todas las discrepancias, mantuvimos un hilo caliente de relación y hace poco me llamó para tener una reunión de viejos rockeros en Madrid. Pospuse el viaje y me arrepiento de ello.

Negocié con él en media hora la transferencia de aguas hace veinticinco años. Me pidió tiempo para hablar con Felipe González y lograr el permiso político, con Jerónimo Saavedra el de Administraciones Públicas y con Josep Borrell para la financiación de la transferencia y en hora y media estaba lista una competencia estancada catorce años, fuímos la última Autonomía en lograrlo, pues estaba estancada como el agua de una piscina en invierno y fue gracias a él porque hoy en día en Madrid ni se lo plantearían. Como consecuencia de esto Jon Zabalia fue presidente de la Comisión y nosotros logramos, en virtud de esta transferencia el que ya no se produzcan inundaciones ni en Getxo, ni en Basauri, Etxebarri, ni en el Urumea y se hayan podido realizar los saneamientos de Donostialdea, Urdaibai y espero que en breve el Alto Nervión pues han aprobado hace tres semanas la licitación de las obras. Si, ya sé que lo hicimos como en un zoco, y que es una ley orgánica, pero es que desgraciadamente en Madrid o actúas así o te quedas para vestir santos.

La última vez que le vi estaba atribulado por lo que estaba viviendo en su partido y me dijo poniendo la mano en el pecho. "Iñaki, he llegado a la conclusión que solo se puede hacer política en serio con los de tu misma generación. Ahora nada vale nada y eso lo trastoca todo".

Siento su prematuro fallecimiento, aunque como él mismo decía, "España sabe enterrar muy bien a sus muertos". Lástima no lo consideraron más en vida. Ocurre en todos los partidos. Y nadie desgraciadamente aprende en cabeza ajena.

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