MÁNCHESTER (REINO UNIDO)
Viajar al extranjero y cuidar niños a cambio de estancia y comida puede ser una experiencia maravillosa. Pero una relación laboral que se basa en acuerdos verbales, donde se buscan y se encuentran familias online y los jóvenes dependen totalmente de la persona que les ha empleado puede desembocar en situaciones de abuso o explotación. Muchas personas que trabajan o han trabajado como au pair durante un tiempo conocen algún caso en el que las cosas ''salieron mal''. A veces son situaciones incómodas, familias desagradables o comentarios salidos de tono. Otras veces son casos más graves de explotación o acoso sexual. En ocasiones, el au pair se anima a denunciar a la familia en la web o en la página de Facebook donde la ha encontrado. Muchos otros no saben cómo hacerlo o con quien contactar.
Marcos, un chico de Barcelona de 29 años, tuvo su primera experiencia como au pair en Finlandia. Se anunció a través de AuPairWorld, el portal online para au pairs más popular con más de tres millones de clientes. Le costó encontrar trabajo, ya que la mayoría de las familias querían contratar a una chica. Al cabo de dos meses encontró una familia en Helsinki. ''Había acordado trabajar 25 horas a la semana por un salario mensual de 300 euros, que incluía la comida y una habitación'', explica Marcos. ''El acuerdo era preparar a los críos para ir al colegio y por las tardes estar con ellos y ayudarlos con los deberes. Lo que me encontré tras un mes de trabajo es que la familia esperaba que también limpiase toda la casa. Era un casoplón enorme de dos pisos. Me levantaba a las siete, y después de preparar a los niños para ir al colegio limpiaba hasta mediodía. Mis horas libres eran de doce a dos y media. Por las tardes cuidaba a los niños y después de que la familia se fuese a dormir me quedaba limpiando la cocina hasta las once de la noche''.
Marcos explica que había acordado librar los domingos, pero a veces pasaban dos o tres semanas hasta que le dejaban librar. ''Había venido a Finlandia porque en España no tenía trabajo y pensé que era una buena manera de conocer otro país, pero por culpa de mi horario no vi ni conocí nada''.
Marcos decidió dejar Finlandia y probar suerte en Reino Unido. A mediados de febrero encontró a una pareja con hijos que trabajaba en un restaurante. Cuando ya estaba en Inglaterra, la pandemia obligó a cerrar todo el país y la familia le comunicó que ya no le necesitaba. Marcos se puso rápidamente a buscar una sustitución en grupos de Facebook para au pairs. ''Hablé con un par de familias, ambas me dijeron que estaban interesadas. Me fui a casa de una señora que parecía simpática''.
La familia era agradable y Marcos pensó que sus problemas habían terminado. Pero a mediados de junio la señora le comunicó que antes de la pandemia habían contratado a otro chico y que ahora que habían relajado las restricciones y el chico podía venir a Inglaterra no le necesitaban más. ''Claramente no me lo dijo antes porque necesitaba ayuda urgente y no quería que dijese que no'', dice. Marcos ha encontrado a otra familia en Wigan, en el norte de Inglaterra, con la que espera poder quedarse durante algún tiempo.
AuPairWorld dice lo siguiente en referencia a casos de explotación o abuso: "Si un au pair se siente explotado, debe comunicarse con nosotros…. Podemos verificar el perfil de la familia y ponernos en contacto para escuchar su versión de los hechos. También ofrecemos mediar entre el au pair y la familia anfitriona, porque muy a menudo las quejas resultan de malentendidos. Y si tomamos la decisión de que la familia anfitriona no respeta las reglas, esto puede resultar en su expulsión de la web''. Tras su experiencia en Finlandia, Marcos puso una denuncia a esta familia en España y también se puso en contacto con AuPairWorld. Un representante de la web le dijo que tendría que esperar al resultado de la denuncia antes de expulsar a la familia.
AuPairWorld también avisa a los au pairs de que tengan cuidado con los grupos de Facebook: ''Los grupos de Facebook para au pairs no ofrecen el mismo tipo de calidad a la hora de verificar los perfiles y garantizar la seguridad de sus miembros. Estos contactos no son seguros y hemos tenido que asistir a varios au pairs que han venido pidiéndonos ayuda después de contactar con gente por Facebook''.
Otro de los casos es el de Lucía, una estudiante de Guatemala que en abril estaba buscando trabajo como au pair en España. Lucía se anunció a través del grupo de Facebook AuPair in Spain, y recibió un mensaje de un hombre que quería entrevistarla por videollamada antes de contratarla como au pair para su familia. El día en el que iban a hablar, el hombre le comentó que su familia era nudista y le preguntó si ella estaría cómoda con eso. Lucía le dijo que en principio ella no tenía problema. Este hombre pidió hacer una videollamada en la que ambos estuvieron desnudos, a lo que Lucía respondió que no se sentía cómoda desnudándose delante de la cámara. Accedió a realizar una videollamada normal, pero en el transcurso de la conversación este hombre le pidió que se quitase la ropa y comenzó a tocarse de una forma que le hizo sentirse incómoda.
Lucía dio por finalizada la conversación, pero este hombre le siguió mandando mensajes por messenger durante semanas pidiendo que hiciesen otra videollamada. Lucía se puso en contacto con uno de los administradores del grupo de Facebook para que expulsasen a este hombre, pero dice que a día de hoy sigue esperando una respuesta. ''Esta experiencia me ha hecho darme cuenta de que las mujeres somos muy vulnerables en estos grupos'', dice Lucía, que ahora está trabajando como au pair en Francia.
Otra de las personas que denuncia este tipo de situaciones es Chiara, una chica italiana de 20 años que ha trabajado como au pair en Reino Unido. ''Yo creo que he tenido mala suerte'', dice. ''Mis primeras dos experiencias como au pair fueron muy malas. La primera familia, que encontré en AuPairWorld, vivía en un pueblo al sur de Inglaterra. La madre estaba divorciada, yo pasaba unas once horas al día con los niños. Cuando me tocaba ducharme, la madre apagaba el agua caliente. Dos días a la semana los niños se iban a casa del padre y la madre se iba por ahí, y entonces me quitaba la calefacción. Estábamos en invierno y me moría de frío''.
Chiara es intolerante a la lactosa, algo que había advertido antes de llegar. ''La señora no compraba comida especial para mí y yo no podía ir a la compra, la tienda más cercana estaba a unos 13 kilómetros de distancia. El pueblo estaba en mitad de la nada. Por las mañanas llevaba a los niños (de tres y ocho años) al colegio, que estaba a 25 minutos andando. No había nada de luz, tenía que usar la luz del móvil para ver por dónde íbamos. Estuve dos semanas y me fui''.
Chiara encontró a otra familia en el sur de Londres. Les conoció por videollamada y le pareció una familia normal, así que decidió mudarse a su casa. La madre era joven, más o menos de la edad de Chiara, y vivía con su niña y los abuelos. ''Me trataban como a una esclava'', dice Chiara. ''Trabajaba todo el día, limpiaba, planchaba, me hacían fregar el suelo de rodillas. El viernes por la noche me daban para planchar la ropa de toda la familia, y el sábado no podía comer hasta que terminase. La abuela de la niña me trataba fatal, me gritaba continuamente y no me dejaba hablar por teléfono en mi cuarto porque decía que se escuchaba desde el cuarto de la niña. Una vez amenazó con tirarme el móvil por la ventana''.
Chiara explica que la niña tenía cierto grado de discapacidad, algo que la familia no le había dicho de antemano, y gritaba a menudo por las noches. Aguantó un mes y medio. ''Les avisé con dos semanas de antelación de que me iba, porque no quería dejarles tirados. Ahí el abuelo perdió los papeles. Me dijo que no me dejase ver por la casa porque no sabía lo que me iba a hacer. Me fui lo antes posible con muchísima ansiedad''.
Chiara había encontrado a esta familia a través de un grupo de Facebook para au pairs. Al cabo de unas semanas vio cómo pedían otra chica en este mismo grupo, con el requisito de que fuese menor de 23 años. ''No quiero que a otra chica le pase lo mismo que a mí'', pensó Chiara. Contactó con la administradora del grupo y la familia fue expulsada. Ahora, Chiara tiene claro que si volviese a ejercer de au pair en Reino Unido lo haría a través de una agencia, a pesar de que esta opción puede costar entre 200 y 400 euros. ''Aunque también conozco gente que ha ido por agencia que ha tenido malas experiencias'', dice Chiara. ''Al final con quien te encuentras es problema tuyo''.
Trabajar como au pair siempre conlleva un grado de inseguridad, pero este riesgo se ha acentuado con la pandemia. Madara es de Letonia y trabaja como au pair en Barcelona. ''Creo que los au pairs lo hemos tenido especialmente difícil durante la cuarentena porque las familias han asumido que al no poder salir de casa íbamos a trabajar más horas'', dice. ''Mi acuerdo con la familia era trabajar cinco horas al día, pero durante la cuarentena estuve trabajando más de ocho, por el mismo dinero. Yo entiendo que estuviéramos atrapados, pero eso no significa que no necesite mi tiempo y mi espacio''.
Para Madara, el problema es que entre los au pairs y los empleadores no hay un contrato formal, por lo que es difícil protestar por el aumento de horas. Madara también comenta el acoso que muchas au pairs sufren a través de grupos de Facebook. ''No te imaginas la cantidad de mensajes que recibo en los grupos de au pair por parte de hombres extraños que me piden información personal. Me pasa casi siempre que subo información para encontrar a una familia. Y sé que también le pasa a mis amigas. Son fáciles de bloquear, pero me molesta mucho recibir este tipo de mensajes cuando estoy intentando encontrar trabajo''.
Furqan, que es indio y trabaja como au pair en Barcelona, también cree que el coronavirus ha contribuido a que se explote más a los au pairs. En febrero encontró a una familia a través de una página web que se llama Workaway que se comprometió a proporcionarle alojamiento y comida a cambio de cuidar a un niño. ''Al principio le llevaba al colegio, al entrenamiento de fútbol y le ayudaba con los deberes'', explica Furqan. ''Pero entonces llegó la cuarentena y la madre se quedó sin trabajo. Me empecé a sentir un poco inútil, porque ya no podía llevar al niño al colegio''.
Furqan intentó seguir siendo útil cocinando y limpiando para la familia. ''Yo soy chef y he trabajado en restaurantes muy prestigiosos. Antes de la cuarentena cocinaba a menudo y a la familia le gustaba mucho. Pero cuando la madre se quedó sin trabajo dejó de gustarle lo que hacía. Empezó a ser muy desagradable conmigo, me gritaba por todo''.
Furqan explica que no podía irse de vuelta a India, ya que en marzo las fronteras estaban cerradas para los ciudadanos indios que residen en la Unión Europea . ''Era mi primer mes en Barcelona, no conocía a nadie. Me parece muy triste que la familia decidiese ser tan desagradable conmigo, cuando estaba atrapado en un país que no conozco por una situación que no es culpa mía. Demostraron tener muy poca empatía''. Furqan se marchó en abril. Le hubiese gustado dejar un comentario negativo en la página web, pero la familia ha borrado su cuenta. ''Creo que estas situaciones desagradables se dan muy a menudo, ya que los au pairs venimos a este país como turistas y nadie controla si nos tratan bien o no''.
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