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Castells, el reconocido intelectual que se convirtió en el ministro más atípico de la coalición

Las derechas le han tachado de vago por su escasa exposición pública, pero Castells tiene poco de holgazán y ha impulsado reformas e iniciativas tan importantes como la ampliación de becas o la Ley Orgánica del Sistema Universitario.

El ministro de Universidades, Manuel Castells, durante la entrevista con 'Público'.
El ministro de Universidades, Manuel Castells, durante una entrevista con 'Público'. Fernando Sánchez

Manuel Castells (Helín, Albacete, 79 años) puede ser muchas cosas, pero no holgazán, como se empeñan en decir las derechas. El hasta ahora ministro de Universidades tenía claro que esta iba a ser su única legislatura en el Gobierno. Por motivos de salud ha decidido abandonar el Ejecutivo de coalición antes de lo previsto, pero se encontraba cómodo dentro, tanto por Unidas Podemos como por el PSOE, ya que siempre se sintió cercano al presidente Pedro Sánchez.

Castells fue sincero desde que tomó la cartera de ministro de Universidades. "Hablando muy claro: yo personalmente no estoy de acuerdo", dijo durante su toma de posesión sobre la división entre su ministerio y el de Ciencias. Su inicio, su perfil atípico y su lejanía a la universidad española en los últimos años –era profesor en la norteamericana Berkeley– le convirtió en la diana de muchos ataques desde el principio.

Nunca perdió en sinceridad. En cada entrevista e intervención pública ha hablado claro y sin miedos. Él y su equipo han sido muy conscientes todo este tiempo de las muchas críticas que han recibido, pero eso no ha sido ningún freno. Porque, además, Castells ha sido tenaz y un verso suelto dentro del propio Gobierno.

Universidades ha llegado a aprobar 23 iniciativas con Castells al mando

Desde el comienzo evitó una gran exposición pública. Cuando los ministros toman la cartera, suelen organizar al poco tiempo un off con los periodistas que cubren esa materia. Universidades lo hizo, pero Castells no estuvo. Entonces no se entendió mucho y hay quienes no han aceptado esta forma de trabajar que, quizás, sea más equitativa. Lo que está más claro es que Castells se ganó así la fama del 'ministro ausente'.

Sin embargo, el sociólogo no ha sido nada vago. La prueba es que, en menos de dos años, Universidades ha ampliado las becas universitarias (tanto en cuantía como en beneficiarios), impulsado la reducción de las tasas, eliminado el sistema de horquillas impuesto por el exministro Wert, equiparado los precios de los másteres habilitantes a los precios de grado y aprobado hasta 23 iniciativas legislativas.

Algunas de las iniciativas han sido tan importantes como el Real Decreto de Creación de Universidades, que pone coto a la proliferación de iniciativas especulativas que no cumplen con los estándares de calidad ara ser universidades, o el anteproyecto de la Ley Orgánica del Sistema Universitario, que seguirá su camino en manos del nuevo ministro, el catedrático y exnúmero dos de Ada Colau, Joan Subirats.

"Su determinación era trabajar por los estudiantes. Para él no tiene sentido la Universidad si no es para los estudiantes"

"Su determinación era trabajar por los estudiantes. Para él no tiene sentido la Universidad si no es para los estudiantes", apuntan fuentes cercanas al ministerio.

Pero la pandemia también marcó su trabajo. Su departamento empezó a organizar un tour por las universidades cuando empezó el Gobierno de coalición. Castells tenía un claro propósito: hacer un diagnóstico de la Universidad española. Detallado. Con tiempo. La emergencia sanitaria a él también le rompió los planes. Los encuentros con la comunidad universitaria, fundamentales para el Ministerio en estos casi dos años, pasaron a ser telemáticos, aunque Castells siempre defendió los modelos híbridos.

Siempre sostiene que la universidad es por y para los estudiantes porque, sin estudiantes, sería "otra cosa". Sin embargo, en los últimos meses ha tenido su mayor conflicto que ha sido, justamente, con parte del estudiantado. Aquí perdió cierto apoyo en esta parte de la comunidad universitaria, aunque nunca se negó a negociar sus iniciativas legislativas.

Lo que nunca perdió fue su impronta de profesor. "¿Vais a colocar solo un teléfono móvil para grabar la entrevista? Colocad dos, que nunca se sabe", dijo a Público en su última entrevista con este medio.

Su mayor creencia y voluntad siempre ha sido que la universidad sea completamente gratuita. Decía que era consciente de que no lo iba a poder llevar a cabo, pero no renunció a implantar la idea. Cree que a largo plazo se puede conseguir. Que "sin financiación no hay cambios" es otra máxima que siempre le acompaña y, por eso, siempre trabajó en lo concreto. 


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