Catalunya lucha contra la alta tasa de suicidios en prisión, que duplica a la española
El Govern ha puesto en marcha un plan de choque para hacerla caer. El abuso del aislamiento es uno de los factores que se encuentran tras la mayoría de suicidios.

Esperanza Escribano
Barcelona--Actualizado a
La tasa de suicidios en las cárceles catalanas es dos veces superior a la española y la europea. 16,8 presos de cada 10.000 se quitaban la vida en 2022, según el informe anual sobre el estado de las prisiones del Consejo de Europa de 2023. En España esa tasa se situaba en 7,3 y en el resto de Europa, en 7,1. Aunque los datos mejoraron en 2023, en 2024 las cifras volvieron a subir: 11 presos se suicidaron. El Departament de Justícia puso en marcha un plan de choque en octubre. Sin embargo, esta semana se produjo una muerte en la Unidad de Psiquiatría de Brians 1 que se estudia como posible caso de suicidio y éste sería el primer caso producido desde que se puso en marcha el plan de choque.
Entre los múltiples factores que influyen en el suicidio en prisión, uno pesa más que los demás y es el régimen de aislamiento. El Departament de Justícia publicó hace unos meses una investigación que analizaba los 54 casos de suicidio que ocurrieron en sus cárceles entre 2018 y 2023 y los datos eran escalofriantes: el 80% de los presos que se quitaron la vida habían pasado por el Departamento Especial de Régimen Cerrado (DERT, por sus siglas en catalán) en los seis meses previos.
Intentos de suicidio en aislamiento
Sofía usa un nombre ficticio por temor a represalias. Entró en prisión después de llegar al aeropuerto de Barcelona desde su país de origen "con una maleta"; es decir, por contrabando de droga. Desde el principio tuvo problemas con los funcionarios e intentó suicidarse en varias ocasiones. Cuando se le activó el Programa de Prevención de Suicidios, a mediados de 2023, acumulaba entre 50 y 60 cortes en los brazos.
Veía a la psicóloga cada 15 días, pero, siempre según su testimonio, los funcionarios la amenazaban con el primer grado si seguía autolesionándose. Un día discutió con uno de ellos y la sancionaron con 14 días —el máximo legal— en el DERT. Al segundo día, rompió el plafón de la luz y se comió los cristales. La llevaron al hospital, le hicieron placas y vieron que no era necesaria una intervención. A la vuelta, la llevaron directa al aislamiento, en vez de ingresarla en una unidad de psiquiatría.
Sofía dice que entonces pidió hablar con su familia, que no reside en España, pero no se lo permitieron. Así que, a los dos días, repitió el intento de la misma forma. Como estaba en el Programa de Prevención de Suicidios, tenía una compañera de celda, pero eso no impidió que volviera a hacerlo. Esta segunda vez no la llevaron al hospital, sino a una celda en el mismo DERT con cámaras de vigilancia para tenerla controlada. Vomitó en los cristales y no la vio ningún médico.
El Departament de Justícia niega rotundamente que un preso que intente suicidarse sea castigado con el DERT: "No es una conducta sancionable de ninguna manera. Si hay un intento frustrado, la persona es visitada por un psiquiatra y este determina el riesgo de suicidio. Si es alto, se le ingresa en una unidad psiquiátrica".
Sin embargo, una persona que tenga activado el protocolo de prevención del suicidio sí puede ser sancionada con el régimen de aislamiento, que supone pasar entre 18 y 22 horas en una celda. Una voluntaria que visita regularmente a presos en las cárceles lo expresa así: "Si alguien se quiere morir, no lo dejes en aislamiento solo, llévalo a enfermería y que tenga todo el rato a alguien con quien hablar".
Una de cada tres presos que se suicidó entre 2018 y 2023 estaba en aislamiento
El 32% de los 54 presos que se suicidaron entre 2018 y 2023 estaban en aislamiento. Es una cifra muy alta, pero el estudio no diferencia entre quienes están en primer grado y quienes están en aislamiento por sanción. Los primeros están en régimen cerrado bien porque no se han adaptado a la vida de la prisión, bien porque son peligrosos para el resto; los segundos, están cumpliendo una sanción de un máximo de 14 días y pasan más horas en la celda, además de salir al patio solos, sin poder interactuar con ningún otro preso. La falta de diferencia hace difícil comparar los números con Francia, donde se hizo un estudio similar en 2022, en el que solo el 13,6% de los casos de suicidio estaban en departamentos para sancionados.
Además, el tiempo medio que pasaron en su último ingreso en el DERT esas 54 personas fue de 39 días. De nuevo, el estudio no distingue entre primer grado y sancionados con aislamiento, algo que es importante para el Departament de Justícia. No así para Iñaki Rivera, director del Observatori del Sistema Penal i Drets Humans: "No hay distinción cuando te mandan a vivir las 24 horas del día en una celda, solo, con determinadas salidas de 2, 4 o 6 horas, que te pueden llevar a un momento de absoluta desesperación".
Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos, también conocidas como Reglas Mandela, prohíben el aislamiento indefinido o prolongado, es decir, superior a 15 días. La Ley Orgánica General Penitenciaria (LOGP) también limita el aislamiento en celda a 14 días para los internos que cometan faltas muy graves.
Pese que a la ley limita el aislamiento de los presos a 14 días, algunos llegan a pasarse hasta 60 días solos
El Grup Anticarcerari La Corda, que se comunica con presos en todo el país, explica que se encuentran con muchos casos en que los presos acumulan sanciones y pueden llegar a pasar 60 y hasta 90 días en aislamiento. El Departament de Justícia aclara que cuando eso sucede y el tiempo de aislamiento supera los 14 días, "se tiene que pedir autorización al juez de vigilancia penitenciaria para alargar esa estancia".
Falta de detección del riesgo
Catalunya utiliza desde hace años RisCanvi, un algoritmo que ayuda a detectar el riesgo de reincidencia de los presos. Pero también mide el riesgo de violencia autoinducida. De los 54 suicidios que ocurrieron entre 2018 y 2023, el 60,5% se valoraron con un riesgo alto en los seis meses previos.
"RisCanvi evalúa períodos de seis meses y estos resultados demuestran que tiene una buena capacidad predictora; lo que falló en estos casos fueran las medidas que se tomaron ante un determinado riesgo de suicidio", cuentan desde el Departament de Justícia. "Se está revisando para introducir mejoras en la detección de estos casos y en las medidas que se tomen", añaden.
Equipos de bienestar y plan de choque
Hace un año se introdujeron los equipos Bienestar: 10 psicólogos y 10 educadores distribuidos en parejas que se integran en cada centro penitenciario. Despachan directamente con la dirección de los centros para que, en los casos en los que no se llega a activar el protocolo de prevención de suicidios, el centro pueda activar un procedimiento parecido de medidas de protección personal si se considera que la integridad del interno está en riesgo.
Además, en octubre se puso en marcha un plan de choque. Entre las medidas que se aprobaron, en cada prisión hay ahora una mesa permanente de prevención en la que participan todos los actores implicados en el centro; se han puesto en marcha píldoras formativas para los funcionarios de prisiones; y se ha creado la figura del interno de apoyo, un voluntario que compartirá celda con quien esté en el protocolo de prevención para poder detectar los riesgos a tiempo.
Pero el cambio fundamental es que cuando un preso que está en el protocolo de prevención entra en el sistema DERT, un psiquiatra evalúa si puede continuar en esa situación. Si el preso ya no está en el protocolo, pero lo ha estado en el último año, el profesional sanitario hace una valoración de su historia clínica y evalúa el riesgo. Desde entonces no ha habido ningún caso, aunque en el Departament de Justícia quieren ser muy prudentes.
El asesinato de una funcionaria en Mas d’Enric
A la vez que se desplegaban los equipos Bienestar en marzo de 2024, un interno de la cárcel de Mas d'Enric (Tarragona) apuñaló y mató a Núria López, cocinera del centro penitenciario. El agresor era un interno de confianza que trabajaba en la cocina y cumplía condena por homicidio. Después, se suicidó. En señal de protesta e indignación, muchos trabajadores penitenciarios bloquearon los accesos a las prisiones en toda Catalunya, lo que afectó al funcionamiento habitual de los centros.
"Para nosotros en 2024 hubo 10 suicidios que lamentamos y uno que no podemos lamentar", afirma Francesc, portavoz de Marea Blava, una asociación de funcionarios de prisiones. Según la Síndica de Greuges, la Defensora del Pueblo en Catalunya, los bloqueos no estaban amparados por el derecho a huelga porque ningún sindicato la convocó y llevó a que 4.000 internos vivieran un "confinamiento forzoso" que afectó a sus derechos y libertades. Entre ellos, "el derecho de defensa y a comunicarse con sus familias".
"Un episodio de esta gravedad, nunca visto en las prisiones catalanas, es comprensible que provocara una afectación generalizada", admiten desde el Departament de Justícia. Pero defienden que se produjo "un retorno gradual a la normalidad sin dejar de atender las necesidades de las personas internas en materia de prevención de suicidios".
El Departament considera que la introducción de los Equipos Bienestar fue clave, pero en Marea Blava lo ven distinto: "se trabaja de manera casi obsesiva y hasta perjudicial para el interno", señala Francesc. "Se activan muchísimos protocolos, hasta el exceso. Hay demasiado proteccionismo y eso provoca la infantilización de los presos que muchas veces recurren a la autolesión porque saben que así consiguen la atención que quieren", comenta.
Unos meses más tarde del asesinato de Núria López, se aprobó una circular que restringe el acceso a muchos puestos de trabajo considerados peligrosos a internos que hayan cometido delitos violentos con resultado de muerte o lesión grave. La Síndica, consciente de que la seguridad del personal y de los internos tiene que ser prioritaria, ha criticado la decisión. Considera que para evitar los riesgos "no se tiene que restringir el acceso de los internos al trabajo penitenciario, sino seguir aplicando medidas de control y quizá, ampliar las que ya existían".
Jordi usa su nombre real, pero prefiere ocultar su apellido. Estuvo entrando y saliendo de prisión desde 2003 y hasta 2016. Pasó por la Model, por Brians 1 y por Quatre Camins. Hoy está acabando la carrera de Derecho, ha empezado Criminología, y es voluntario en la asociación de Familiares de Presos de Catalunya. Cree que el asesinato de la cocinera Núria López fue "un hecho lamentable", pero también cree que "se está haciendo pagar a justos por pecadores" y que se genere "la sensación de un castigo colectivo".
La abolición del aislamiento por sanción, lejos de ser una realidad
"Los datos nos dicen que no podemos negar que el aislamiento es un factor desencadenante del suicidio; tiene mucho que ver con la desesperanza y con situaciones críticas", admiten desde el Departament de Justícia. Pero no se plantea su abolición porque antes tendría que cambiar la ley.
En cuanto al aislamiento por sanción, el Departament de Justícia dice que aborda los conflictos en el régimen ordinario "siempre que se pueda" y que solo se recurre al aislamiento cuando "las personas suponen un riesgo para la integridad física del resto de internos". Aseguran que el DERT se ha dotado de equipos especializados para abordar esas conductas y que "el objetivo es reducir al mínimo indispensable los períodos de aislamiento".
Así lo ve también Álvaro Muro, que ha sido coordinador de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica Penitenciaria de Catalunya hasta 2023. "Reducir el tiempo de aislamiento supone poner muchos más medios; si los psicólogos y sanitarios pueden trabajar con las personas que están en el DERT hay muchas más posibilidades de sacarla de allí, ¿pero estamos dispuestos a poner el presupuesto necesario?", se pregunta.
En el sentir opuesto está Solange Hilbert, abogada que ha pasado 23 años ejerciendo el derecho penitenciario. "El aislamiento tiene unos efectos devastadores. La población general cree que el DERT es para presos muy peligrosos, pero no es así." En su experiencia, se ha encontrado que quienes acaban en el régimen cerrado son personas desestructuradas en sus hábitos.
"Las que han vivido en la calle tienen muchos problemas regimentales porque la estructura de la cárcel es de hierro; suena la alarma a las 7, a y cuarto hay recuento y a y media desayuno; es una disciplina que a las personas con problemas de salud mental les cuesta cumplir. Y acaban en aislamiento por acumular sanciones de ese tipo".
Jordi lo resume así: "Si el 80% de los presos que se suicidaron estaban en aislamiento, quizá la manera de prevenir el suicidio es abolir el aislamiento. Si yo te digo que el 80% de las personas a las que disparamos con nuestras armas se mueren, la respuesta para que mueran menos sería no dispararles".
*Este reportaje ha sido posible gracias al apoyo de Journalismfund Europe*
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