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La COP29 pasa a la prórroga este fin de semana con un borrador de acuerdo que supone "un esfuerzo ridículo"

La cumbre del clima que se celebra en Azerbaiyán deberá aprobar un objetivo de financiación en las próximas 48 horas, tras el desencanto de la última propuesta. Expertos y activistas temen que los países concluyan el encuentro sin éxito.

Varias personas trabajan junto a una pila de pancartas en las inmediaciones de la COP29, a 22 de noviembre de 2024.
Varias personas trabajan junto a una pila de pancartas en las inmediaciones de la COP29, a 22 de noviembre de 2024. Maxim Shemetov / Reuters

Las agujas del reloj marcan la hora de clausura de la COP29, pero todavía queda una prórroga extraordinaria que finalizará el domingo después de que los países no hayan alcanzado ningún acuerdo. "Se trata de una práctica ya habitual en estas cumbres", según señalan fuentes de Ecologistas en Acción a este diario. La financiación, piedra angular del encuentro en Bakú (Azerbaiyán), ha resultado decepcionante tanto para expertos como para representantes de la sociedad civil.

Precisamente la financiación ha marcado la jornada de este viernes. La Presidencia azerí de la COP29 ha presentado a última hora una nueva propuesta. Se trata del Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés), un instrumento financiero con el que combatir la crisis climática a escala global y que pretende sustituir a partir de 2025 al actual Fondo Verde para el Clima.

El texto propuesto marca la cuantía en 1,3 billones de dólares (trillions en terminología anglosajona), de los cuales tan solo 250.000 millones corresponderían a la aportación pública de los países. La cifra ha escandalizado a expertos y activistas, que la han considerado irrisoria, y ha elevado las preocupaciones sobre el futuro del objetivo económico para hacer frente a la emergencia medioambiental.

La propuesta que ha presentado la Presidencia de la COP29 "está a años luz de lo que piden los países del sur", critica Olga Alcaraz, directora del Grup Governament del Canvi Climàtic de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). "Es casi un insulto a sus reclamaciones", enfatiza. En este escenario, la experta teme que no se logre aprobar un acuerdo durante la prórroga de este fin de semana.

"Parece que será prácticamente imposible que se acuerden los 1,3 billones", advierte en declaraciones a este medio Ana Barreira, directora del Instituto Internacional de Derecho y Medioambiente, que ha asistido a Bakú estas semanas. Por su parte, Jasper Inventor, jefe de la Delegación de Greenpeace en la COP29, considera este borrador "inadecuado, alejado de la realidad de los impactos climáticos y escandalosamente por debajo de las necesidades de los países del sur global".

De acuerdo con Pedro Zorrilla, representante de Greenpeace España en Bakú, lamenta "el esfuerzo ridículo" que implica la cifra de 250.000 millones de dólares anuales, sobre todo "si lo comparamos con las necesidades de financiación que tienen los países del sur global", añade.

La cuantía de la financiación ha sido y es una de las cuestiones críticas de esta cumbre, según indica a Público Alexandra Scott, responsable de Diplomacia medioambiental en el think tank italiano ECCO Climate y presente en Bakú. "Lograr un acuerdo en el NCQG es la clave", coincide Barreira.

El NCQG es fundamental para determinar las condiciones en las que todos los países, y especialmente aquellos con menos recursos, logran afrontar una transición ecológica basada en el criterio de la justicia climática y social.  Esta se basa en la premisa del "quien contamina paga", pero que el último borrador no incluye.

Reducción de emisiones y la troika de presidencias

Otro de los focos en los que se ha centrado el encuentro, tal y como apuntan Scott y Barreira, es la reducción de emisiones. El año pasado, la Cumbre del Clima de Dubái cerró con el acuerdo de ir dejando atrás los combustibles fósiles, pero ello requiere "compromisos claros de los países para hacerlo posible", tal y como señala un informe de Ecologistas en Acción al que Público ha tenido acceso.

Desde Londres, Rafael Jiménez, consejero en Democracia Medioambiental de la Fundación Westminster para la Democracia, valora de manera positiva "el compromiso con la reducción del metano y de ir más allá de los combustibles fósiles" que ha mostrado la presidencia azerí.

El experto atribuye esta sensibilidad a la creación de la troika, que une las presidencias de la pasada COP28 –celebrada en Emiratos Árabes– con las dos siguientes –la actual, que anfitriona Azerbaiyán, y la COP30, que tendrá lugar en la ciudad brasileña de Belén–. "Se trata de una genialidad. Al formalizar esta troika de presidencias, se ha producido una consolidación de las agendas", valora.

No obstante, Camila Jardim, especialista en Política Internacional de Greenpeace, ha declarado este viernes en una rueda de prensa de la organización en Bakú que "los países carecen de voluntad política para desfinanciar los combustibles fósiles y tomar medidas". Pero la ambientalista ha concluido que "en esta hora final, mantenemos la confianza de que emergerá un acuerdo de esta COP. Juntos podemos persistir".

Por su parte, Alcaraz insiste en que los compromisos relativos a la reducción de emisiones "giran en torno a la financiación". En este sentido, Harjeet Singh, director de Compromiso Global de la Iniciativa del Tratado sobre Combustibles Fósiles, ha remarcado en otro panel: "No tener ningún acuerdo es mejor que un mal acuerdo".

Su valoración contrasta con la de Alicia Pérez-Porro, responsable de política y relaciones institucionales del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), quien señala a ese diario que "en algún momento de la COP29 se dudó de que saliese un acuerdo sobre el NCQG". Por este motivo, considera que "es positivo que ya haya salido el borrador del texto", si bien reconoce que su ambición es insuficiente.

"Falta mucha voluntad política para conseguir todos juntos llegar a este objetivo global", reclama Alcaraz. Todavía está por ver qué sucede en las próximas 48 horas para valorar los resultados de la COP29. Mientras tanto, la ciencia y la sociedad civil aguantan en vilo ante una diplomacia climática que augura un futuro incierto.

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