Madrid
Actualizado:Hay una habitación del Hotel H1O Rubicon Palace en Las Palmas que se le ha quedado grabada para siempre en la memoria a una camarera de piso de veinte años de edad que trabajaba allí. Y un día que jamás podrá olvidar: el 10 de agosto de 2019, que acabó en una pesadilla que ahora trata de superar cuando realizaba su trabajo.
Tras tocar hasta en tres ocasiones a la puerta para asegurarse que no había nadie, entró para cumplir con la labor de limpieza que le correspondía. En la habitación se topó con un cliente, un británico de complexión fuerte y mediana edad que le indicó que no había ningún tipo de problema para que realizara la limpieza en su presencia. Acto seguido el hombre se le acercó con el móvil en la mano mostrando un mensaje en español que decía: “59 euros para mantener relaciones sexuales”.
Agredida y desamparada
Los 49,80 euros que esta trabajadora iba a ganar ese día haciendo habitaciones, le han salido muy caros. Intentó huir de la habitación, pero el agresor la redujo. Hubo un forcejeo y escapó. Tras lograr salir de allí se dirigió a contar lo sucedido a sus jefes, concretamente a la subgobernanta, quien en lugar de ayudarla le dio más carga de trabajo.
“Quienes debían ayudar a una mujer desprotegida y vulnerable en ese momento, no hicieron nada. No llamaron al médico, ni a la policía y, para sorpresa de la afectada, le encargaron seguir con su trabajo. Le dijeron que continuara trabajando y que acabara el parte muy cerca de la habitación en la que había sucedido todo”, cuenta a Público Myriam Barros Grosso, consejera de Lanzarote en Pie y Podemos en el Cabildo de Lanzarote y que fue presidenta nacional de las Kellys, la asociación que agrupa a las camareras de piso de hoteles de toda España.
La única ayuda que recibió esta trabajadora agredida, en estado de "angustia" y sintiéndose “totalmente indefensa” por la respuesta inesperada de la empresa, fue la de su "propia suegra, que trabaja en el mismo hotel", explica Barros. Una vez que sus familiares conocieron lo sucedido llamaron a la Policía e interpusieron la correspondiente denuncia. “Todos (su familia, la policía y el juez) la creyeron, excepto el hotel".
La denuncia sirvió para que el agresor fuese llevado a un juicio rápido antes de que pudiera abandonar nuestro país, en el que fue condenado por un delito de abuso sexual a pagar 540 euros de multa y las costas judiciales. También se le prohibió acercarse a la víctima.
Lo que Barros considera realmente lamentable, es la actuación del hotel. No sólo en el momento en el que ocurrieron los hechos, sino incluso después de la condena al cliente. “Los responsables del hotel pudieron haber pedido perdón por lo inadecuado de su actuación. Pero en lugar de sacar un comunicado y abanderar la lucha para que esto no vuelva a suceder, prefirieron callar”. Fue entonces cuando las Kellys Lanzarote y la Plataforma Feminista 8M de la isla decidieron sacar su propia nota “denunciando la situación y contando la verdad de lo sucedido”, añade la política. “Esta claro que al hotel le importa más un cliente que es un violador que su trabajadora agredida”, agrega.
Acosos, abusos y violaciones a la orden del día
Si bien este diario ha sabido que el director del hotel transmitió de forma privada y a posteriori su pesar a la victima por lo sucedido, lo cierto es que de puertas para fuera no ha hecho comentario alguno. Una conducta que, para Barros, deja mucho que desear. “¿De qué sirve que pida perdón a la víctima si luego no quiere reconocer lo sucedido de puertas para fuera?”. Para esta activista la respuesta es simple: “Una vez más queda claro que a la empresa le importa mucho más su reputación en un caso así, que la integridad y el estado de una trabajadora a la que se le había intentado violar”, recalca.
Tal como afirma Barros, este caso no es un hecho aislado, ni una excepción. “Las agresiones sexuales, el acoso o los intentos de violación a las camareras de pisos no son hechos aislados. Están a la orden del día”.
Se trata de una realidad poco conocida porque le afecta a trabajadoras de un sector que está muy precarizado. “El colectivo de camareras es un colectivo muy precarizado. Y lo es con la connivencia de los empresarios. Saben que contratan a mujeres con pocos recursos, en situaciones económicas precarias, inmigrantes, y que van a callar todo lo que les pueda pasar porque tienen que llevar dinero a casa para poder subsistir. Se aprovechan de ello, y lo saben”, recalca Barros.
De hecho, en la conversación telefónica mantenida con la política canaria, ésta recuerda el reciente caso del turista que abusó de una limpiadora de hotel en Mallorca y “cuyo agresor se abalanzó sobre la víctima tocándole los pechos. La mujer se refugió en el balcón y desde allí pidió auxilio”, dice.
Pero además Barros denuncia otra situación que padecen las camareras de pisos: La de los abusos sexuales que no vienen solo de los clientes. “Por desgracia también conocemos casos de directivos que soban o tocan a trabajadoras contratadas. Incluso sabemos de trabajadores que son conocidos por estos abusos e incluso premiados con un ascenso a directores de hotel en otros lugares, como República Dominicana”, añade.
Defenderse con la ley en la mano
En el caso de la camarera canaria, la victimización sufrida por la falta de auxilio de la empresa ha significado un doble golpe personal que ahora intenta superar. “Ella solo quiera pasar página. La ves y de puertas para afuera parece que está bien, pero a nada que se abre y hablas de lo sucedido, se derrumba, se viene abajo y se pone a llorar”, explica Barros.
A esto se añade el silencio mantenido por los medios sobre el nombre del hotel. Un mutismo que para la política canaria es reflejo de lo que importa en la sociedad. “El dinero y la empresa importan más que la dignidad de las personas. Que todo el mundo haya callado y el nombre del establecimiento no haya trascendido en los medios que pertenece a una gran cadena hotelera, tiene mucho que ver con todo esto”, comenta.
Por si esto fuera poco la agredida no solo ha sido abandonada por su propia empresa. “El comité de empresa tampoco ha estado a la altura. No le informaron de la existencia de protocolos existentes para casos de violencia machista en el lugar de trabajo ni con anterioridad ni una vez que la agresión se había producido. Tampoco parece existir en el hotel un plan de Igualdad que incluya actuaciones en casos de acoso y agresiones sexistas”, agrega.
Esta omisión sindical ha tenido como consecuencia que, en lugar de disponer de una asistencia sanitaria más adecuada de la mano de la mutua a la que pertenece la cadena, tenga que recurrir a la seguridad social donde la asistencia psicológica que se requiere para estos casos no es tan frecuente. “Ella está tratando de superar todo a través de un psicólogo asignado por la Seguridad Social. También está recibiendo terapia como víctima de agresión sexual en una asociación que asesora a víctimas de violencia de género y que se encuentra en un espacio de igualdad”.
Ante esta situación, la afectada, que prefiere no desvelar su nombre, ha tomado la decisión de interponer una demanda de responsabilidad y reclamación de daños y perjuicios al Hotel H1O Rubicon Palace de Las Palmas. Lo hizo ante el juzgado de lo social de Arrecife. Reclama 50.000 euros por la pasividad mostrada por la empresa ante la agresión sexual y por la actuación inmediatamente posterior a la misma.
“Estamos a la espera de fecha de juicio, pero dado que todo ha sido probado
anteriormente en el juicio rápido contra el agresor, esperamos que haya
justicia para ella y puede respirar todo lo que ahora no puede respirar”,
señala Myriam Barros Grosso.
Mientras llega todo, la política va a presentar el próximo lunes una moción
al Pleno de la Corporación para exigir que el Cabildo, "aunque no tiene
competencias para regular las condiciones de trabajo del sector turístico", defienda a estas trabajadoras. "Tiene la obligación moral de proteger al eslabón más vulnerable de este sistema económico, en el que las mujeres siguen estando desprotegidas frente a las desigualdades y violencias. Pedimos que se
pronuncie públicamente en defensa de las trabajadoras que sufren agresiones o intentos de agresión sexual cada vez que se conozca un caso similar y promueva entre los hoteles de la isla la creación de protocolos de actuación ante las agresiones hacia las trabajadoras por parte de los clientes".
La petición se hace para dar un tirón de orejas a las instituciones ya que,
salvo el Instituto Canario de Igualdad, ninguna más se ha pronunciado al
respecto. "En este caso, la actitud del hotel fue negligente por no proteger
adecuadamente a su trabajadora, pero la de las instituciones públicas fue
también irresponsable. La única institución que se pronunció al respecto fue
el Instituto Canario de Igualdad, cuya directora, nuestra compañera Kika
Fumero, pidió a la inspección de trabajo que investigara al hotel en el que
sucedieron los hechos. Una decisión valiente que desde aquí agradecemos. Es
más habitual de lo que parece que los clientes de los hoteles tengan
comportamientos inadecuados con las camareras de piso, como han afirmado los
sindicatos y colectivos de afectadas. A pesar de todo, los hoteles no tienen
la obligación de contar con protocolos de actuación frente a las agresiones
sexuales que sufren las trabajadoras por parte de los clientes, dejando en
manos de la dirección del establecimiento el procedimiento a llevar a cabo
recurriendo en la mayoría de ocasiones a la improvisación", finaliza la
política canaria.
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