madrid
La imagen de ver a 5.000 personas sin ningún tipo de distancia, congregadas en un estadio para escuchar música, después de un año confinados en casa, ha supuesto todo un impacto. El experimento de Love of Lesbian de hace una semana ha levantado muchos aplausos que tiempo atrás solo salían a los balcones, pero, ¿es esta una fórmula para permitir eventos masivos?
Como todos los experimentos, no está exento de riesgo: "Las pruebas rápidas de antígenos pueden incurrir en falsos negativos y positivos".
Así lo advierte el epidemiólogo y miembro de la Junta Directiva de la Asociación Madrileña de Salud Pública Fernando José García López, que ve un problema en que hayan dado mucho peso a este tipo de pruebas, ya que "no funcionan bien en grupos donde no hay mucha circulación de virus".
"Está bien que se apliquen a personas que tienen síntomas o si ha entrado un virus en una residencia de mayores se pueden hacer esas pruebas porque pensamos que la probabilidad de que haya infectados es alta, pero hacerlas a la población general puede dar muchos falsos positivos y negativos", añade el experto.
"Las pruebas rápidas de antígenos pueden dar falsos negativos y positivos", sostiene el epidemiólogo Fernando García López
Anteriormente, se habían hecho pruebas, pero de menor afluencia. Antes de ver un Sant Jordi con toda su platea llena, la Sala Apolo acogió el pasado 12 de diciembre un concierto de pequeño formato con medio millón de personas.
Pese a que el estudio del Palau Sant Jordi contiene una muestra mayor, tiene un diseño "un poco peor". No habrá una segunda tanda de test después del concierto, sino que se compara la tasa de contagios de los asistentes al concierto con la población general y "no son poblaciones comparables porque la población general, aunque sean de la misma edad pueden diferir en una serie de circunstancias que pueden explicar las diferencias", advierte García López.
Sin embargo, el epidemiólogo hace hincapié en que hay que esperar a conocer los resultados de esta prueba piloto, en la que han participado profesionales del Hospital Germans Trias i Pujol, para juzgarla.
Asimismo, destaca que de tener una respuesta positiva en cuanto a seguridad, el experimento "serviría para que quien vaya a organizar conciertos debería hacerlo de la misma forma con las medidas que se tomaron en el Palau Sant Jordi". Es decir, hacer un cribado previo esa misma mañana, la obligatoriedad de mascarillas FFP2 y tener un sistema de ventilación muy agradecido para favorecer la renovación del aire.
¿Era el momento para un experimento como este?
La incidencia ya se sitúa en riesgo antes de conocer los efectos de la Semana Santa y algunas voces han tachado a lo largo de la semana la temeridad del concierto.
El precedente del concierto de la Sala Apolo, pese a tener una muestra menor, ha dado seguridad para llevar a cabo esta actuación. "En la medida en que se han tomado una serie de medidas para evitar los contagios, con esas medidas llevadas a cabo son medidas enfocadas a reducir el riesgo y creo que no ha sido una medida imprudente", destaca el miembro de la Junta Directiva de la Asociación Madrileña de Salud Pública.
Además, incide en no hay que olvidar que este tipo de experimentos en seres humanos relacionados con la salud pública "se someten a una evaluación ética de un comité independiente de ética de la investigación", que evalúa el beneficio o riesgo de las intervenciones y no autoriza aquellas en las que el riesgo sea alto.
Por otro lado, tiene la ventaja de que se hace un experimento para poder esclarecer si se puede llevar a cabo un concierto en determinadas condiciones con seguridad en beneficio de los trabajadores de la cultura y espectadores. "Me parece que aclarar estas cosas es necesario para la sociedad y se han tomado las medidas de seguridad mínimas para que se pueda llevar a cabo con cierta seguridad", insiste.
Recuperar la vida cultural
El concierto es la prueba de fuego de la iniciativa Festivales para la Cultura Segura con el objetivo de establecer un nuevo protocolo para la celebración de eventos en el contexto actual.
Un ensayo que ya sienta un precedente para recuperar con más seguridad la vida cultural. "El virus ha venido para quedarse, y eventos como este que obligan a tener una prueba negativa dan más seguridad a la cultura", comenta María Ángeles García, vocal de la Junta Directiva de Federación Estatal de Asociaciones de Profesionales de la Gestión Cultural (FEAGC),
Desde la federación no solo defienden una cultura segura que se atiene a los parámetros y protocolos establecidos por Sanidad; también destacan que en este macro evento como el del concierto del grupo catalán trabajan promotores de grandes eventos y técnicos que viven de ellos y que "no han realizado nada desde que empezó la pandemia", sus ingresos han sido nulos. "Esa gente tiene que comer, es igual que cualquier trabajador. Si para ello los festivales deben de ser con estas medidas, adelante con ello", sostiene la portavoz.
Aun así, todavía parece complicado. "Quizás es complejo porque todavía no hay un uso masivo de estos test rápidos", añade Quique Bassat, investigador del ISGlobal de Barcelona, que incide en que en el momento en que estas pruebas se vendan en la farmacia o se puedan comprar por internet, sean públicos, entonces todo se simplifica mucho más.
"Promotores de grandes eventos y técnicos no han realizado nada desde que empezó la pandemia", subrayan desde la FEAGC
Es el caso de Alemania, donde ya se pueden comprar test en cualquier sitio, lo que hace más fácil, según el doctor, el diseñar cómo organizar el testaje de la gente para la actividad que sea "sin la obligación de reportar, ni hacerlo vía la sanidad pública".
Una práctica a la que se suma el punto de vista económico. Las 5.000 entradas para el concierto de Love of Lesbian se agotaron en solo un día, a un precio de entre 23 y 28 euros, más gastos de gestión, donde se incluía el test de antígenos y la mascarilla. Mientras, la organización cifró el coste de producción en torno a los 200.000 euros.
Aunque el objetivo no era tanto los beneficios como sentar un precedente de cara al futuro, parece difícilmente replicable de manera continuada.
"Es cierto que se tiene que invertir más en tener que hacer estas pruebas, hacerlas al 50% entre promotor y público o ver otros cauces como subvenciones. Pero estos eventos tienen que hacerse porque la gente tiene que comer. Hay mucha gente que vive de ellos", sostiene García Cabello.
Por su parte, la patronal española de ocio nocturno Spain Nightlife considera a esta fórmula del concierto una solución para la crisis de la covid-19 y exige un calendario de desescalada para flexibilizar las restricciones impuestas a esta industria, con más pruebas piloto como la de Barcelona. Aunque los expertos consideran que es algo prematuro.
Demostrar la seguridad de los eventos deportivos
La escena de miles de personas coreando canciones y sin distancias choca con la de los estadios vacíos. ¿Por qué puede haber 5.000 personas en el Palau Sant Jordi o en el WiZink Center, pero no en el Camp Nou asistiendo a un estadio de fútbol al aire libre?
La respuesta es compleja, pero fundamentalmente se trata de los diferentes criterios que tienen el Ministerio de Sanidad y las autonomías a la hora de tomar decisiones sobre las restricciones.
"Lo ideal es que repitiera un estudio como el que se ha hecho en el deporte", comenta el epidemiólogo Quique Bassat
Cuando se empezó a planear la desescalada, se determinó que el regreso de los aficionados fuera una decisión del CSD (Consejo Superior de Deportes) en Primera y la Segunda División del fútbol masculino y la ACB de baloncesto. Sin embargo, la tercera ola de enero echó por tierra cualquier plan inicial de retomar la LaLiga y la Liga Endesa.
Por su parte, desde la ACB señalan a Público que ya hay un protocolo preparado y aprobado a la espera de reanudar las conversaciones con el nuevo presidente del CSD.
En el caso del reciente rechazo a que haya público en la Copa de Rey, el epidemiólogo Quique Bassat asegura que no se propuso una estrategia asociada a esa final, "no se dijo: podrán entrar los vacunados o los PCR negativos en las últimas 24 horas o los test de antígenos negativos en las últimas últimas 12 horas".
Esta es la diferencia entre el experimento de Love of Lesbian, que además era en un entorno cerrado más proclive a la infección que en un estadio abierto, pero el riesgo era "asumible porque los que están dentro eran test de antígenos negativos".
En este sentido, incide en que habría que demostrar la seguridad de los espectáculos deportivos antes de proceder a autorizarlos, "lo ideal es que repitiera un estudio como se ha hecho desde el mundo de la música".
"No se puede extrapolar a todo el ocio"
Otro de los eventos más polémicos, ha sido la reactivación de las bodas. Para las que los expertos creen que este experimento "no se puede extrapolar a todo el ocio", porque las bodas, por ejemplo, son espacios donde la gente se quita las mascarillas para comer y para las copas.
"No es lo mismo un concierto que un restaurante o un bar en donde ya las pruebas de que hay un aumento de la transmisión son consistentes y están fuera de discusión", admite el epidemiólogo Fernando José García López.
"Si se fuera a hacer pruebas diagnósticas de infección activa a todos los que van a las bodas y hubiera una ventilación adecuada, probablemente se minimizaría el riesgo, pero aun así la mascarilla es un elemento importante en este concierto que no se puede aplicar a este tipo de celebraciones", insiste el experto. Unas medidas que conllevan un coste adicional que no todos están dispuestos a asumir.
Unos eventos para los que se tiene que esperar un poco más, hasta que "haya un porcentaje bastante alto de vacunados". "No olvidemos que esto de que los interiores de los bares y los restaurantes estén abiertos es una anomalía española", recalca García López. Prácticamente en ningún sitio de Europa han estado abiertos, por "razones lógicas", por lo que hasta que no superemos todas estas olas y "no haya una inmunidad colectiva suficiente" son sitios "poco recomendables".
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