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Actualizado:El economista, activista social y expresidente de Justicia y Paz, Arcadi Oliveres y Boadella (Barcelona, 1945), ha muerto este martes a los 75 años por cáncer de páncreas, enfermedad que le habían diagnosticado este febrero. Experto en las relaciones Norte-Sur, humanista convencido, referente de las luchas de izquierdas, ferviente antimilitarista, impulsor del Procés Constituent y gran defensor de los derechos humanos, Oliveres deja un legado lleno de conocimiento para un mundo más justo, pacífico y luchador. "La palabra coherencia es la que más me gusta", decía en el documental Mai és tan fosc (2014), de Èrika Sánchez, que retrata durante el 2011 el día a día del exprofesor de Economía Aplicada en la Universitat Autònoma de Barcelona. Y no es extraño, que escogiera esta palabra: nunca dejó de ser crítico con el poder económico y político, ya fuera desde su vertiente de económica crítica o desde el activismo pacifista.
Oliveres recibió numerosos homenajes, entre ellos la Medalla d'Or al Mèrit Cívic del Ajuntament de Barcelona (2019), el premi Internacional Alfonso Comín (2011) y el premi Internacional per la Pau de la ICIP (2017). Pese a su gran influencia social y política, y aunque apoyara a algunos partidos políticos más vinculados a los movimientos sociales, fue insobornable: nunca quiso tocar el poder.
Su carácter apacible, pero tenaz, y su amabilidad a la hora de compartir conocimiento y abrazos hizo que su familia abriera semanas antes de su muerte un portal web para que las personas le pudieran enviar mensajes. "Conscientes que ha hecho camino con mucha gente, su familia ha creado un web para vehicular los mensajes que le queréis hacer llegar. Así Arcadi, mientras pueda, os irá leyendo", decía su sobrina Victòria Oliveres por Twitter.
Una vida de lucha y en defensa de la justicia social
Nacido a la izquierda del Eixample de Barcelona, su lucha empieza en 1962 y 1963, cuando participa en la creación del Sindicat Democràtic d'Estudiants de la UB, así como en la Caputxinada, el marzo en 1966. El 1968 también fue un año clave para Oliveres: se licenció en Ciencias Económicas en la Universitat de Barcelona, y fue cuando se dio de bruces con la represión franquista, ya que fue procesado por el Tribunal de Orden Público (TOP) y juzgado por reunión clandestina. Fue absuelto, pero, gracias a los informes favorables del decano de la Facultad de Economía y la defensa del abogado Francesc Casares y Potau.
Su vocación transformadora también fue entrelazada con un cristianismo progresista de la mano de Pax Christi, donde se impulsa la cultura de la paz, y Justícia i Pau, entidad defensora de los derechos humanos a la cual entró el 1981 y que presidió desde el 2001 hasta el 2014. Precisamente desde estas dos plataformas, además de otras, se impulsó la primera campaña contra la pena de muerte en España en 1975, para evitar, entre otros, el asesinato por parte del régimen franquista de Jon Paredes Manot, "Txiki", o Salvador Puig i Antich mediante la intercesión del Vaticano. Desgraciadamente, la mediación no tuvo efecto y los asesinaron. La represión no se fue con la muerte de Franco, puesto que el 1976 Oliveres fue detenido por la Guardia Civil española en la Sénia y pasó tres días en comisaría, a raíz de su participación en una de las columnas de la Marxa de la Llibertat, organizada en toda Catalunya por Pax Christi.
Así pues, la fe no le sacó su espíritu crítico frente a cualquier poder, fuera divino o terrenal: participó en decenas de campañas, entre ellas la que apoyaba instaurar el 0,7% del PIB a ayuda al desarrollo, la campaña de apoyo la Objeción Fiscal al gasto militar y la constitución de la Asamblea de Objetores Fiscales (1983) o la campaña contra la ley reguladora de la objeción de conciencia y en apoyo de la insumisión (1984).
También hizo centenares de charlas en todo el mundo para hacer divulgación de una economía crítica contra el capitalismo, poniendo de relieve la explotación de recursos del Norte a los países del Sur. Autor de los libros Norte-sur, diagnóstico y perspectivas (Fundació Bofill, 1989) y ¿Quien debe a quién? Deuda ecológica y deuda externa (Icaria Editorial, 2004), también participó en la gran campaña de la cancelación de la deuda externa y la promoción de la banca ética en Catalunya. "Es evidente que el sistema capitalista no se puede aguantar. Es un sistema criminal y asesino que tenemos que destruir y bastante", decía sin tapujos en una entrevista reciente a Público.
Otra de las características principales de Oliveres era su lucha férrea por una revolución pacífica y desde la desobediencia civil, así como su crítica feroz hacia las relaciones gubernamentales con la industria armamentística. En este sentido, fue un gran objetor de la entrada de España en la OTAN el 1986, aunque finalmente el socialista Felipe González hizo que el Estado se sumara a la organización. De hecho, ha publicado libros criticando duramente las relaciones de España con las armas, como El círculo armamentista en España: una panorámica crítica 1989-1999 (Icaria Editorial, 2001), publicación que hizo conjuntamente con el activista e investigador miembro del Centre d'Estudis per la Pau JM Delàs Pere Ortega.
El 15M, un antes y un después
El año 2011 fue clave en la vida de Oliveres: estalló el 15M, a la vez que pasaba un momento personal muy duro por la enfermedad de su hijo Marcel, que murió el mismo año. Oliveres participó en multitud de manifestaciones y charlas que se organizaron alrededor del 15M, un antes y un después en el Estado español. Ahora bien, portador de un mensaje de paz y de cambio, avisaba a los activistas que tenían que tejer alianzas con los otros movimientos sociales, como por ejemplo los miembros del Foro Social Mundial, para que la revolución no se quedara solo en las plazas del Estado. Para el activista, que escribió aquel mismo año Paramos la crisis. Las perversiones de un sistema que es posible cambiar (Angle editorial), la finalidad del 15M no era entrar a las instituciones, sino que a partir del movimiento las instituciones cambiaran su punto de vista.
Al cabo de los años, una lucha que ha defendido ha sido la independencia, siempre desde el pacifismo. "Estoy convencido que Catalunya es un país de paz", decía también en una entrevista a Público. Ahora bien, a pesar de ser independentista, no lo era a cualquier precio. "Si queremos la independencia tenemos que explicar qué país queremos y no lo hemos explicado para nada", consideraba Oliveres. El economista apostaba por una república sin ejército, sin banca privada, ecologista, con sistema cooperativo, y con las puertas abiertas a la migración. Pese a los premios y trayectoria, a las alianzas e influencias, al peso de la enfermedad, Oliveres no dejó nunca de luchar por un mundo mejor, se continuó indignando en cada charla que hacía, y siguió agitando conciencias hasta el último momento. Y lo seguirá haciendo.
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