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Los otros Doñana: historias de expolio de agua y vertidos

En los últimos años, España ha visto como algunos de sus principales ecosistemas húmedos se acercaban al colapso. El Mar Menor, las Tablas de Daimiel o el Delta del Ebro son algunos ejemplos

El Delta del Ebro, el Mar Menor, La Albufera, Doñana o Las Tablas de Daimiel son algunos de los ecosistemas emblemáticos de España que se encuentran amenazados y con problemas ecológicos.
El Delta del Ebro, el Mar Menor, La Albufera, Doñana o Las Tablas de Daimiel son algunos de los ecosistemas emblemáticos de España que se encuentran amenazados y con problemas ecológicos. Agencias

Doñana está en la UCI. El humedal más grande de Europa y uno de los emblemas ecológicos de España lleva décadas en fase de declive debido a la mala gestión del entorno y al constante expolio de agua para regadío. Según los datos del CSIC, el 59% de las lagunas de mayor tamaño del ecosistema ya se han secado y, en líneas generales, el 19% habrían alcanzado un punto de no retorno que las condena a la desaparición.

El Parque Nacional padece ahora las consecuencias de décadas de políticas pobres desde el punto de vista ambiental, algo que ha llevado a Bruselas a sancionar a España. Ahora, la Junta de Andalucía de Moreno Bonilla, lejos de plantear un plan de choque para salvaguardar el entorno, pretende aprobar un nuevo plan de ordenación territorial que conllevaría, de facto, amnistiar a miles de hectáreas de regadío ilegal situadas en la corona de Doñana. En otras palabras, el Gobierno autonómico quiere ampliar las extracciones de agua de los acuíferos y abre la puerta del colapso ecológico, además de una guerra política sin precedentes que lo enfrenta al Ministerio de Transición Ecológica, a la Comisión Europea y a la comunidad científica.

Esta situación, siendo la más mediática y grave del panorama nacional, no única. En España hay 'otros Doñana' que mueren en silencio. Tablas de Daimiel, el Mar Menor, Los Arenales..., son sólo algunos ejemplos de cómo se ha generalizado la destrucción del medioambiente en el Estado español. Hay, también, otros humedales emblemáticos como La Albufera, que, tras años de oscuridad, comienzan a recuperarse.

Tablas de Daimiel

El paisaje del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en Castilla-La Mancha, lleva cerca de una década avanzando lentamente hacia el colapso. Bajo las pasarelas de madera ya no queda apenas agua y la foto del entorno es la de un secarral. El diagnóstico es parecido al de Doñana: la sobreexplotación de los acuíferos para usos intensivos. 

Entre abril de 2022 y abril de 2023, este ecosistema ha perdido un 34% de las hectáreas inundadas, según los datos del Informe de situación de la Comisión de Explotación del acueducto Tajo-Segura, pasando de 232 ha 132 ha. Según los datos del Fondo Mundial para la Naturaleza, actualmente hay un 64% de parcelas colindantes que están extrayendo agua de manera ilegal para regar cultivos intensivos.

Rafael Seiz, experto en gestión de agua y portavoz de WWF, denuncia que los niveles de agua de Daimiel son "paupérrimos" y explica que el poco agua que hay en superficie se mantiene "de manera artificial" debido a trasvases de agua. "Es desolador. Ahora mismo el 70% de la superficie de parque está absolutamente seca", opina. El conservacionista remarca que la política de trasvases y bombeo de agua hacia Las Tablas es un plan "cortoplacista" que no soluciona el problema desde la raíz, que son los cultivos ilegales que llevan décadas esquilmando el agua de los acuíferos.

Mar Menor

El caso del Mar Menor, al igual que Doñana, ha adquirido en los últimos años tintes políticos y ha abierto una pugna por su conservación entre el Gobierno del Estado y el Ejecutivo autonómico de la Región de Murcia. La única certeza, más allá del oportuno reparto de responsabilidades políticas, es que esta laguna salada vive sus peores días. Poco queda de los caballitos de mar que nadaban, años atrás en sus aguas cristalinas. A diferencia de lo que ocurre en Huelva o en Daimiel, el problema manifiesto tiene que ver más con la mala calidad del agua que con la cantidad de las mismas. 

Peces muertos aparecen en las orillas de las playas del Mar Menor
Peces muertos aparecen en las orillas de las playas del Mar Menor. Juan Carlos Caval / EFE

El Ministerio para la Transición Ecológica, que ha elaborado un plan de recuperación que ya se está ejecutando, habla de varias amenazas humanas que, en suma, han generado un problema de eutrofización en el Mar Menor que ha hecho difícil la vida en el interior de sus aguas. La agricultura intensiva del campo de Cartagena, nuevamente, juega un papel importante en este proceso de declive ecológico, ya que el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas ha terminado contaminando el mar. Las lluvias torrenciales, comunes en esta zona mediterránea, han arrastrado todos los nitratos del regadío mezclado con pesticidas hacia el Mar Menor y han favorecido su contaminación. A ello se suman los vertidos de metales de las minas abandonadas y el descabellado desarrollo urbanístico de los años noventa del siglo XX, con ocupaciones a pie de costa e irregularidades en los sistemas de depuración.

Los Arenales

El acuífero de Los Arenales, en Castilla y León, sufre las consecuencias de las transformaciones en el uso de la tierra, que ha pasado de un predominio del cereal y los viñedos en secano a la expansión de las huertas intensivas de patatas, maíz o remolacha; plantas con una gran demanda hídrica. Esta situación ha dejado cifras preocupantes para las masas de agua subterráneas que están destinando el 30,8% de sus niveles disponibles para regar parcelas ilegales que se ubican fuera de la cartografía oficial de derechos de uso privativo del agua, tal y como revelan los datos del Fondo Mundial para la Naturaleza.

Las organizaciones conservacionistas estiman, tras analizar los datos de la Junta de Castilla y León, que hay 23.000 hectáreas de cultivos ilegales que se nutren el acuífero de Los Arenales. Es decir, una extensión equivalente a 30.000 campos de futbol. 

Delta del Ebro

La borrasca Gloria en 2020 supuso, para el ecosistema del Delta del Ebro una estocada de muerte. Las fotografías tomadas por satélite al terminar el temporal revelaban cómo el mar había engullido buena parte del brazo de arena y sedimentos de la desembocadura del Ebro. Estos hechos, sin embargo, no eran puntuales y anecdóticos. La desembocadura del río al mediterráneo llevaba décadas caminando hacia la agonía y las lluvias torrenciales fueron, simplemente, la gota que colmó el vaso.

22/01/2020 - El Delta del Ebro tras el paso de la borrasca Gloria. / COPERNICUS EMS
El Delta del Ebro tras el paso de la borrasca Gloria. / COPERNICUS EMS.

En este caso, la crisis climática tiene una presencia importante. La reducción del caudal ecológico se ha ido haciendo cada año más evidente, con una caída del 3,6% de las precipitaciones anuales en la cuenca entre la serie histórica 1940-2006 y la serie histórica 1980-2006. Además, la recarga de los acuíferos y del agua del delta pasó de las 18.217 hm3 al año en la serie 1940-1986 a las 14.623 hm3 al año en la serie 1980-2006.

A la reducción de lluvias y el descenso del caudal medio se suman otros problemas derivados de las actuaciones humanas a lo largo de la cuenca del Ebro. La proliferación de embalses en las últimas décadas ha propiciado que buena parte de los sedimentos que el río arrastraba hasta la desembocadura, en el Delta, queden retenidos en las murallas de hormigón, lo que ha generado, según la propia Generalitat, una "regresión de la línea costera y la aceleración del hundimiento de la plana deltaica". Para que la situación mejorase, según la secretaría de Medio Ambiente y Sostenibilidad de Catalunya, la aportación de sedimentos debería pasar de los 3.000 hm3/ año actuales a los 7.000 hm3/año.

La Albufera

El desarrollo de la agricultura industrial en las décadas de los 70 y 80 del siglo XX alteraron por completo los ciclos ecológicos de la Albufera, el humedal más importante del País Valencià. El despliegue de cultivos intensivos de arroz, que ocupan 16.000 hectáreas de las 21.000 que tiene este espacio natural, ha generado tiranteces por las aportaciones de agua destinadas a la agricultura, aunque también ha servido para frenar de manera natural las ingentes cantidades de vertidos asociados al desarrollo urbano e industrial de Valencia. 

El espacio, que ha vivido una etapa algo oscura, está actualmente en fase de recuperación. Una recuperación "lenta", según explicaba a Público el concejal de Ecología Urbana del Ayuntamiento de València, Sergi Campillo, que ya ha empezado a constatarse con el incremento de algunas poblaciones de aves acuáticas y que cuenta todavía con mucho margen de mejora.


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