barcelona
Actualizado:Otoño del 2020. En unos meses especialmente convulsos a nivel global, marcados por la pandemia de Covid-19, cuatro jóvenes deciden romper temporalmente con la sociedad y experimentar una "vida fuera de los límites establecidos", que los llevará a instalarse en un bosque del macizo del Montseny. ¿El objetivo? Vivir durante un mes de forma totalmente autosuficiente a partir de aquello de que los provea la naturaleza.
El proyecto, que remite a lo que hizo el filósofo y escritor estadounidense Henry David Thoreau a mediados del siglo XIX y que retrató en Walden o la vida en los bosques -, se alargó finalmente 25 días. Ahora nos podemos adentrar en él a través de Emboscats. Una experiència d'autosuficiència al cor del Montseny, el libro que acaba de publicar Cossetània y que firma Sergi Monrabà Net, uno de los cuatro protagonistas -los otros son su hermano Oriol y sus amigos Adrià Reales y Èric Gàmiz-.
Todos ellos son de la zona -se definen como "hijos del Montseny", y tienen un conocimiento profundo del macizo y su entorno. Ahora bien, una vez decidieron pasar de la teoría a la práctica e intentar vivir en el bosque y del bosque, dedicaron meses a prepararse, ya fuera a través de lecturas o con encuentros con personas que acumulan una sabiduría ancestral sobre la zona, básicamente con la intención de aprender todos los detalles sobre qué plantas, raíces o frutos que encontrarían serían comestibles.
"Siempre buscábamos aventuras en la naturaleza, pero nunca las habíamos hecho con autosuficiencia"
¿Qué los lleva a dar el paso? "Siempre buscábamos aventuras en la naturaleza, pero nunca las habíamos hecho con autosuficiencia", explica Sergi Monrabà, en una conversación por vídeollamada con Público. En su caso, por ejemplo, en el pasado ha viajado con mochila por Canadá, ha ido al norte de Alaska a visitar "el autobús mágico" o ha hecho el descenso del río Yukon.
La parada forzada de la Covid y las restricciones que se impusieron les dio "todo el tiempo del mundo" para ir un poco más allá en la relación con un Montseny que es como su patio de casa. "Fuimos haciendo pequeñas pruebas, hasta que un día dijimos que seguramente con el conocimiento que teníamos podríamos vivir y pasamos de la teoría a la práctica".
La cabaña, cerca de un río
En el texto, Monrabà expone que instalándose en el bosque también buscaban "experimentar el verdadero sentimiento de libertad" y, ni que fuera durante unas semanas, "romper con la sociedad de consumo", lo que comportaba "desaprender y reencontrarnos con el silencio, ser autosuficientes y vivir alejados de los deseos falsos". Más allá de profundizar en todo aquello que ya sabían sobre los posibles alimentos que encontrarían, los meses previos al otoño del 2020 también los dedicaron a construir la cabaña que les serviría de refugio en su particular vida forestal.
"La experiencia implicaba desaprender y reencontrarnos con el silencio y vivir alejados de los deseos falsos"
Escogen una ubicación en la cara sur del macizo del Montseny, un hecho que se explica porque esta vertiente en una montaña siempre es "más luminosa, más cálida y más abundosa" y la cabaña -situada a unos 700 metros de altitud- se encuentra a apenas diez minutos de un río -fuente imprescindible de agua- y a una distancia razonable de un bosque de castaños. La castaña será, junto con la ñamera -un tubérculo-, la base de su dieta alimentaria.
Los cuatro jóvenes acumulan experiencia en el sector de la hostelería, un hecho que se traduce en que exprimirán su creatividad para elaborar platos de lo más diversos con lo que recolectan en el Montseny. La investigación y posterior elaboración de la comida será su principal actividad durante una vida en el bosque que les permitirá alejarse del ritmo frenético que se ha impuesto en una sociedad contemporánea marcada por la productividad extrema y constante que exige el capitalismo.
Las primeras horas de la experiencia estuvieron marcadas por una sensación de abundancia de la naturaleza, puesto que en poco rato consiguieron recolectar alimentos -frutos silvestres, castañas, plantas, raíces,...- para varios días. Esto les permitió desvanecer determinados miedos comunes en aquellos que se adentran en algo desconocido pero, a largo plazo, en cierto modo será un espejismo.
Al cabo de tres semanas empezaron a notar falta de energía: tenían carencias alimentarias
Al cabo de tres semanas empezarán a evidenciarse la falta de energía que arrastran los cuatro y que supondrá, entre otros cuestiones, que cada vez escaseen más las largas escapadas por el macizo para proveerse de alimentos variados. La carencia de proteína animal y el hecho que, por ejemplo, tampoco puedan alimentarse de unas legumbres que no crecen de manera silvestre en el Montseny serán elementos claves en su progresiva debilidad física.
Los impactos del cambio climático
"Creíamos que podíamos salir adelante y ser autosuficientes únicamente con la parte vegetal. Tirábamos de raíces, de frutos, que nos aportaban muchos azúcares, de frutos secos, como nueces y avellanas... Eran suficientes para saciarnos, porque no pasábamos hambre, pero no eran suficiente para darnos energía. La otra cuestión es que en el Montseny ya es una odisea pescar. Si se pudiera habría sido muy diferente", comenta Monrabà, que en el libro detalla como en toda la experiencia apenas pescarán dos truchas y en un río situado a una distancia considerable de la cabaña.
Los déficits alimentarios serán los que, finalmente, les llevarán a decidir acortar la aventura a 25 días y, en este sentido, el autor de Emboscats reconoce que "tendríamos que haber estudiado qué tipo de alimento nos faltaba y cuál no y no lo hicimos". Por todo ello, añade que más allá de defender que para llevar a cabo un proyecto de vida autosuficiente en el bosque hay que establecerse en comunidad, también subraya que hay que apostar por ser "nómada y cazador, no basta con ser recolector", puesto que por un lado la zona más próxima donde te instalas va agotando los recursos -al menos temporalmente- y la caza puede permitir cubrir las necesidades de proteína animal. La falta de conocimiento provocó, pero, que ni se plantearan llevar a cabo esta última actividad.
Paralelamente, añade que comprobaron en primera persona el impacto del cambio climático en la zona, puesto que la pesca que para ellos fue casi imposible era común y relativamente abundante en la juventud de su propia madre -es decir, hace pocas décadas- y otros animales, como por ejemplo, los caracoles también aparecen ahora en una cantidad muy menor. "Hemos visto como con el cambio climático la vida en estado natural es más difícil. Quizás en un futuro la vida en la naturaleza no será viable, por más que tengas los conocimientos para ser autosuficiente, porque la naturaleza ya no da más de sí".
¿Repetirán en un futuro?
A la hora de valorar la experiencia, Monrabà subraya que "si hubiéramos querido llevar alimento [de fuera el bosque] no hubiéramos tenido necesidad de volver. Allá estábamos perfectos, no sentíamos ninguna incomodidad que nos molestara". Destaca que durante la vivencia "frenamos en seco" y pudieron desconectar al menos temporalmente de la "sociedad hiperproductiva y hiperconectada en la cual vivimos". "Pienso que estar unos días en el bosque es una experiencia muy sana y que todo el mundo tendría que poder vivir, ni que sea llevando comida", añade.
"Estar unos días en el bosque es una experiencia muy sana, que todo el mundo debería poder vivir"
Con todo, admite cierta sensación "agridulce" una vez volvieron de su experimento: "La experiencia es una vivencia única y estoy súper agradecido de haberla vivido, pero si vives en sociedad formas parte del engranaje y sigo haciendo exactamente lo mismo que hacía [antes de instalarse 25 días en el bosque]. Sí que estoy loco por las plantas silvestres e intento añadir todo el que puedo a mi dieta y a mi despensa, pero si intentas no ser un marginado acabas haciendo todo exacto a lo que estabas haciendo. Sí, la readaptación fue súper rápida".
En ningún caso descartan volver a revivir la experiencia en un futuro. "Siempre lo planteamos, pero lo más complicado es la disponibilidad de tiempo. En cierto modo, la Covid fue como un regalo en este sentido", apunta y reconoce, pero, que en un segundo intento "lo plantearíamos distinto, incluso llevando algo de comida".
Además del tiempo, pero, las restricciones pandémicas también facilitaban "estar tanto tiempo en el bosque sin llamar la atención, porque estaba todo parado", un hecho que más que probablemente no sucedería si repiten la experiencia. De momento, pero, lo que han podido demostrar es que al menos durante unas semanas es factible vivir de manera autosuficiente en los bosques del Montseny y que aquello que Thoreau llevó a la práctica a mediados del siglo XIX sigue siendo fuente de inspiración 170 años más tarde.
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