¡Fotos, no!. Esa solía ser una de las frases más repetidas por los vigilantes de sala de las principales pinacotecas del mundo. En el Museo del Prado, por ejemplo, no permiten retratar ninguna de las piezas del museo y su normativa especifica que solo se pueden realizar fotografías y filmaciones en el Vestíbulo de Jerónimos y en el Claustro. No se trata solamente de evitar aglomeraciones, la medida busca proteger el patrimonio, ya que los flashes de xenón que incorporan muchas cámaras eliminan los pigmentos, que son fotosensibles. De manera que, si se hicieran muchas fotos con flash a un cuadro, acabaría deteriorándose como si hubiera estado días expuesto al sol. Sin embargo, el arte está en constante evolución y algunas galerías de indudable prestigio, como el MOMA o el MET de Nueva York, cada vez permiten más las capturas en sus espacios. Al fin y al cabo, más allá del postureo, el afán de los visitantes por subir imágenes de las obras no deja de ser una forma de expandir el interés por ellas. Esta es la reflexión que hacen en Art News, una publicación especializada donde sus autores defienden esta deriva y apuestan por democratizar estos espacios para que el arte adquiera una dimensión más social.
Si Beyoncé puede hacerse fotos en el Louvre, ¿por qué no puedes sacar tú a pasear el palo selfie? De hecho, ya existen museos pensados para completar la experiencia con la cámara de nuestro smartphone. Estas galerías están planteadas como auténticas fábricas de colores, con multitud de texturas y juegos de espejos para crear una sensación de finito. El objetivo es lograr una conexión sensorial con el espacio en un recorrido interactivo por salas cargadas de impactos visuales. Aquí todo se toca. El arte y el postureo se dan la mano en un espectáculo inmersivo y, a menudo efímero, porque muchas de las exposiciones que nacen para ser retratadas en redes sociales han sido concebidas en formato pop up. Son muestras temporales sobre las que se genera un enorme hype y que atraen muchos influencer en busca de la foto perfecta. En este reportaje destacamos cuatro que no te puedes perder y todas se encuentran en Madrid. ¿A qué estás esperando para hacer una escapada en Semana Santa?
Balloon Museum
En la tercera temporada de la serie de Netflix, Emily en París, la protagonista (Lily Collins) y Gabriel (Lucas Bravo) tienen una “no cita” rodeados de globos. Tras haber recibido más de 1,5 millones de visitantes en París, Roma y Milán, ese entorno inigualable llega ahora a la capital de España. Se trata del Balloon Museum y su exposición ‘Pop Air’, un lugar de estética onírica que cuenta con las coloridas obras inéditas de más de 15 artistas. La muestra ocupa una superficie de 6.000 metros cuadrados en el Escenario Puerta del Ángel de la Casa Campo y allí permanecerá desde el 18 de marzo al 23 de julio. Luego se instalará ciudades como Barcelona, Viena o Berlín.
Todas las instalaciones han sido fabricadas de forma sostenible, con látex de caucho 100% natural y biodegradable. Además, se incluyen espacios como una piscina de bolas gigante, hinchables diseñados a escala aumentada, columpios suspendidos en una nube luminosa o una sala de espejos que harán las delicias de cualquiera que desee volver a ser niño por un rato, tengamos o no el móvil a mano. Esta exposición de arte inflable cuenta ya con varios premios, como el mejor evento musical y cultural en BEA Italia y mejor formato original en el certamen de eventos BEA World Festival de 2022.
Museo de las Ilusiones
En este lugar nada es lo que parece. Se trata de una franquicia internacional presente en una veintena de ciudades como Nueva York (Estados Unidos), Estambul (Turquía), Atenas (Grecia) o Shanghái (China). Nació en Croacia en 2015 de la cabeza de Roko Zivkovic, un joven aficionado a las ilusiones ópticas que se unió a su mejor amigo para convertir su pasión en un lugar divertido y que invitase a pensar. Tomaron como punto de partida un programa de televisión de ciencia estadounidense llamado Brain Games.
Su colección no desembarcó en nuestro país hasta después del confinamiento. Madrid fue la primera base de operaciones y, aunque también hay otro museo en Sevilla, este centro ubicado en el barrio de Las Letras [a pocos metros de Tirso de Molina y a cinco minutos de Sol] es uno de los mayores de esta cadena. Ocupa un espacio de dos plantas y 600 metros cuadrados donde se exponen más de medio centenar de experiencias para jugar a engañar a nuestro cerebro y jugar con nuestras sensaciones. Todas ellas tienen una explicación científica que iremos descubriendo con nuestra propia experimentación. Por eso, este museo se ha convertido en un clásico para disfrutar en familia. Además de tener una finalidad didáctica, es disfrutable a todas las edades.
Durante el recorrido, nuestro teléfono móvil va a desempeñar un papel clave. Algunos de los escenarios están diseñados para solo podremos apreciar el juego de perspectiva a través de la pantalla. Al igual que en su museo gemelo de Nueva York, los visitantes podrán adentrarse en la Infinity Room, donde aparecerán multiplicados hasta el infinito, o la Rotated Room, que da la sensación de estar caminando por el techo gracias a su decoración invertida. También cuenta con una colección de hologramas, puzles tridimensionales y el gran favorito: el Túnel del Vórtice, una superficie estable que genera una sensación de vértigo que cuesta vencer. Sus estancias juegan con la visión, la percepción, el cerebro humano y la ciencia. ¿Estás preparado para engañar a tus sentidos?
Sweet Space
Museum of Ice Cream (MOIC) es un museo ‘pop-up’ efímero que, a su paso por ciudades estadounidenses como Nueva York, Los Ángeles y San Francisco, ha agotado entradas y ha contado con la presencia de famosas como Gwyneth Paltrow o Kim Kardashian. Ahora, la segunda planta del edificio de ABC Serrano, situado en pleno Paseo de la Castellana, tiene una versión igualmente dulce, pero menos fría. Trece artistas, entre los que se encuentran Agatha Ruiz de la Prada, Antonyo Marest y Okuda San Miguel [uno de los muralistas españoles actuales con más reconocimiento internacional] han diseñado estancias inspiradas en el universo de las golosinas para ofrecer un viaje sensorial que va que van desde una palacio con pilares de nubes de azúcar, pasando después a otras salas con escenarios inolvidables como una heladería de Pops ‘n Bops y un jardín de caramelos donde los colores pastel acaparan todo el protagonismo de la exposición.
Durante una hora, un ‘sweeter’ te acompañará en tu recorrido y el descubrimiento de cada nueva estancia irá acompañado de la degustación de la chuchería en la que se inspira. Para acabar con buen sabor de boca, al terminar la visita, los más pequeños se encontrarán un fin de fiesta divertido: podrán abandonar el museo bajando por un tobogán desde la última sala.
Ikono
Este museo radicado desde hace tres años en la calle Sánchez Bustillo, cerca del Museo Reina Sofía, promete experiencias icónicas para hacer pulverizar nuestro récord de likes en Instagram. Su piscina de bolas celestes, el cañón de confeti y las alas de neón se han convertido ya en clásicos de las sesiones fotográficas de muchos influencers. El concepto, pensado para un público millennial, surgió de la unión de dos sevillanos: el gestor, Fernando Pastor y su primo, David Troya. Este último viajó a Japón y en Kioto se enamoró del bosque de bambú de Arashiyama. Fantaseó con la idea de poder llevarse consigo ese espectáculo de la naturaleza como aquel y comenzó a cómo poder acercar a España aquel lugar en pequeño formato.
Aquel fue el germen de una galería de experiencias sensoriales en la que se entremezclan olores, colores y tactos únicos en un trayecto de una hora. El espacio se divide en tres plantas con 15 espacios que contienen obras de artistas colaboradores como el español Ricardo Cavolo, autor del mural en el que se sientan a la mesa Pablo Picasso, Gloria Fuertes, C. Tangana y Rosalía.
Este museo de arte y entretenimiento fotografiable ya tiene sucursal en Roma (Italia) y este mismo mes abre las puertas de un nuevo recinto en Barcelona, el más grande de todos los que tiene la marca. Se encuentra en la tercera planta del Centro Comercial Arenas y ofrece un viaje inmersivo a través de entornos únicos que nos trasladan a mundos, culturas y épocas diferentes sin tener que salir de la ciudad. Entre sus salas interactivas cuenta con la única piscina de bolas futurista de la localidad y la Sala de los Farolillos infinitos, que ofrece un paseo surrealista entre luces y sombras en un espacio suspendido en el tiempo. ¿Tienes preparada ya la cámara?