Público

Del hoy, limpio y de aguas transparentes en un paisaje que no guarda más recuerdo de la tragedia que un monolito a los voluntarios, al ayer en el mismo lugar, en Muxía, La Coruña, que recibió gran parte del mayor desastre medioambiental en la historia de España. Se cumplen 20 años del hundimiento, partido en dos, del carguero Prestige que, tras alejarse de la costa gallega por decisión de las autoridades, causó una marea negra de 64.000 toneladas de fuel que afectaron a casi 3.000 kilómetros de costa. Lo recuerdan los jóvenes de entonces, como el alcalde de la localidad coruñesa, como quienes trabajaron desde las cofradías de pescadores, así como los ciudadanos anónimos, que se sumaron a los 300.000 voluntarios que combatieron la catástrofe con sus manos ante la inacción gubernamental desde tierra en las primeras semanas. Con tensión por las vidas amenazadas, con pérdidas mil millonarias. Con un ecosistema ahogado en chapapote. Respondido en la calle con manifestaciones multitudinarias al grito de "Nunca Máis". Una causa llevada a juicio, con una sentencia que, once años después, solo condenaba a nueve meses de prisión, por desobediencia, al capitán griego del barco. Sin ningún cargo político ni técnico imputado. Un desastre que hoy no descartan que pueda volver a producirse. Según Greenpeace, hasta 35 barcos con carga peligrosa como el Prestige siguen navegando a diario por las costas gallegas. La plataforma "Nunca Máis" denuncia que el 42,8% del tráfico marítimo mundial está bajo banderas de conveniencia, con unos estándares de seguridad deficientes en sus barcos. -Redacción-