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El Mundial de Qatar 2022 no ha empezado todavía y ha añadido hoy otra prohibición. Los organizadores han decidido no permitir el consumo ni la venta de cerveza tanto dentro de los estadios como en sus inmediaciones. Una decisión que supone un contratiempo importante para la FIFA y la empresa cervecera con la que había firmado un acuerdo millonario y que es su patrocinadora. Pero ya no es solo esta prohibición de última hora. El país anfitrión de este Mundial se salta los derechos humanos, sobre todo, los del colectivo LGTBi y el de las mujeres, que viven tuteladas por los hombres durante toda su vida. Qatar es el primer país de Oriente Próximo en albergar un Mundial de fútbol pero no es un campeón en la defensa de los derechos humanos. Su código penal castiga con hasta siete años de prisión las relaciones sexuales fuera del matrimonio y con tres las relaciones sexuales anales entre hombres. Pero más allá del código penal está la ley islámica, sujeta a interpretaciones. Así que técnicamente se podría incluso aplicar la pena de muerte a conductas homosexuales y la lapidación a las mujeres adúlteras. Un extremo que la delegación catarí ante las Naciones Unidas niega, mientras recuerda que en los últimos 20 años no se ha ejecutado a nadie por este motivo. También han advertido a las mujeres de los futbolistas que salgan siempre acompañadas de un hombre y decorosamente vestidas. Todo es diferente en este mundial que se juega en el desierto en plena crisis climática. Algo chirría en medio de tanto lujo, quizás porque lo artificial asoma por todas partes. -Redacción-