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Andrei Konchalovsky declara la guerra al “cine moderno”

El veterano cineasta ruso ganó el León de Plata a la Mejor Dirección en Venecia con ‘El cartero de las noches blancas’, una película que el artista retiró voluntariamente de la carrera por el Oscar y con la que planta cara “al cine moderno”.

El cartero de las noches blancas.

BEGOÑA PIÑA

@begonapina

MADRID.- “He empezado a entender la esencia contemplativa del cine”, aseguró en el Festival de Venecia el veterano Andrei Konchalovsky, un cineasta sorprendente, con una trayectoria exótica que le ha llevado de Tarkovsky a Chejov y Turguénev, pasando por Sylvester Stallone y Kurt Russell. Ahora, con su nueva película, ‘El cartero de las noches blancas’ (León de Plata a la Mejor Dirección en la Mostra), vuelve a mirar hacia Rusia para plasmar el desconcierto de los habitantes de un mundo a punto de desaparecer.

Rodada en el Norte de Rusia, en una población asentada a las orillas del lago Kenozero y con los residentes reales de ese lugar, la película muestra el paso de los días en un mundo en el que parece haberse detenido el tiempo. Un universo amenazado. Conectados con la Rusia continental solamente por una lancha, los vecinos del pueblo viven ahora casi de la misma forma que sus antepasados, aunque en este siglo XXI están a unos pocos kilómetros de un centro de lanzamiento espacial, a un paso de la desintegración.

El cartero del pueblo, Liokha, es el vínculo diario con la ciudad. Aleksey Tryaptisyn, el auténtico cartero de la localidad, es el protagonista del filme y, aunque debutante, fue una de las apuestas en el festival italiano para alzarse con el premio de interpretación.

Las malas influencias del cine de Hollywood

Un año y medio vivió Andrei Konchalovsky en ese pueblo antes de comenzar el rodaje de la película. Una producción que él retiró voluntariamente de la lista de títulos en la carrera por el Oscar. "Luchar por recibir un premio de Hollywood, me parece simplemente ridículo –dijo a la agencia ITAR-TASS -. En los últimos años he criticado duramente la 'hollywoodización' del mercado ruso, las malas influencias del cine comercial estadounidense en la formación de los gustos y las preferencias de nuestros espectadores. En cambio, los griegos con la crisis han demostrado ser originales”.

‘El cartero de las noches blancas’ nace, de hecho, de su propia contrariedad ante la deriva del cine actual. “Desde hace pocos años, he comenzado a pensar que el cine moderno trata de impedir que el público se concentre en la contemplación”, escribe el cineasta en las notas de dirección de la película. “Durante todo ese tiempo he vivido en la incertidumbre de saber si realmente había comprendido la esencia del cine. Este filme es mi intento por descubrir las nuevas posibilidades que ofrecen las imágenes en movimiento unidas por el sonido. Un intento por estudiar la vida sin ninguna prisa. La contemplación es el momento en que una persona asume su unidad con el Universo”.

Cine para gente que come palomitas

El cartero de las noches blancas

Decidido a hacer la guerra al “cine de hoy”, apuesta por volver la mirada a sus inicios, a un momento en que la cultura no estaba sometida a las reglas del mercado. “El cine ha dejado de responder a las preguntas. Toda la verdad está a un golpe de click, aunque sea una verdad banalizada”, sentenció hace unos años en Segovia, en el homenaje que recibió en la Muestra de Cine Europeo. “Ahora que todo el mundo puede hacer cine con un iPhone, cambia la forma del cine, pero también cambia la conciencia humana”.

‘El cartero de las noches blancas’ es una prueba real con la que el cineasta refuerza la afirmación que ha hecho varias veces de que él no hace películas “para gente que come palomitas. No se puede apreciar un filme mientras se está comiendo”. Y, en esta línea, ahora reniega de uno de sus títulos más conocidos, ‘Tango & Cash’, la película que rodó con Sylvester Stallone y Kurt Russell y que abandonó finalmente por su enfrentamiento con el productor. “Como todas las películas de Hollywood, esa película es para gente incapaz de leer”, declaró a The Guardian.

La competencia de McDonald's

El recorrido de Andrei Konchalovsky le ha llevado de vuelta a Rusia y al teatro y la ópera. ‘Edipo Rey’, de Sófocles, en los escenarios italianos es el nuevo proyecto de este cineasta de origen aristocrático. Descendiente lejano de Tolstoi, es hermano de Nikita Mijalkov, otro hito del cine de aquel país. Hijo de Sergei Mikhalkov, autor de la letra del himno nacional soviético y el himno nacional ruso, y de la escritora Natalia Konchalovskaya, es bisnieto y nieto de los pintores Vasili Súrikov y Piotr Konchalovsky. Estudiante de Música, cambió ésta por el cine, donde inmediatamente conoció al gran Tarkovski, con quien escribió ‘La infancia de Iván’.

La filmografía de este cineasta ha recorrido desde entonces diferentes caminos, en los que ha dejado grandes títulos, muchos de ellos premiados, como ‘Siberiada’ (Gran Premio de Cannes en 1979), ‘La Odisea’ (Premios Emmy), ‘Tío Vania’ (Concha de Oro en San Sebastián), ‘La casa de los engaños’ (Gran Premio Especial del Jurado en Venecia), ‘Homer y Eddie’ (Concha de Oro en San Sebastián)… películas muy conocidas, algunas de gran éxito, rodadas en su época americana, como ‘Los amantes de María’, ‘El tren del infierno’ o la mencionada ‘Tango & Cash’… y las más recientes, la adaptación de ‘El cascanueces. La historia jamás contada’ y ‘El cartero de las noches blancas’.

Cine y cultura para un artista que ahora se ha aliado con su propio hermano (Mijalkov) para luchar contra la invasión americana... y no solo en el cine. Los cineastas se han convertido en propietarios de la cadena de cafetería Comemos en Casa, “una alternativa a las cadenas de comida rápida occidentales y a los McDonald’s”. Su intención es participar con los beneficios de este negocio en proyectos sociales, “colaborar con orfanatos, colegios internados y otras organizaciones".

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