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Actualizado:Antonio Arias lleva años expandiéndose por el universo. A veces hace pie, aunque sea en la vanguardia y en el surrealismo. Tras dos elepés magníficos —Crimen, sabotaje y creación y Los cielos cabizbajos—, Lagartija Nick le pone música a las imágenes y a los versos de Luis Buñuel.
Nada sorprende en la banda granadina, que en su día reivindicó a Val del Omar o facturó, junto a Enrique Morente, uno de los discos más rompedores de fin de siglo, Omega. Siempre Lorca, ahora le ha tocado en suerte al cineasta aragonés, cuyo poemario titula su último álbum, El perro andaluz (Montgrí), producido por David Soler y Marcel Bagés.
[La conversación previa deriva, de alguna forma, en entrevista]
Buñuel, en sus memorias Mi último suspiro, tiende a menospreciar parte de su obra. Yo, en sus películas, sea por la perspectiva del tiempo o de mi visión propia, no encuentro esa falta. Este disco, cuyo proyecto comenzó en 2017, es uno de los que más hemos trabajado como grupo y ha supuesto un regreso a la sala de ensayos. Podíamos seguir haciendo aproximaciones a obras que ya conocíamos o retarnos a nosotros mismos y meternos en berenjenales como este.
El germen del álbum fue instrumental: un concierto de Lagartija en el festival Abycine donde pusieron música a las imágenes de Buñuel. Luego, lo enriquecieron con sus poemas y con los arreglos orquestales de David Montañés. Un trabajo más coral y menos suyo que los anteriores.
Este disco es una interpretación común que, curiosamente, no lo ha barroquizado. Cinco años de trabajo no le han aportado más complejidad, relleno o capas, sino que nos han servido para entenderlo y para enfocarnos en la propia obra de Buñuel: surrealismo, ensoñación, Freud, lo inesperado... Mientras que los arreglos de Guernika, perteneciente al álbum Los cielos cabizbajos, eran cubistas y fragmentados, los de El perro andaluz son oníricos, muy años veinte, como se refleja en Polisor milagroso.
Lo onírico le pega. No le resulta un mundo ajeno.
Claro. ¿Pero cómo despiertas los sueños? ¿En esas piscinas melódicas y estructurales donde algo se sumerge? ¿O a través de la dinámica, que se sumaría a la profundidad? Me atrevo a decir que algunas canciones le dan sentido a los poemas. Porque Buñuel odiaba buscarle sentido…
Incluso no tenía la intención de publicarlos porque pensaba que se los editarían por el interés de su cine, no de los propios poemas.
Buñuel era un obsesivo de sus descubrimientos y en su cine está presente su poesía. De hecho, la gente que oiga el disco va a reconocer muchas escenas. Digamos que le van a sonar porque hay un universo que se repite. El aprendiz de poeta y de mago deviene en cinepoeta. Cuanto más reviso las películas de Buñuel, más valoro Un perro andaluz y La edad de oro. Aunque en nuestra mente estaban Los olvidados, Simón del desierto o El fantasma de la libertad, en el disco hemos intentado experimentar y reflejar los nuevos años veinte del siglo XXI.
¿Por qué Buñuel? ¿Qué encontró en sus versos?
En 2017 musicamos sus imágenes, cuando él odiaba la música. Luego pensé que si había frecuentado la Residencia de Estudiantes y trabado amistad con Salvador Dalí, Federico García Lorca o Rafael Alberti, tendría que haber escrito algo. En sus versos descubrí que las imágenes eran obsesivamente las mismas que las de su cine, que la estructura poética podría calificarse como maravillosa y que había sido surrealista antes que Lorca.
Encima, su poemario de juventud se titula El perro andaluz, similar al título de la película, que tanto molestó a Lorca. Para mí era vocación e invocación, además de una provocación total. Así, al cabo de cuarenta años, he terminado juntando a Lorca, a Val del Omar y a Buñuel, quien ha vuelto a traernos a Federico. Algo genial, lo que habría querido siempre mi hermano Jesús Arias: no soltar nunca la mano de Lorca. De hecho, siempre está transtextualizado.
En nuestro disco, más que internar la poesía de Lorca en el discurso de Buñuel, nos quedamos con lo del perro, que para Federico fue un insulto. Gracias, don Luis, por brindarnos a nuestro gran poeta, porque sabemos que lo adoraste hasta el último momento y porque ese perro también somos nosotros. Me imagino que si Lorca escuchase el disco se lo tomaría de una manera surrealista. Lagartija Nick, como La Barraca, llevará la música —acompañada de proyecciones— a los pueblos, porque tenemos algo de Misiones Pedagógicas.
Porque usted también defiende que ese perro andaluz es Lorca.
Claro que es Lorca. Y le sentó muy mal, pese a las excusas de Buñuel y de Dalí, coguionista de Un perro andaluz. Como he estado en un grupo toda la vida, puedo entenderlo: hay amor y odio, se forman pequeños bandos, dos se unen y uno queda fuera… Eso también les ocurrió a ellos, por eso son equiparables a un movimiento punk y do it yourself. Dalí va provocando todo el tiempo y es quien los rompe. Habría que recuperar la correspondencia de Lorca a Buñuel, porque nos falta una parte de una historia apasionante, propia de una serie de Netflix.
Buñuel, Lorca, Val del Omar, Jesús Arias… ¿A qué poeta o artista le ha costado más llevar a su terreno?
A mi hermano Jesús, porque la música de Buñuel o de Val del Omar no estaba hecha, por lo que juegas con más libertad. Sin embargo, como Jesús tenía muchas partituras y letras ya compuestas, meter mano, quitar y poner resulta más complicado. Siempre he sentido su presencia en la nuca y todavía me pesa. En todo caso, hemos conseguido generar el movimiento más necesario para reivindicar su obra: citarlo en otros ambientes, más allá de la música. Es decir, los diarios artísticos, la poesía, los trabajos periodísticos, la conexión con el jondismo…
Aunque las letras de Los cielos cabizbajos fueron escritas años antes de la publicación del disco, no solo han resistido el paso del tiempo, sino que han cobrado actualidad: la división y el conflicto, las banderas y las fronteras, el cíclico fracaso del ser humano, la muerte omnipresente y, siempre, el amor.
Mi hermano no era un visionario, simplemente reflejaba el mundo tal y como es. Llevamos así toda la vida y siempre hemos estado en guerra: es más la presencia que la eternidad del proceso. Ahora bien, no resulta nada agradable escribir sobre eso, ni ponerse al lado de las víctimas, ni tampoco escucharlo. Cada vez que canto alguna canción de ese repertorio, le advierto al público: "Perdonad, porque nos vamos a llenar un poco de sangre, pero alguien tiene que decirlo". No podemos estar todo el día como la orquesta del Titanic, ni ignorar una realidad que nos está cercando y arrinconando. Casi vivimos en pequeñas islas de abstracción y de ausencia.
Buñuel tocaba el violín y ustedes se inspiran en las músicas de su tiempo, del jazz al charleston, pasando por el foxtrot, para ambientar El Perro Andaluz. También hay tambores de Calanda y chacotén. Andalucía sale al encuentro del folclore aragonés, aunque el disco sigue siendo muy Lagartija.
Hay una confluencia del fandango andaluz y la jota aragonesa. De hecho, existe la jota gaditana, que con unos pequeños cambios melódicos evoluciona en las alegrías. Para Eric Jiménez, quien desde niño fue cabo de tambores en una cofradía, fue apasionante grabar las percusiones imitando las de Calanda. También nos unimos con nosotros mismos a través de la tradición y de esa absurda vanguardia que fue la generación del 27.
Lo que benefició a este acercamiento fue que no nos pilló aprendiendo, porque recuerdo perfectamente cuando a Morente, durante la gira del Omega con Lagartija Nick, le cantaban jotas sin parar en Aragón. Y él, aguantando en los bares el chaparrón: "¿No ves, Enrique, que son como el fandango?".
En todo caso, hay muy pocos elementos de nuestra tradición en el elepé: solo la guitarra española, que evoca a Lorca en Pájaro de angustia. Tendemos más a lo que nos llama que a lo que somos. Así, como banda, nos descubrimos en otro sitio, porque todavía podemos inventarnos una nueva manera de hacerlo. Esa motivación hace que surja un disco como este y que el grupo siga vivo.
El surrealismo de Buñuel le viene como anillo al dedo. Mañana tocará volver a casa, aunque ya no sé si su casa es la ciencia o las humanidades. Quizás tenga un pie aquí y otro en el universo.
He terminado un videoclip con Carmen Linares e imágenes del documental Los constructores de la Alhambra. Y a ver si en 2023 publico el disco de Mawlid, que llevo acariciando desde 2018 junto a Ramón Rodríguez, con los poemas que le dedicó Ibn al-Jatib a la Alhambra. Es folk punk nazarí.
También está pendiente la publicación de un álbum de Tymon Dogg & The Dacoits… ¡grabado en 2015! Una banda formada por Richard Dudanski, JJ Machuca, Juan Codorniú, un servidor y Tymon Dogg, quien participó en el elepé Sandinista! de The Clash y luego fue violinista en The Mescaleros.
Está muy bien tener proyectos, pero una cosa es amontonarlos en el garaje y otra, sacar espacio, vida y tiempo para materializarlos. Porque Hello Earth también fue grabado en 2018, aunque su lanzamiento se retrasó porque tenía que contar con el permiso del astronauta Al Worden para musicar sus poemas. Un año en el que Lagartija Nick compuso Los cielos cabizbajos y se gestó Mawlid y lo que sería el disco de Buñuel.
Al mismo tiempo, hay dos documentales en marcha sobre el grupo: César Martínez nos lleva grabando desde 2021 y se centrará en nuestra última etapa, mientras que el otro será más secuencial y biográfico. Y, finalmente, Óscar Cabrera ha dedicado tres años a escribir un libro, centrado en mi persona, en formato de entrevista biográfica. ¡A la vejez, viruelas! [risas]
Vamos, que no es lo mismo gestionar un proyecto que crearlo… Estoy deseandico de componer nuevas canciones, de publicar mi libro de poemas Analema —prologado por el físico David Jou— y de presentar El perro andaluz en directo con la banda, de la que estoy muy orgulloso.
Confío mucho en Eric Jiménez (batería), Juan Codorniú (guitarra) y JJ Machuca (teclados). Junto a ellos tengo la sensación de que, además de ser colegas, formamos un equipo.
Próximos conciertos de Lagartija Nick:
Sábado, 17 de diciembre: Sala BBK (Bilbao).
Martes, 1 de febrero: Teatro Eslava (Madrid).
Jueves, 10 de febrero: Teatro Musical (Valencia).
Jueves, 24 de marzo: La 2 del Apolo (Barcelona).
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