Susana Hornos: "Hitler, Trump y Milei han salido de todos nosotros. No son gente aislada"
La actriz, directora y guionista publica su primera novela, 'Mañana seremos otro día', una historia de fraternidad, amor y esperanza. "Por encima de toda la crueldad, de todo el horror, somos seres humanos".

Madrid-
Tras las bambalinas, había experimentado el compañerismo de la co-escritura. Sin embargo, Susana Hornos nunca se había enfrentado al vertiginoso reto de escribir una novela. Su creación, Mañana seremos otro día, vio la luz el pasado 12 de febrero, de la mano de La Esfera de los Libros.
Han sido ocho meses de escritura constante, encerrada en sí misma. Ocho horas de lunes a sábado y seis horas más los domingos. Recuerda con cariño el apoyo constante y comprensivo de sus familiares y amigos –"fueron mi sostén"–. También reconoce, durante una entrevista con Público, que el camino de la escritura es solitario, "afortunadamente": Hornos ha disfrutado de la soledad del proceso creativo, "una soledad deseada, buscada, añorada".
Su experiencia como actriz, tanto en España como en Argentina, la ha ayudado a meterse en la piel de los personajes. La autora aplicó sus métodos interpretativos, trabajando "desde el instinto, el aquí y ahora", sumergiéndose en "esas arenas movedizas" y explorando los límites de sus propias emociones.
No ha sentido en sus propias carnes lo que sus protagonistas arrastran, pero sí sabe lo que significa vivir dos duelos, siendo uno el de su propio marido y compañero de profesión.
El libro gira en torno a sus dos protagonistas, Carmen y Tomás, dos personas hechas añicos que la casualidad decide juntar en un punto de inflexión en sus vidas. Ella, que carga con las cicatrices de una violación en manada, así como con un estigma que la arrastra a ella y a sus seres queridos. Él, con un doloroso pasado marcado por el compás de la violencia y la homofobia, busca su lugar en el mundo rural y se mueve entre el amor y el deseo.
Estas dos almas torturadas, que intentan escapar del pasado pero tampoco consiguen asentarse en el presente, van a encontrarse la una en la otra una fraternidad que les ayudará a cerrar las profundas heridas y a (re)construirse en paz consigo mismas.
Se hallarán (mutuamente y a sí mismos) alejados del ruido de la ciudad, rodeados de soledad y campo, un espacio familiar para la autora: "Es el mundo en el que me he criado, y al que algún día espero ir, (aunque) ahora mismo no estoy preparada".
La trama se desarrolla intercalada entre los ojos de ella y los de él, enriquecida con pequeños vistazos a otros personajes que se involucran en la historia.
Hornos, a medias entre lo crudo y lo delicado, teje el relato con un estilo vibrante y poético, empleando un lenguaje expresivo y metafórico que refleja una estampida de emociones y sentimientos ("tengo los dos tomos del María Moliner, uno a la derecha y otro a la izquierda", confiesa entre risas). Una mezcla de amor, odio, angustia, esperanza, dolor y amistad contenida en apenas 300 páginas.
La autora consigue una excelente armonía narrativa mientras aborda toda una variedad de temas; recrea la vida misma. El amor y la muerte, la infancia y la vejez, la memoria y el olvido, el campo y la ciudad, el rencor y el perdón… También versa sobre el machismo, la homofobia, la violencia o el sexo.
Las relaciones familiares son fundamentales en la historia. También las herencias, no tanto las firmadas bajo notario sino las que 'se nos pegan'. Repetir patrones y luchar contra ellos. "Todos tenemos un Hitler dentro. No vayamos a pensar que Hitler salió de una seta en un bosque. Hitler salió, y Trump ha salido, y Milei ha salido de todos nosotros. No son gente aislada. Porque todos llevamos de todo dentro".
"Hitler salió, y Trump ha salido, y Milei ha salido de todos nosotros. No son gente aislada."
Aborda realidades incómodas, como el derecho al placer de las personas que han sufrido violencia sexual, a las que muchas veces se les reduce a meras víctimas. "Lo terrorífico es que (...) son el propio periodismo y la propia judicatura los que se plantean que eso no está bien. Porque si no, no surgen las preguntas que surgen".
Al hablar de quién las ancla en el pasado, la autora menciona el caso de Jenni Hermoso: "Los que sacaron que estaba de fiesta fue la prensa, fueron los periodistas los que la siguieron, fue el juez preguntando".
También menciona la cuestión de los cuidados, un tema a la orden del día, y con el que se siente muy identificada, pues estuvo ocho meses cuidando a su esposo en el hospital, donde ha vivido "mucho maltrato y mucho amor".
Además, habla de la tercera edad y de la demencia. Recuerda "el desprecio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, de Miguel Ángel Rodríguez, el desprecio absoluto por los ancianos y por sus familias".
En definitiva, Hornos retrata a personas en ruinas, que buscan su sitio en una sociedad que acelera y no mira atrás, y en la cual impera la ley del más fuerte. Un relato que no sólo es atemporal, sino que está más vivo que nunca. "Está habiendo cada vez más palizas al grito de 'maricón' por parte de gente joven".
"A mí me parece terrorífico. Algo estamos haciendo muy mal como sociedad si está pasando eso". No puede evitar mencionar a Milei –presidente de un país al que lleva en el corazón–, y a sus ataques al colectivo LGTBIQ+.
Durante el libro, siempre aparece latente la esperanza. También durante la entrevista, Hornos hace múltiples referencias a ella. El seguir adelante a pesar de todo. Se acuerda de Gaza, de "los niños jugando un partido con esas sonrisas maravillosas pese a que están pisando cadáveres". "Quiero creer que, por encima de toda la crueldad, de todo el horror (...) está el (hecho de) que somos seres humanos".
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