MADRID
"No se parece para nada a lo que este director ha creado antes". Así han decidido "vender" la nueva película de Michael Mann las dos empresas productoras que la respaldan. El reclamo es rigurosamente cierto, Ferrari no tiene nada de lo mejor del trabajo del cineasta. No hay
vida en esta película, el extraordinario talento y la energía de la narrativa visual de Mann no aparece por ningún lado, los personajes son arquetipos, ni siquiera hay fuerza en las escenas de carreras.
Ferrari, que se presentó con mucha expectación en el Festival de Venecia y se desinfló a una velocidad vertiginosa -la que no consiguen transmitir los coches en esta ficción -, es una historia de cuatro meses en la vida del piloto y empresario Enzo Ferrari en 1957, un año
negro del automovilismo y funesto para la escudería Ferrari. Protagonizada por Adam Driver, al que acompañan Penélope Cruz y Shailiene Woodley en los papeles de las dos mujeres en la vida de Ferrari, la película es un relato de desgracias para las que el octogenario director ha utilizado reiteradamente los apelativos de "dramático y operístico". No se acerca a ninguno de ellos.
RETRATO DE PERFIL
En 1957, Enzo Ferrari estaba en la quiebra, la relación con su mujer, Laura Garello, que era también su socia en la empresa, era conflictiva y estaba marcada por la amargura del hijo que perdieron. El empresario estaba enamorado de Lina Lardi, con la que tenía un hijo, Piero,
actual vicepresidente de la compañía. Todo ello convivía en el día a día de este hombre, al que Michael Mann retrata de perfil en un relato que evita algunas claves de su vida.
Cierto que la película se desarrolla en 1957, pero Michael Mann, que decide mostrar un flashback del encuentro de Enzo Ferrari con Lina Lardi en la II Guerra Mundial, también elige no decir ni una palabra de la alianza de este hombre con Mussolini y su gobierno en esa época. También apuesta por reducir el vínculo que mantuvo con su mujer y socia a un esbozo de relación conflictiva, sin dar una sola pista de la lealtad que Ferrari tuvo siempre para ella. Solo añade el dato informativo al inicio de la película en el que explica cómo Ferrari y Laura Garello fundaron Ferrari en 1947.
LA MILLE MIGLIA
Se extiende más en los motivos por los que Enzo Ferrari decidió participar en la Mille Miglia, una de las carreras en carreteras abiertas más importante de aquellos años, junto a Le Mans y la Carrera Panamericana. Allí tenía que demostrar el poderío y la promesa de los coches de Ferrari para conseguir urgentemente financiación. El plan, amagar con una posible alianza con Ford, para conquistar a Fiat.
Contrató al piloto español Alfonso de Portago, interpretado por el actor brasileño Gabriel Leone. En el equipo estaban también el veterano Piero Taruffi, en manos de Patrick Dempsey, un actor que lleva veinte años corriendo realmente como piloto, y el británico Peter Collins, encarnado en la ficción por Jack O'Connell, que un año antes cedió su Ferrari a Fangio para que ganara su última carrera. En otro momento de la historia aparece en la pantalla el auténtico piloto Marino Franchitti, campeón de Fórmula 1, que interpreta a Eugenio Castellotti, quien murió mientras intentaba recuperar el récord de velocidad de Maserati.
CINE INDEPENDIENTE
Lo siguiente es, por supuesto, el horror de aquella carrera, célebre por la tragedia. En la última recta, el Ferrari de Portago reventó un neumático, el coche se salió de la carretera y arrolló a los italianos que estaban en los arcenes como espectadores. El piloto y el copiloto, Nelson, murieron y con ellos diez personas, entre ellas, cinco niños. Fue el punto final de la Mille Miglia y un punto y aparte en la vida de Enzo Ferrari.
"En 1957 colisionaron muchos de los conflictos que en buena medida marcaron su vida: su compañía estaba al borde de la bancarrota, su hijo acababa de morir, y su matrimonio estaba al borde de la destrucción", dijo Michael Mann en el Festival de Venecia, donde estuvo acompañado por Adam Driver, quien consiguió permiso en medio de la huelga para promocionar una película de cine independiente.
Ferrari , una producción ajena a los estudios, pero de 100 millones de dólares, se rodó en Módena y alrededores en 2022, con algunas restricciones y con recortes salariales para algunos de sus participantes, entre ellos Driver y el director. Lo curioso es que Michael Mann, que ha estado casi treinta años detrás de llevar a cabo este proyecto, lo haya hecho sin la vitalidad que existe en el resto de su filmografía.
Inspirada en la biografía Ferrari el hombre y la máquina (1991), de Brock Yates, y con guion de Troy Kennedy, la película quiso ser en sus inicios como proyecto un trabajo en el que Michael Mann quería contar con Sidney Pollack. Éste murió en 2008 y el guionista un año después. Pareciera que la leyenda negra de la Mille Miglia hubiera contagiado a la película.
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