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'No Other Land', el documento más concluyente que ha hecho el cine del crimen de guerra israelí

La película documental, realizada por un colectivo palestino-israelí de cuatro directores, muestra la destrucción y la violencia contra un pueblo, pero también es una demostración de la resiliencia palestina y del poder de las imágenes. 

El periodista y activista palestino Basel Adra y el periodista israelí Yuval Abraham, dos de los directores de la película, en una secuencia de ésta.
El periodista y activista palestino Basel Adra y el periodista israelí Yuval Abraham, dos de los directores de la película, en una secuencia de ésta. (Filmin)

Que lo vea el mundo entero. Que se propague por todos los rincones del planeta la atrocidad, la crueldad, la violencia estructural, sistemática, con que Israel aniquila al pueblo palestino. No Other Land, la película documental realizada a lo largo de cinco años por un colectivo palestino-israelí de cuatro directores, los periodistas Basel Adra y Yuval Abraham, y por Rachel Szor y Hamdan Ballal, es el documento más concluyente que ha hecho el cine de este aterrador y monstruoso crimen de guerra.

Favorita en la carrera por el Oscar, Premio del Público al mejor documental en la sección Panorama de la Berlinale y galardón al mejor documental en Berlinale Doc Award, No Other Land es un impactante documental sobre la destrucción y la violencia contra un pueblo, pero también es una demostración de la resiliencia palestina y del poder de las imágenes.

Plan de exterminio

"Tengo cinco años, el primer recuerdo, me despertó una luz, es el del primer arresto de mi padre". Es la voz de Basel Adra, periodista y activista palestino, habitante de una de las veinte aldeas de Masafer Yatta, en las montañas de Cisjordania, atacadas por Israel sin piedad y sin respiro desde hace decenios. Ahora, este hombre, que nació y ha vivido siempre esta ocupación, documenta el maquiavélico plan de exterminio, acompañado por el periodista de Israel Yuval Abraham.

Los tanques y los buldozer llega en fila custodiados por soldados de Israel. No hay tiempo para sacar todos los enseres de las casas antes de que las destruyan. Familias enteras se quedan sin hogar. La excusa 'legal' es que es tierra destinada a prácticas de tiro o entrenamiento militar. La realidad es la aniquilación. Se vuelven a levantar las casas, de noche, en secreto, pero en un tiempo vuelven a caer.

Algunos palestinos se enfrentan a los soldados que vienen a echarles de sus casas. Unos son detenidos, otros son atacados, a Harum le han disparado delante de su madre, ha quedado paralizado de cuello para abajo, y así vivirá en una cueva hasta que muera. No tienen derecho a agua ni a electricidad. No puedes salir de la zona. No pueden conducir algunos vehículos ni moverse por ciertas carreteras. Apenas tienen derecho a vivir.

Actos de resilencia

"El 7 de octubre ha colocado a una sociedad en una situación en la que, ahora mismo, hay un consenso absoluto sobre la justificación de los crímenes de guerra en Gaza", dijo Yuval Abraham en unas declaraciones tras la presentación de la película en el Festival de Nueva York. "Ese día la sociedad israelí se enfrentó a verdaderos crímenes, que fueron capitalizados por un gobierno que inmediatamente utilizó el dolor de la sociedad israelí como arma para aniquilar por completo la Franja de Gaza, matando a más niños en las primeras tres semanas que los que han muerto en conflictos en todo el mundo en los últimos cuatro años".

El periodista, que acudió durante cinco años al lado de Basel Adra para grabar con él las imágenes de la destrucción, se convierte en un personaje de esta misma historia, revelando la inmensa desigualdad que existe entre él y su colega y amigo. Los dos, sin embargo, se reúnen en el arriesgado acto de resistencia de grabar a los soldados de Israel cuando aparecen.

Los directores, durante la presentación de su película en la Berlinale.
Los directores, durante la presentación de su película en la Berlinale. (Festival de Berlín)

También a los colonos que se van expandiendo por sus tierras, ocupando los terrenos de sus aleas. Hombres y alguna mujer, embozados, ocultando sus rostros de criminales, con palos y con armas, que aparecen de pronto en las aldeas de Masafer Yatta a golpear y herir a sus habitantes, niños, mujeres, ancianos…

La política estadounidense

En el año 2000, los activistas llegaron a la zona con cámaras, enseñaron a los palestinos a utilizarlas y dejaron algunas de ellas en las aldeas. Con ellas y luego con teléfonos móviles y con cámaras de vídeo grabaron y grabaron la crueldad, el odio, la violencia… Algunas veces esas imágenes ayudaron a demostrar que el Ejército de Israel mentía. Ahora ayudan a mostrar al mundo toda la mezquindad y toda la maldad de este apartheid.

"Las imágenes hablan por sí solas", ha dicho muchas veces Basel Adra, convencido de que esta es la más potente arma de que dispone Palestina para mostrar la realidad. Para llegar, sobre todo, a los ciudadanos y al Gobierno de EEUU, elemento clave en este siniestro genocidio. "La gente que está en Estados Unidos está viendo lo urgente que es la lucha por la libertad palestina, lo urgente que es la lucha por poner fin a la situación del apartheid –señaló en Nueva York–. Especialmente porque Estados Unidos tiene ¡tanta influencia y poder sobre la ocupación en curso! que un cambio en la política exterior estadounidense puede mejorar las cosas, la prioridad debería ser lograr ese cambio".

No Other Land busca esa difusión, sobre todo en EEUU, pero además es un documento extraordinario que exhibe una realidad tenebrosa, es una demostración de lo miserables y perversos que pueden ser algunos seres humanos, y también es una prueba del valor y la resistencia de un pueblo perseguido. "No deberían olvidar que una vez también ellos fueron débiles, sufrieron así. Y no lo conseguirán, fracasarán con todas sus fuerzas".

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