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Actualizado:Han pasado más de 80 años desde que aquel extraterrestre con capa roja hiciese gala de su fuerza sobrehumana levantando un coche en la portada del Action Comics n.º 1. Superman llegó al mundo de la viñetas para inaugurar un género, el superheroico, que ya no es el mismo que antaño gracias a sus historias impresas, pero también filmadas. El arquetipo clásico sigue presente en personajes como Barry Allen, Peter Parker, Kara Danvers y Diana Prince.
Es decir, seres con poderes, corazón puro y cuya razón de ser es salvar al resto sin importarles ellos mismos. Lo contrario, simplificando, sería un villano, ¿cierto? No, no siempre.
Los límites se difuminaron hace tiempo y en ese mundo de blancos y negros se colaron por la puerta de atrás los grises. A las series han tardado algo más en llegar y funcionar, pero la de 2019 está siendo una gran añada en este sentido.
Ahí, en ese terreno alejado del cliché, es donde se mueven títulos como el que se estrena hoy en Amazon Prime Video, The Boys. Porque ¿qué ocurre si quienes tienen superpoderes los usan para su propio beneficio? ¿Y si solo deciden ayudar a los demás para lucrarse? ¿Y si no son más que unos abusones?
¿qué ocurre si quienes tienen superpoderes los usan para su propio beneficio? ¿Y si solo deciden ayudar a los demás para lucrarse?
Los de The Boys son en su mayoría unos canallas que miran por encima del hombro a todo aquel que no tiene habilidades especiales creyéndose que están por encima del bien y del mal. Hay un tipo llamado Homelander (Antony Starr) que no es otra cosa que un matón que se pasea con la bandera americana como capa. Cuenta en su equipo con un agresor sexual llamado The Deep (Chace Crawford) y otro que se hace invisible y se cuela en los baños. A todos les rodea cierto halo de dioses aquejados de ese mal que afecta a los engreídos con aires de superioridad.
Los que no se han dado Superman, Wonder Woman o el pobre Barry Allen, quien para una vez que, harto de recibir palos por todos lados, decidió hacer algo en beneficio propio acabó desencadenando Flashpoint y teniendo que lidiar con los remordimientos, un sentimiento que ‘Los Siete’, los componentes de la cuadrilla superheroica de The Boys, no conocen.
Los superhéroes que aparecen en la serie basada en el cómic de Garth Ennis y Darick Robertson con Eric Kripke como showrunner son estrellas y, a la vez, mercenarios. Trabajan para una multinacional que alquila sus servicios al mejor postor -hay una escena brutal en la que la jefa de la empresa interpretada por Elisabeth Shue regatea el precio de uno de sus héroes en nómina con el alcalde de Baltimore- y caminan, corren, nadan o vuelan por la vida sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos.
Es precisamente la imprudencia de uno de esos siete, A-Train (Jessie T. Usher), la que desencadena la trama. Huyendo a la carrera arrolla a una joven desintegrándola por completo y dejando a su pasmado novio sujetando solo las manos, la única parte de su cuerpo que queda intacta. El chico en cuestión es Hughie, trabajador de una tienda de electrónica algo apocado interpretado por Jack Quaid.
Esta serie ('The Boys') está cargada de dardos lanzados con muy mala baba, violencia, chistes bestias
Los personajes de The Boys están divididos en dos bandos, pero no como suele ser habitual en el género. Aquí no se ve una organización secreta malvada que intenta cazar a la gente con poderes. O, bueno, puede que sí. En realidad lo que hay es un grupo de humanos fuera de la ley dirigidos por Billy Butcher (Karl Urban) que se ha hartado de que hagan lo que les de la gana y juntos deciden enfrentarse a ellos con sus propios y limitados medios.
Puestos a marcar con la etiqueta de ‘organización malvada’ a alguien, esta sería más Vought del Hero Management, la empresa que ficha a los superhéroes y que sirve a los guionistas para realizar una critica muy bien dirigida a todo ese tinglado de los universos superheroicos y a la explotación de los mismos.
Esta serie está cargada de dardos lanzados con muy mala baba, violencia, chistes bestias y todo lo que se puede esperar de una producción que no se deja llevar por el sentido de la trascendencia pero que tiene alguna capa que rascar. Y, sobre todo, tiene unos personajes (tanto a un lado como a otro) bien escritos, interpretados y que sostienen la acción de manera tan solvente como divertida. El espectáculo por el espectáculo, pero con cimientos.
Si por ellos fuera, pasarían del rollo de salvar el mundo
En ese mismo terreno de superhéroes al margen de los cánones clásicos se encuentran los integrantes de Doom Patrol. El tono es tan macarra y divertido como en la que se estrena hoy pero diferente en algunos sentidos, como el de la presencia de la violencia o la sangre. Aquí, además, ninguno de sus protagonistas, salvo Cyborg (Joivan Wade) que aspira a ser reclutado algún día por la Liga de la Justicia, tiene motivación alguna para convertirse en superhéroe y todos cuentan con una vida anterior a sus poderes en la que no eran precisamente lo que se entiende por buenas personas.
En ese mismo terreno de superhéroes al margen de los cánones clásicos se encuentran los integrantes de Doom Patrol
Negative Man/Larry Trainor (Matt Bomer) era un capitán de las Fuerzas Aéreas condenado a vivir una doble vida que hizo mucho daño a quienes les rodeaban antes de que un extraño ser eléctrico lo poseyese y churruscase. Robotman/Cliff Steele (Brendan Fraser) vivía como gran piloto de carreras, marido infiel y peor padre hasta que tras un accidente su cerebro acaba insertado en un robot. Elasti-Girl/Rita Farr (April Bowly) viene de ser una actriz del Hollywood clásico con talante de diva que pisoteaba a todo aquel que se interponía entre ella y los focos.
La más joven de la particular patrulla, Crazy Jane (Diane Guerrero), se presenta como una chica con decenas de personalidad que, dependiendo de quién esté a los mandos de su loca cabeza, puede resultar más civilizada o menos. Y luego está Niles Caulder/El Jefe (Timothy Dalton), quien les une a todos con su propia agenda y mucho que ocultar. Como villano, Mr. Nobody (Alan Tudyk), un pobre donnadie que solo busca reconocimiento y al que todo le sale mal.
Eso sí, aunque muchos son más de escurrir el bulto y mirar por su propio bienestar, lo cierto es que en esta todos son conscientes de que no han actuado bien antes e intentan, de alguna manera, redimirse ahora. En ese camino de transformación y aceptación de sus cuerpos (eran guapos y exitosos antes de sufrir esos accidentes que les dieron poderes y deformaron físicamente) les pasan multitud de aventuras de lo más extrañas. Desde acabar dentro de un universo que habita en un burro a pasearse por una calle de género fluido que les habla. Hasta se marcan algún número musical. En esta serie hay mucho de absurdo, de fantasía loca y de gente fuera de la norma intentando aceptarse a sí misma y buscando ser aceptada por el resto.
Doom Patrol es una de las apuestas de DC para crear su propio universo de contenidos en VOD y de ella dio un pequeño adelanto, a modo de crossover capitular, en la primera que estrenó para su nuevo catálogo, Titans. La que abrió esta nueva vía de negocio es más oscura en cuanto a realización y tono, con mucho más drama pesado y personajes introspectivos. Además, partía en desventaja por compartir personajes con Teen Titans Go! Como es obvio, la una y la otra no tienen nada que ver. Son lenguajes distintos (acción real y animación) y para públicos distintos (adultos y niños y sus padres), pero, superadas las posibles reticencias iniciales, la producción en la que figuran como creadores Akiva Goldsman, Geoff Johns y Greg Berlanti pasa el corte.
Quizá porque las expectativas no era muy altas. O por el interés que despierta el giro que cobra el personaje de Dick Grayson (Brenton Thwaites), el eterno sidekick de Batman, como detective de policía violento, amargado y hecho polvo. El de esta serie es más Nightwing que Robin y Thwaites le pilla bien el punto. La primera temporada se centra en ir construyendo el grupo con sus idas y venidas y atribuyéndoles una función a cada uno. El objetivo que les une es ayudar a Rachel Roth/Raven (Teagan Croft). En su camino se encuentran con una Starfire (Anna Diop) que no sabe quién es y reclutan a Chico Bestia (Ryan Potter), el más ingenuo de todos. Una de las sorpresas más gratas de esta primera temporada -hay confirmada una segunda en la que se sumarán otros personajes como Batman- son las escenas de acción.
En Titans no se deja notar ese humor tan bestia de The Boys y que, definitivamente, es parte importante de Doom Patrol, pero sí que es esencial en otra de las grandes series de superhéroes inadaptados y con pocas ganas de serlo que ha dejado esa primera mitad del año.
The Umbrella Academy está basada también en un cómic, de Gerard Way y Gabriel Bá, y es de los títulos más disfrutables, dentro del género y fuera de él, que se han visto en este 2019. Parte de la premisa de un millonario excéntrico que se dedica a coleccionar niños nacidos de un singular fenómeno. Un día de 1989 vienen al mundo 43 bebés de madres que no estaban embarazadas cuando se levantaron esa mañana. Sir Reginald Hargreeves (Colm Feore) les busca y se hace con siete de ellos con la convicción, como así ocurre, de que desarrollarán habilidades especiales. Por eso les educa en la llamada The Umbrella Academy, para que se conviertan en héroes.
En esa serie es todo tan disparatado y absurdo que la madre es un robot creado por el padre y la niñera un mono que habla. Los niños crecen y en cuanto pueden se largan de la mansión huyendo de todo ese rollo de salvar el mundo con antifaz. Pero la muerte de quien les convirtió en una familia muy poco funcional les vuelve a reunir con dos misiones: descubrir si hubo una mano negra en la muerte de Sir Reginald Hargreeves y salvar al mundo del Apocalipsis.
A estos personajes con poderes exactamente igual que a los de Doom Patrol, que no están muy por la labor de ir por ahí haciendo heroicidades. Bastante tienen con lo suyo, que a traumas y problemas de la vida real no les gana nadie. Aún así, no les queda más remedio.
Ellen Page, Tom Hopper, David Castañeda, Emmy Raver-Lampman, Robert Sheehan, Aidan Gallagher y Justin Min conforman esta extraña familia de lazos rompibles que contará con una segunda temporada. Si en Titans las escenas de peleas eran de lo mejor, aquí también. Además, muchas de ellas convertidas en videoclips gracias a una banda sonora que les da un ritmo endiablado. Que el guion a veces no tenga ni pies ni cabeza es lo de menos. La diversión es lo que cuenta.
Al final, la mayoría de estos superhéroes mencionados -salvo los de The Boys, a los que Batman encerraría en Arkham tirando la llave- solo quieren salvar su día. Si de casualidad o de rebote salvan el de los demás, bienvenido sea. Lo suyo no es el altruismo de Superman. Lo que ocurre es que las circunstancias (y el guión) les acaba llevando por caminos superheroicos.
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