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Actualizado:En el barrio de Vallbona, en Nou Barris (Barcelona), las coles, las acelgas, los tomates y las lechugas han sido un muro de contención para frenar la especulación urbanística a lo largo de las décadas. No han sido pocos los que han querido construir en la última llanura agrícola cultivable que queda en Barcelona, pero gracias a una presión vecinal que la ha defendido con uñas y dientes, ahora el Ayuntamiento la ha blindado. "Llevábamos 20 años reclamando que se protegiera, desde una vertiente natural, pero también económica, patrimonial e histórica", explica Zaida Palet, vecina y miembro de Vallbona Viu.
La Ponderosa es la última llanura agrícola cultivable que queda en Barcelona
El plan AgroVallbona, como se conoce la iniciativa municipal, protege la huerta de la finca de La Ponderosa, que virará hacia la producción ecológica. Tiene casi siete hectáreas y ahora será recalificada como suelo agrícola y no urbanizable. A pesar del frío de una mañana de invierno, Zaida y Mònica, su hermana, señalan los cultivos y explican que su abuelo había tenido un pequeño terreno ahí. Y antes, había viñedos.
Desde los años 50, los cultivan las mismas dos familias. La construcción de un área residencial estratégica (ARE) que proyectaba 2.000 viviendas puso en peligro su actividad agrícola en 2009, pero finalmente quedó parada. "Teníamos miedo de que esto se convirtiera en otro barrio separado", apuntan las hermanas. Los terrenos han ido cambiando de manos y ahora son de la SAREB.
Vallbona es uno de los barrios más desconocidos de Barcelona, aislado por las infraestructuras que son frontera. Por un lado, las carreteras C-17, C-33 y C-58 lo separan de Torre Baró y aportan un zumbido constante a la vida de los vecinos. En el otro, siguiendo el río Besòs, están las vías de la R2 que lo separan de Santa Coloma de Gramenet. Y al norte, Montcada i Reixac, municipio que también colabora en el plan, reforzando así los lazos metropolitanos.
El soterramiento de las vías en esta localidad, largamente reivindicado y que debe empezar este 2023, es la oportunidad que ha utilizado Barcelona para dar el último empujón al plan de transformación de Vallbona, que también debe conectarlo mejor con la ciudad vecina.
La Granja del Ritz, un centro de formación
El plan municipal no sólo protege a la finca de La Ponderosa -bautizado con el nombre del rancho protagonista de la serie Bonanza- sino que también recuperará la conocida como Granja del Ritz, preservará el trazado original del Rec Comtal y construirá 200 viviendas, no para especular sino para garantizar que los vecinos se queden allí. "La idea no era enfocar la actuación a una zona concreta sino en general, para que fuera beneficioso para todo el barrio", apunta Zaida.
También se construirán 200 viviendas para garantizar que los vecinos se queden
La Granja del Ritz se encuentra en un extremo del barrio, muy cerca de las autopistas. Zaida y Mònica aún recuerdan cuando estaba la señora María y les dejaba entrar a ver a los animales. "Era como un pueblo. Entonces todavía no se oía todo ese ruido, no había 20 carriles", critican. Esta finca, que oficialmente se llamaba Granja Montserrat, se ganó el nombre popular porque era la que abastecía de fruta, verdura y aves de corral al Hotel Ritz.
Su época de esplendor fue durante el siglo XX, pero hacia finales de los 90 quedó abandonada. El Ayuntamiento la compró en el 2003, pero no hizo nada: "La han dejado morir; si estuviera en el centro, eso no hubiera pasado", lamenta Mònica.
Esta granja es un elemento clave del patrimonio de Vallbona y ahora se recuperará como centro de formación, para vincular con el barrio tanto a los propios vecinos como a toda la ciudad de Barcelona. Las hermanas se imaginan como en unos años, una vez rehabilitado el edificio, será un polo formativo donde, por ejemplo, estudiantes de ingeniera agrícola podrán hacer prácticas. "Hacía falta una visión de ciudad y metropolitana para hacer un proyecto como es debido", señala Mònica.
El objetivo es que la granja se convierta en un equipamiento que contribuya a repensar el modelo urbano para dejar atrás el del siglo XX y avanzar hacia el del siglo XXI. Zaida y Mònica también confían en que sea una manera para que los barceloneses se acerquen al barrio donde se criaron y que tanto han luchado para proteger: "La gente no lo conoce".
El trazado centenario del Rec Comtal será preservado
El otro eje del plan municipal es la protección de las aguas del Rec Comtal, que son las que riegan la finca de La Ponderosa. Con un trazado visible prácticamente en todo el barrio, que ha cambiado con los años y los siglos, es otro de los tesoros que ha preservado Vallbona. Es una acequia medieval que antiguamente irrigaba los huertos desde el Vallès hasta el Born, y cuya historia se remonta hasta el Imperio Romano, cuando se construyó el acueducto que abastecía de agua a Barcino. Hoy en día, lo único que sigue regando esta acequia son los huertos de Vallbona.
Se naturalizará la parte más salvaje del Rec para convertirlo en un paseo
Uno de los puentes que une la Ponderosa con el barrio es el conocido como el Pont de la Vaca, datado de la época medieval. El plan municipal también prevé mejorarlo para que pueda aguantar aún muchos más años el trajín de los camiones que se encargan de llevar los vegetales hacia los mercados municipales donde los venden.
Los defensores de la acequia han tenido que librar muchas batallas para preservarlo de más carriles y pisos. Se ha logrado mantener y ahora se avanzará con la naturalización de la parte aún salvaje, junto a la Ponderosa. Se hará un paseo como el del extremo que une Vallbona con el barrio de Can Sant Joan, de Montcada.
Las hermanas Palet argumentan porque son necesarias también las 200 viviendas que contempla el plan. Vallbona tiene unos 1.200 habitantes, y aunque celebran no tener las problemáticas de los barrios metropolitanos más masificados, cierto aumento de la población revertirá en el aumento de servicios. Además, muchos vecinos han tenido que irse por la falta de vivienda a lo largo de los años.
Sin embargo, las asignaturas pendientes que quedan son la mejora de las conexiones con los barrios adyacentes. Para ir al centro de Nou Barris, distrito al que pertenece Vallbona, tardan lo mismo que para ir a plaza Catalunya, Poblenou u otros barrios mucho más alejados de su casa.
En el tramo de la acequia que colinda con Montcada, y pese a estar todavía en febrero, una docena de patitos que nadan para no perderse de la familia centran toda la atención de quienes pasean por ahí esa mañana. También hay crías de pollas de agua. Y una tortuga. Ambas hermanas enumeran una vez más todos los obstáculos que han ido sorteando los movimientos vecinales para proteger este entorno natural. Con cierto abandono de la administración y los cantos de sirena de los promotores en un cajón, esperan que Vallbona ponga su granito de arena en el dibujo colectivo de las ciudades del siglo XXI.
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