Madrid
El verano de 2024 ha consolidado tres tendencias turísticas. La primera, que cada vez más gente, viva dentro o fuera del país, hace turismo en España. La segunda, que durante las noches del pasado verano había, de media, más turistas que camas disponibles en alojamientos regulados. Por último, que los turistas cada vez se alojan menos en este tipo de establecimientos y más en alojamientos no regulados, entre los que sobresalen las viviendas turísticas ilegales o no registradas.
Estas son algunas de las conclusiones del análisis realizado por Público a partir de los datos de las Encuestas de ocupación hotelera y extrahotelera y de la Estadística experimental de movimientos turísticos del Instituto Nacional de Estadística (INE) relativas a junio, julio y agosto de 2024. Durante esos meses de verano, solo el 34% de las veces que un turista pernoctó en España se hospedó en un alojamiento turístico regulado. Es decir, que únicamente en una de cada tres ocasiones durmió en un hotel, albergue, camping, apartamento turístico regulado o en un alojamiento rural.
¿Dónde se alojaron el 66% de las veces restantes? En algunos casos, en casa de familiares y amigos, o en segundas residencias. En otros, en alojamientos turísticos no regulados, cuando no directamente ilegales. Cuántas pernoctaciones de ese 66% tuvieron lugar en alojamientos fuera del mercado –como las casas de familiares o de las segundas viviendas– o cuántas fueron en alquileres vacacionales ilegales, es la pregunta a la que no responde ninguna estadística por el momento.
Sin embargo, sí existen otros datos que indican que la tendencia a hospedarse en alojamientos no regulados podría ser creciente. Para empezar, un indicio lo marca el hecho de que el turismo ha alcanzado cifras récord este verano al mismo tiempo que la ocupación en establecimientos regulados ha disminuido.
Este año han crecido los turistas que han pernoctado en España, pero ha habido menos registros en lugares regulados
Las cifras turísticas de 2024 han superado a las de 2019, año que marcaba hasta ahora el récord de turistas y de pernoctaciones jamás registrado en España. En agosto de aquel año visitaron España 33,6 millones de turistas. De ellos, el 31% eran turistas internacionales que residían en el extranjero, mientras que el 68% restante eran personas que vivían en España y viajaban a otra provincia. En sus cálculos, el INE no incluye a quienes se mueven dentro de la provincia en la que residen.
La suma de las pernoctaciones –el total de noches disfrutadas por el total de turistas– de agosto del 2019 alcanzó los 220,3 millones. De ellas, sólo un tercio tuvo lugar en alojamientos regulados. Es decir, en hoteles, albergues, campings, apartamentos turísticos con licencia o alojamientos rurales. De nuevo, no se contabilizan en el total de pernoctaciones las realizadas por turistas intraprovinciales. Pero si se hiciera, esto sólo vendría a disminuir el porcentaje de noches que los turistas pasaron en establecimientos regulados.
Al año siguiente, 2020, la pandemia de la covid-19 paralizó la movilidad y la economía global. El sector turístico recibió un mazazo del que ha tardado cuatro años en recuperarse. Pero este agosto la actividad turística en España no solo se ha recuperado sino que ha batido un nuevo récord: 34,2 millones de turistas visitaron España, lo que supone un incremento de casi un millón en relación a 2019. Las pernoctaciones totales registradas este agosto también han crecido en 20 millones.
Por cada 100 plazas turísticas reguladas en el verano de 2024, pernoctaron 170 turistas
En esta vorágine alcista, el porcentaje de pernoctaciones que los turistas hacen en alojamientos regulados también debería haber crecido. En cambio, según los cálculos de este periódico, no sólo no ha sido así, sino que ha descendido tres puntos porcentuales en comparación con cinco años atrás, situándose en el 30%. En resumen, mientras desde 2019 el turismo ha aumentado, el uso que se ha hecho de hoteles, albergues, campings y otros alojamientos regulados ha disminuido. No solo eso: las plazas que estos alojamientos tenían disponibles este verano ni siquiera se han cubierto completamente.
¿Hacen falta más hoteles?
Según la estadística experimental del INE, entre junio y agosto de 2024, los turistas internacionales y nacionales pasaron una media de seis noches en España. Durante el mismo periodo, España contaba con 323,9 plazas –es decir, la suma de las plazas fijas disponibles cada día de verano en España– en hoteles, campings, albergues, apartamentos turísticos y otros alojamientos regulados. Una simple operación permite comprobar que, en todo el verano, hubo más turistas que pernoctaron en España que plazas fijas utilizables. La media diaria da que por cada 100 plazas turísticas reguladas en el verano de 2024, había 170 turistas.
Dicho de otra manera, el número de turistas se situó muy por encima de las camas ofertadas. Por supuesto, existen diferencias entre territorios y temporadas, ya que no es lo mismo el verano que el inicio del año; un fin de semana, donde la demanda turística se dispara, que los días iniciales de la semana. No obstante, la fotografía general ya expuesta más arriba permite dimensionar el brutal crecimiento del turismo en España. Y, al mismo tiempo, aunque existan menos camas reguladas que turistas que las demandan, las que hay tampoco se ocupan en su totalidad.
Entonces, si la ocupación en hoteles, campings y otros establecimientos regulados disminuyó en cinco años, ¿dónde pernoctó el creciente número de turistas que vinieron a España este verano? Como ya se ha señalado, una parte podría haberse alojado en viviendas fuera del mercado, como casas de familiares y amigos, o en segundas viviendas. Sin embargo, los datos permiten pensar que otra parte importante de las pernoctaciones hayan sido absorbidas por los alquileres turísticos no regulados o ilegales.
Crecimiento sin límites
Se consideran ilegales las viviendas cuyos propietarios han puesto en alquiler vacacional sin declararlas como tal. O bien aquellas que, por cambio a un uso no residencial, incumplen la normativa urbanística de cada municipio. De esta forma, escapan al control fiscal y a las exigencias de calidad y técnicas de otros establecimientos turísticos, como sí ocurre con los apartamentos turísticos, cuya regulación es acorde al ordenamiento jurídico urbanístico. Diferenciar un tipo de alojamiento de otro es fácil: los segundos suelen tener en su fachada un cartel indicativo que reza "Apartamento Turístico" (AT). Ambos tipos, en todo caso, se ofertan profusamente en plataformas digitales como Airbnb o Booking.
El Sindicato de Inquilinos e Inquilinas de Málaga considera "evidente" que el aumento de la oferta turística en estas webs está relacionado con el aumento de pernoctaciones en establecimientos no regulados. Un ejemplo: actualmente en Airbnb hay 65.034 anuncios de alquileres vacacionales solo entre las ciudades de Barcelona, Madrid, València y Málaga. Esta cifra es un 24,5% mayor que los anuncios registrados por AirDNA –una empresa que analiza el mercado del alquiler– a principios de 2023, según citó Cinco Días en mayo de aquel año. Prácticamente la totalidad de estos alquileres son para una corta estancia. Es decir, para alquiler vacacional.
Fernando de los Santos, portavoz del Sindicato de Inquilinas de Madrid, asegura que en Madrid no hay control ni sanciones que pongan coto al crecimiento de este negocio, que sólo beneficia a "quienes quieren hacer negocio con las viviendas". Tampoco cree que la proliferación de nuevas plazas hoteleras vaya a aligerar la presión turística. "Lo que determina el nivel de turismo que podemos aceptar como ciudad no debe ser el mercado, sino las necesidades de las personas que viven en ella y la habitan".
Sin embargo, la realpolitik las sitúa tras del beneficio de los propietarios de los pisos turísticos y detrás de las estrategias turísticas de los municipios más visitados. Es por ello que este verano también ha sido el de las protestas sociales por el derecho a la vivienda, que en Málaga, Cádiz, Gijón, Gran Canaria o La Palma han obligado a poner el foco en la inacción de las administraciones públicas ante un problema cada vez más acuciante: la imposibilidad de habitar dignamente la ciudad.
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