madrid
Aina Vidal (Barcelona, 1985) es una de las voces más autorizadas en el ecosistema de la izquierda transformadora tanto a nivel catalán, como estatal. Vinculada desde muy joven a la lucha por los derechos laborales, actualmente es portavoz de Comuns y portavoz adjunta del Grupo Plurinacional Sumar en el Congreso de los Diputados. En términos orgánicos, también es miembro de la Ejecutiva Nacional de Catalunya en Comú.
En un momento de cambios en el espacio de Sumar, por un lado, y de Comuns, por otro, Vidal responde, en esta entrevista, a preguntas sobre el futuro de su formación, por primera vez, sin el liderazgo de Ada Colau y sobre las turbulencias en el grupo parlamentario de Sumar. Además, reflexiona sobre los distintos modelos de vida que defienden izquierdas y derechas, y es drástica en cuanto a la valentía que debe demostrar el Gobierno de coalición para solucionar el problema de la vivienda.
La Asamblea Nacional de los Comuns aprobó por la mínima el informe de la gestión referente al ciclo político anterior propuesto por la ejecutiva, lo que se ha leído como una suerte de toque de atención. ¿A qué cree que se debe? ¿Qué se ha hecho mal?
Yo creo que dentro de los partidos debe haber crítica porque es lo que te permite avanzar y hacer las cosas de forma distinta. Es lógico, con un ciclo electoral en el que hemos tenido contiendas que no han sido muy favorables, que fuese un resultado más ajustado, pero yo quisiera destacar dos elementos.
Creo que es importante, y al menos a mí me hace sentir mucho orgullo, que los comunes hayamos participado de todos los cambios importantes en términos de gobierno y de cambios de ciclo que ha habido tanto en Catalunya como en España; y creo que es importante también mirar hacia el futuro, en lo que hay una unidad absoluta.
Era necesario porque han pasado tantas cosas en los últimos tres años que necesitábamos activarnos, cambiar un poco cuál es la lectura de la realidad y avanzar cuáles son los retos que nos marcamos como organización. Queremos hablar, por lo tanto, de propuestas en torno a la vivienda, al trabajo, al cambio climático... Y en eso estamos centrados, en hacer políticas de izquierdas, en cambiar gobiernos para que sean más favorables para las condiciones de vida de nuestra gente.
Algunos de los principales partidos que han liderado la izquierda durante el denominado ciclo del cambio han tenido muy complicada su continuidad tras la marcha de sus principales referentes políticos por haberse construido en base a un hiperliderazgo. ¿Cómo afrontan los Comuns su futuro sin Ada Colau?
Es importante recuperar la idea de que las personas que ponemos la cara o que tenemos quizás un papel más visible no dejamos de ser instrumentos al servicio de un proyecto colectivo. Dicho esto, yo creo que es importante destacar también que Ada Colau no desaparece ni se va, sigue trabajando en este caso en un marco más internacional para que haya una cohesión y para rehacer los lazos entre las izquierdas internacionales.
Creo que a nadie se le escapa que los retos que tenemos tanto a nivel nacional español como a nivel nacional catalán son también muchos de ellos compartidos a nivel internacional y, por lo tanto, es ahí donde ahora va a desarrollar un papel fundamental. Ada no se va, sigue trabajando y sigue siendo una referente para toda la gente en torno a los comunes y seguro que mucho más allá.
En la ponencia política aprobada se apunta a que el contexto actual puede ser un marco favorable al crecimiento del partido. ¿Por qué ahora es un buen momento para este crecimiento?
La izquierda no puede abandonar jamás la ambición que tiene que ver con su responsabilidad intrínseca de época y eso significa que necesitamos unos mejores resultados la izquierda en global, que no sólo atañe al ámbito político, también lo es en términos sociales, para poder dar la vuelta a esta reacción tan brutal que estamos viendo por parte de las extremas derechas. Creo que es esta ambición la que se desarrolla en torno a la ponencia política de nuestra asamblea y la que queremos, por supuesto, seguir tirando adelante.
Ustedes han trasladado que no son partidarios de modificar el nombre del grupo parlamentario de Sumar en el Congreso, como pide IU. ¿Por qué?
Hay dos espacios, uno es el grupo parlamentario y el otro es la mesa de partidos. El último es el espacio natural donde todas las organizaciones discutimos, debatimos y seguimos el día a día más en términos de interna; es allí donde se desarrollan este tipo de propuestas y es allí donde se tienen que seguir desarrollando.
"En el grupo parlamentario lo que necesitamos ahora mismo es estabilidad"
En el grupo parlamentario yo creo que lo necesitamos ahora mismo es estabilidad frente a muchas cuestiones que han pasado recientemente, que evidentemente no son de nuestro agrado ni de nadie y que hay que dar, por lo tanto, un paso adelante en seguir defendiendo, sin ir más lejos, los derechos de las mujeres, el derecho también a seguir adelante en cuestiones medioambientales, de vivienda, etc.
Esto es en lo que estamos centrados en el grupo parlamentario. Nosotras, como comunes, dijimos que ahora mismo no veíamos que este debate fuera el más importante, especialmente dentro del marco del grupo parlamentario. En el ámbito de la mesa de partidos cuando haya cuestiones que anunciar, cuando haya acuerdos, se van a hacer públicos porque somos transparentes en este aspecto.
Con la salida de Íñigo Errejón, varias voces del espacio llamaron a realizar cambios en el grupo parlamentario para darle más "horizontalidad" e incluso se habló de la necesidad de una "reestrcturación". En los últimos días, hemos visto cómo Enrique Santiago ha asumido el puesto de Sumar en la Comisión de Secretos Oficiales en lugar de la nueva portavoz. ¿Se está estudiando algún cambio más de calado?
A nivel estructural podríamos decir que lo son, por ejemplo, la distribución en torno a las comisiones, que es el espacio natural donde los diputados desarrollan su trabajo en términos temáticos. Y allí es obvio que estos cambios nos fuerzan a hacer modificaciones en torno a eso. Así que en el momento en que podamos hacer el anuncio sobre estos cambios lo haremos, pero no tiene más importancia ni menos.
¿Se descartan movimientos en las portavocías adjuntas u otros cambios de ese calado?
Los cambios de este calado, insisto, se discuten en la mesa de partidos y, por lo tanto, cuando haya un acuerdo se les va a facilitar y será transparente.
¿Creen que el proyecto de Sumar como coalición de las izquierdas está tocado tras el ciclo electoral?
Yo lo que creo es que los debates se tienen que tener cuando toca, porque si no, a veces, las cuestiones a futuro terminan ocultando la importancia del presente. ¿Por qué lo digo? Los cambios que se tengan que hacer o no en 2027, cuando volvamos a entrar en esa dinámica electoral, los vamos a abordar y tendremos los que haga falta.
Ahora estamos dentro de una crisis, por ejemplo, en torno a la DANA de València; seguimos teniendo muchísimas necesidades en torno, por ejemplo, a la distribución entre rentas del capital y las rentas del trabajo... Y creo que en lo que nos tenemos que centrar es en la subida del SMI, en ganar esa reducción de jornada que nos hemos ganado a pulso los trabajadores, en desarrollar sistemas y medidas públicas y políticas que puedan reducir los efectos ya conocidos del cambio climático...
Es aquí donde nos encontramos ahora y donde queremos seguir trabajando. Creo, humildemente, que también es aquí donde esperan una respuesta tanto nuestros electores como también la población en general. Lo que demandan de la política es, si me lo permiten decir así, menos salsa rosa y más política, y es aquí donde nosotros queremos seguir trabajando.
El Gobierno traslada que, tras el acuerdo en torno al paquete fiscal aprobado en el Congreso, el camino a los Presupuestos estaría más allanado. ¿Está de acuerdo?
Está más allanado en términos de que vamos a tener muchos más ingresos públicos y que, por lo tanto, ahora podemos tener la ambición de desarrollar nuevas políticas públicas que hasta ahora no existían. No se trata sólo de consolidar algunas líneas, en este caso presupuestarias, que tienen que ver con la dependencia, con trabajo, con prestaciones fundamentales, sino que tienen que ver, sobre todo, con la imaginación política que haya a la hora de pensar en una sociedad distinta.
"Ahora contamos con un paquete de más de 7.500 millones de euros"
En esa línea, por ejemplo, la prestación por hijo a cargo, que es fundamental. Uno de los retos que tenemos sin duda la izquierda, aunque creo que debería ser de todo el país, tiene que ver con la con la reducción de la desigualdad.
El hecho de que ahora podamos contar con un paquete de más de 7.500 millones de euros más precisamente para los Presupuestos Generales nos acerca a esa posibilidad de plantearnos estas nuevas políticas que permitan dar salida a las situaciones de emergencia que está viviendo mucha gente en nuestro país.
¿Cree que el Gobierno debe cambiar su manera de negociar y empezar la base de los pactos con los grupos de la izquierda parlamentaria, y no con los de la derecha?
Es evidente que el Parlamento que emana del día 23 de julio es muy plural. Lo es en todos los sentidos, en términos económicos, en el eje izquierda-derecha, también en el eje democracia o no democracia. Es una forma de verlo. A mí me gustaría poner el acento en otro aspecto que me resulta mucho más preocupante, si cabe, y es la actitud de época que está teniendo la derecha en nuestro país, sea la catalana, la vasca o la española.
A mí me preocupa muchísimo, y lo estamos viendo también con la patronal, que frente a situaciones de emergencia, claramente trabajan en este sentido de forma lobista para guardar sus intereses. Y no estamos en este punto. Estamos frente a una crisis climática brutal que ya hemos visto que tiene efectos devastadores para poblaciones, y ahora es València, pero no sabemos qué va a ser más adelante.
Esto ya es una realidad y frente a este drama lo que nos encontramos es una derecha que favorece a los rentistas, alimentando en este caso las lógicas de la especulación y del capital, incapaz de entender que ahora toca salvar no solo a la población, sino también al planeta.
Necesitamos una derecha consciente que entienda que esto va también de que sus intereses en términos económicos van a desaparecer si no hay mundo y si no hay sociedad en la que poder vender productos.
A mí me indignó, por ejemplo, que Junts per Catalunya, su forma de trabajar en el impuesto a las energéticas, tuviera más que ver con una enmienda para salvar a Repsol que con una enmienda para salvar precisamente a los servicios públicos y a los intereses de la mayoría.
Del mismo modo podríamos hablar de la patronal. Es una posición anacrónica y yo creo que ya negacionista de la realidad que tiene más que ver con la defensa de un modo de vida de cuatro o cinco de los suyos para seguir de fiesta permanente contra el resto de la humanidad. Esto debe terminar.
¿Le parece que el paquete fiscal aprobado es suficiente para poder hablar de reforma fiscal?
No. Por eso nosotros hablamos de paquete fiscal. Creo que la reforma fiscal que necesita este país está pendiente. Es un paquete importante y el hecho de que ahora, por ejemplo, las grandes corporaciones vayan a tributar un mínimo de un 15% es un avance importantísimo que va en la buena dirección.
Dinero hay y la gente tiene que ser consciente de eso, pero sé que se está quedando en unos muy pocos bolsillos, en los de siempre. Esos bolsillos tienen que abrirse y tienen que repartir esta riqueza que, insisto, se produce gracias al trabajo de miles y miles de trabajadores y trabajadoras de este país y de muchos otros.
Le cambio de tercio. La vivienda es uno de los problemas fundamentales de los jóvenes en España. Ustedes encabezaron una proposición de ley para limitar los alquileres de temporada. No superó su admisión a trámite, pero parece que volverá al Congreso y sí obtendría el apoyo de Junts. ¿Confía en que termine aprobándose?
Tanto la derecha como incluso la ministra de Vivienda deben entender y deben escuchar el clamor de las calles. La vivienda se ha convertido en la primera preocupación para la inmensa mayoría tanto de catalanes como de españoles. El 56% de la compra de vivienda que se ha producido se ha hecho al contado; yo no conozco prácticamente a nadie que pueda comprar una casa al contado, sin hipoteca.
Eso quiere decir que son grandes fondos los que están vaciando un derecho que es reconocido en la Constitución, que es el de vivienda, y que se sigue tratando como un bien de mercado. Creo que la ministra de Vivienda debería ser muy consciente de que aquí hay una dicotomía clara: o estamos con los rentistas o estamos con los inquilinos.
Sin duda, este Gobierno se va a juzgar por la gestión que haga en términos de vivienda y nosotras hemos sido muy claras en torno a esto. Forma parte, además, del ADN de los Comuns. Si somos conscientes de que la mayor parte de la compra de vivienda se está produciendo al contado y, por tanto, por parte de fondos buitres, necesitamos prohibir ese tipo de compra.
No puede ser que fondos con ningún tipo de interés social y sin ningún respeto para los derechos de nuestra ciudadanía estén haciendo un negocio absolutamente abyecto con nuestras vidas. Y en eso el Gobierno tiene responsabilidad y hay medidas que tendrían un efecto inmediato.
Además, debemos seguir invirtiendo a futuro, ampliando el parque de vivienda pública y fomentando políticas que nos permitan de una forma relativamente inmediata irlo agrandando para que sea suficiente.
Y más allá de eso, atendiendo a las reivindicaciones de las calles por la vivienda, ¿cree que el Gobierno de coalición está siendo lo suficientemente valiente? ¿Está en riesgo su continuidad si no lo es y continúa la indignación ciudadana con este asunto?
No contemplo este riesgo. Este Gobierno debe abordar esta materia y para ello vamos a estar no sólo nosotras, el Grupo Plurinacional de Sumar, y, me consta, muchas otras izquierdas, sino que están las calles. Creo que si alguien cree que las movilizaciones van a parar, está muy equivocado. Tiene que ver también con cómo entendemos la democracia. Hablamos de pan y techo. Este Gobierno tiene la obligación, no van a parar las movilizaciones y nosotras, tampoco.
Le pregunto, también, por la ILP de regularización de personas migrantes. Actualmente, se encuentra sumida en la negociación de la comisión. Las asociaciones proponentes piden que se apruebe antes de que termine el año. ¿Lo ve posible?
Desgraciadamente, los tiempos del Congreso suelen ser lentos, también los de la política en este asunto. Yo creo que aquí lo importante es que debemos reconocer que como Congreso y también como Gobierno tenemos una deuda no sólo con la población migrante, sino también con el concepto de las iniciativas legislativas populares.
Es bastante decepcionante, por ser suave, que a día de hoy prácticamente ninguna de ellas haya podido desenvolverse de forma natural y ser aprobadas de forma integral. Creo que este Gobierno tiene la voluntad de reconocer que existen, que son personas que contribuyen en nuestra sociedad y que, por lo tanto, tienen todo el derecho y también todos los deberes del resto de la población.
Eso implica, evidentemente, reconocer de entrada que existen, que están, que tienen derecho y que, por lo tanto, pueden trabajar. De esto va esta iniciativa legislativa popular. El Gobierno ya ha adelantado una parte y tiene que ver con este Reglamento de Extranjería que facilita, entre otras cosas, el arraigo no sólo laboral, que es el que hasta ahora se había estado trabajando, sino también el que se tiene por motivo de estudios, que también es muy importante.
No es nada fácil conseguir medio millón de firmas y ellos elevaron esa cuantía a más de 750.000. Debemos demostrar el respeto que requieren este tipo de iniciativas, no me cabe la menor duda.
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