Dominio público

Acelerón del tictac de la legislatura

Ana Pardo de Vera

Por alguna razón que se nos escapa (si solo fuera una...), el PSOE ha decidido bloquear una comisión de investigación en el Congreso sobre el espionaje con Pegasus, de origen desconocido y con tantas posibilidades de desenlace como novelas de Le Carré hay en el mercado. La cuestión es que cuando se toman decisiones como ésta, la opinión pública suele dividirse, por un lado, entre quienes creen que estamos ante una torpeza sublime que sitúa al PSOE frente a sus socios de Gobierno y de investidura y al lado de sus adversarios políticos (PP, Ciudadanos y Vox) y, por otro, entre las personas que consideran que se trata de una estrategia de Pedro Sánchez en su faceta de superviviente nato, o sea, que nos encontramos ante un plan genial.

El Gobierno -de la parte PSOE- considera que basta con las comparecencias de la directora-secretaria de Estado del CNI, Paz Esteban; de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y del propio presidente -ésta forzada por los grupos parlamentarios que no son los del Ejecutivo, socialistas y Unidas Podemos, que la rechazaban- para dar explicaciones sobre este asunto en el que nos jugamos la categoría de país democrático. Lo de democracia "plena" parece una utopía, dadas las circunstancias. Cada vez se materializa más la posibilidad, incluso, de que esta estrategia de comparecencias se complemente con la caída de Esteban, primera mujer que dirige el CNI y que, además, es de la casa (La Casa), donde lleva cuatro décadas.

¿Están convencidos los socialistas del Gobierno que este plan va a satisfacer a la opinión pública y, particularmente, a la red parlamentaria que sostiene su mandato, dentro y fuera del Ejecutivo ¿Qué van a contar entonces Robles, Esteban y el propio Sánchez sobre el asunto más grave al que se enfrenta nuestro Estado desde hace décadas? ¿Todo? ¿Solo la parte que les interesa o aquella que no compromete la seguridad del Estado? ¿Cómo sabremos que se nos cuenta la verdad -no se aceptan ejercicios de fe- desde una institución espiada que pretende dar información desde otra institución que no detectó la infección con Pegasus, como mínimo, en un año? ¿Cuál es el relato que puede satisfacer a sus socios independentistas y a Unidas Podemos, que ya fueron víctimas de cloacas del Estado hace años sin que dimitiera nadie en el Gobierno de Mariano Rajoy ni se exigiera demasiado desde la entonces oposición del PSOE?

El tenebroso tictac de la legislatura española empieza a resultar atronador, y no soy yo quien se alegra, como demócrata y como mujer, porque la alternativa podría ser Vox en el Gobierno, la ultraderecha en todo su esplendor. En estos momentos, sin embargo, creo que solo hay algo que sostiene el delicado equilibrio del poder minoritariamente mayoritario del PSOE: estamos ante una crisis económica alargada de forma brutal y, al menos, el 21% de la población española en riesgo de pobreza necesita la protección de un Ejecutivo progresista, que dote de dignidad y refuerce los servicios públicos, que amplíe los derechos laborales y humanos, el salario mínimo interprofesional o el ingreso mínimo vital. Pero este pilar de la justicia social es frágil, muy frágil, sobre todo, cuando la imagen que se traslada es la de que se da la espalda a los propios. Eso duele y frente al sentimentalismo cultural de la derecha, daña al herido.


Podemos discutir o no sobre si es positivo para las instituciones hablar de cuestiones internas acerca del funcionamiento de los servicios de inteligencia -ni Francia ni Reino Unido lo hicieron en una situación similar-, pero cuando es el Gobierno-PSOE quien abre ese melón para alardear de transparencia con una rueda de prensa convocada a las 7:00 de la mañana de un lunes, entonces no puede pretender que ahora, la sociedad representada en el Congreso se conforme con las pipas sin tostar de la cucurbitácea.

Desconozco cuáles son las intenciones del presidente sobre la resolución de esta crisis, ni siquiera sé si las tiene todas claras; hablando con unas y otros, parece que no, y me resulta también sumamente complicado entender cómo se devuelve la confianza a los socios de Gobierno y parlamentarios para que la legislatura concluya con todas aferradas al pilar de cristal que antes mencionaba, para que no se rompa y nos encontremos con un adelanto electoral tras el verano que empieza a valorarse en círculos de los partidos progresistas como algo más que una hipótesis. Ya no depende de la resistencia de Sánchez, pero quién sabe si no es lo que necesita este país para desmontarse y reconstruirse. Otra vez, pero desde el subsuelo.

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