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En solo tres días desde el pasado viernes las milicias de los talibanes han capturado cinco capitales de provincia de Afganistán en una ofensiva que presenta todos los síntomas de que el gobierno de Kabul no podrá detenerla y que se decidirá con el avance de los talibanes en todos o casi todos los frentes, con una guerra civil prolongada o con las dos cosas.
Un representante talibán declaró el domingo que no existe ningún acuerdo de alto el fuego con las fuerzas gubernamentales puesto que si bien existía un pacto mediante el que los talibanes no atacarían las capitales de provincia, el pacto ha dejado de ser válido desde el momento en que han sido las fuerzas gubernamentales las que han violado el acuerdo.
El domingo por la mañana los talibanes capturaron totalmente la ciudad de Kunduz, una localidad estratégica que se encuentra cerca de la frontera con Tayikistán, cerca de importantes yacimientos minerales y de gran importancia estratégica. Muchos residentes abandonaron la ciudad, así como los militares gubernamentales, y hay civiles que están huyendo a áreas controladas por los insurgentes.
Este tipo de conquistas no solo confieren a los talibanes más territorio sino que minan la moral de las tropas de Kabul y de los civiles, muchos de los cuales están cruzando las fronteras con países vecinos en un éxodo que será largo y penoso. Aunque el gobierno anunció el lunes una contraofensiva, el avance talibán parece irresistible y no se detendrá aunque pierda momentáneamente en algunos frentes.
Además, con cada conquista se apropian de significativas cantidades de armas y material militar que abandonan las tropas de Kabul y que los hacen más fuertes, liberan a sus correligionarios presos en las cárceles gubernamentales, y también hace crecer el número de milicianos que quedan libres para sumarse a las siguientes ofensivas.
La ciudad de Kunduz, con más de 350.000 habitantes, ya cayó en manos talibanes en 2015 y 2016, pero entonces los insurgentes no lograron mantenerse debido a los bombardeos americanos. Ahora lo intentan de nuevo haciendo frente a la anunciada réplica de las tropas de Kabul, cuyos ánimos y moral están cada día más tocados. En cuanto a la intervención americana del domingo, fue muy limitada, debido a que los americanos solo cuentan con 650 efectivos en el país.
La ofensiva se intensificó a partir de mayo, cuando el presidente Joe Biden comunicó su firme decisión de abandonar el país a finales del corriente mes de agosto después de una presencia militar de dos décadas. Washington se ha dado cuenta de que su ejército no puede vencer a los talibanes, de manera que ha dejado a sus aliados solos y no hay duda de que estos no podrán resistir mucho antes del previsible colapso.
Si en los últimos meses las ofensivas se centraron en zonas rurales, respetando el acuerdo de no atacar las capitales de provincia, en la actualidad los talibanes han puesto sitio a más de una docena de capitales provinciales. Es muy difícil prever cuánto tiempo necesitarán para conquistarlas, pero el hecho de que cada día cuentan con más efectivos y más armamento indica que no tardará en continuar el goteo de caídas de capitales de los últimos días.
El ministerio de Defensa confirmó que sus fuerzas están realizando una contraofensiva para retomar algunos de los lugares perdidos desde hace una semana, como emisoras de televisión y de radio, si bien parece imposible que estas operaciones detengan el avance talibán.
Se da la circunstancia de que la ofensiva se está produciendo en el norte del país, en unas regiones que tradicionalmente han resistido con más energía a los talibanes. La pérdida de cinco capitales sugiere que incluso en las zonas más contrarias a los talibanes éstos son capaces de derrotar con facilidad a las fuerzas gubernamentales, lo que indica que sus avances serán más fáciles en otras zonas del país.
En este contexto, los últimos destacamentos estadounidenses completarán la evacuación en los próximos días, de manera que las tropas de Kabul ya no contarán con apoyo extranjero, especialmente de la aviación, y será más sencilla la tarea de los talibanes en todos los frentes.
El futuro de Afganistán, cuya mayor parte del territorio ya controlan los talibanes, es más incierto que nunca y para Occidente la cuestión central es si se convertirá en un santuario para distintas organizaciones terroristas del tipo de Al Qaeda, justamente el motivo por el que Washington inició la invasión tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El diálogo entre Washington y los talibanes se ha desarrollado en los últimos años principalmente en Catar. Los americanos aspiran a obtener garantías en el sentido de que los talibanes no darán cobijo a grupos terroristas que amenacen a Occidente, algo que solo el tiempo dirá.
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