La batalla de Soledar se ha convertido en uno de los episodios más sangrientos de la guerra de Ucrania. El resultado es una miríada de muertos en ambos bandos y la obcecación de quienes, en uno u otro Ejército, obvian la vida de los jóvenes soldados masacrados y solo fijan su visión en la estrategia de ganar unos kilómetros de territorio.
Ahora, salvo algunos reductos ucranianos que pueden aún resistir defendiendo las profundas minas de sal de las inmediaciones, Soledar parece estar en manos rusas, rebasadas las posiciones enemigas por las unidades paramilitares y mercenarias Wagner, la punta de lanza del Ejército del Kremlin.
Las autoridades prorrusas de la región de Donetsk, donde se encuentra Soledar, indicaron este martes en un comunicado recogido en Telegram que controlaban ya esa localidad, aunque otras noticias señalaban que aún seguían los combates en las afueras del villorrio.
A unos 15 kilómetros de Soledar está Bakhmut, un nudo ferroviario y de comunicaciones por tierra cuya captura por los rusos puede dejar sin suministros a muchas unidades ucranianas. La caída de Bakhmut también puede despejar el camino para completar la toma total de la región del Donbás, uno de los territorios ucranianos invadidos por las fuerzas rusas a partir del 24 de febrero pasado.
Bakhmut evidencia que el Ejército ruso no está desarbolado
La batalla por Bakhmut y Soledar está evidenciando el error de aquellos analistas occidentales que daban por hecho el derrumbe del Ejército ruso en cuestión de meses tras el comienzo de la invasión y que siguen pensando, con idéntica ingenuidad, que la paz llegará con la derrota total de Rusia. Habría que recordar cuántas veces repitió la propaganda de Bruselas y Washington -de la que los medios de prensa europeos se hicieron eco- que las tropas rusas estaban mal pertrechadas y desmoralizadas, o que eran aplastadas por la superioridad tecnológica de las armas donadas por Occidente a Ucrania.
Y esa propaganda tenía mucha razón al subrayar los fallos tácticos de los generales rusos, al incidir sobre las atrocidades cometidas por unidades rusas en poblaciones civiles o al denunciar el amartillado con misiles y drones de las infraestructuras vitales que ha tumbado la economía de Ucrania. El ataque contra un edificio de viviendas en Dnipro, con 45 muertos y 20 desaparecidos, va más allá de los errores cometidos en una guerra y revela el carácter brutal de la campaña rusa en Ucrania.
Rusia, a pesar de sus carencias y fallos sigue siendo una potencia militar de primer orden
Pero fallaban tales análisis en un notable detalle: Rusia, a pesar de sus carencias y fallos sigue siendo una potencia militar de primer orden, incluso sin poner sobre el terreno su poderoso arsenal nuclear. Y un país bregado en guerras como la de Afganistán o las que siguieron al desmantelamiento de la Unión Soviética siempre tendrá un as en la manga, especialmente si lucha en terreno conocido.
De momento, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, ha anunciado esta semana que entre 2023 y 2026 el Ejército de su país será reformado a gran escala, con vistas a aguantar una guerra de larga duración, como la de Ucrania. El Ejército aumentará, según esa reforma, de 1,3 millones de efectivos, hasta 1,5 millones.
Nerviosismo entre los aliados de Kiev ante los avances rusos
Con los avances rusos en la zona de Bakhmut y con la constatación de que el Ejército ruso no está tan tocado por la guerra como se suponía, cunde el pánico en los Estados Mayores europeos y estadounidense, que se sacan decenas de carros de combate de la manga para tratar detener de raíz esa augurada ofensiva rusa, que ya podría estar en marcha. Los ucranianos venían reclamando esos tanques desde hacía meses, pues veían la que se les venía encima, pero ha sido en el último momento cuando se ha reaccionado en Europa. El tiempo dirá si esta decisión no ha llegado demasiado tarde para dar la vuelta a la guerra.
No parecen ir tan bien las cosas en Kiev cuando el comandante en jefe de las fuerzas de Ucrania, general Valeriy Zaluzhnyi, se reunió este martes en Polonia con el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, general Mark Milley, para plantearle las "necesidades urgentes" de su Ejército. "Su consecución acelerará nuestra victoria", aseveró el general ucraniano en su cuenta de Telegram.
Ucrania reclamaba tanques desde hacía meses pero ha sido en el último momento cuando ha reaccionado Europa
Entre estas demandas está el cumplimiento de las recientes promesas que países como los propios Estados Unidos, Polonia, Francia y Gran Bretaña han hecho para suministrar decenas de carros de combate que ayuden a parar la ofensiva rusa o permitan a Ucrania iniciar su propia contraofensiva.
En diciembre pasado, Zaluzhnyi indicó que el Ejército ucraniano precisaba con urgencia 300 tanques, de 600 a 700 vehículos blindados de combate y 500 obuses para repeler a los invasores. Un alto diplomático citado por la CNN aventuró que en los próximos tiempos los países occidentales incrementarán su suministro de armas a Ucrania ante el temor de que la guerra esté a punto de entrar en las próximas semanas en una nueva fase, con una inminente ofensiva rusa a gran escala que coincida con el primer aniversario del comienzo de la invasión.
Reunión occidental para decidir qué hacer con los tanques
Este viernes está prevista una importante reunión de ministros de Defensa aliados de Ucrania en la base estadounidense de Ramstein, en Alemania. Se espera que la agenda del encuentro esté dominada por los tanques que deben ser enviados a Ucrania para sustituir los T-72 y otros modelos heredados de la Unión Soviética. Kiev demanda carros de combate pesados, además de los tanques ligeros que ya le han prometido, y el modelo ideal para enfrentarse a los rusos es el alemán Leopard. Varios países, como Polonia, se han mostrado favorables a enviar sus tanques Leopard a Ucrania, pero para ello necesitan el visto bueno de Alemania, que hasta el momento se ha negado.
Berlín no quería, hasta ahora, traspasar la línea roja del suministro de material pesado de combate a Ucrania, calificada por Rusia como una escalada en el conflicto por parte de los miembros de la OTAN equivalente a una intervención directa en la guerra. Sin embargo, la sustitución este martes de la hasta ahora ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht, por Boris Pistorius podría implicar algún cambio en la posición de Berlín sobre el envío de este tipo de armamento pesado.
El tanque alemán Leopard 2 es la clave
En una batalla como la de Bakhmut, un centenar de tanques de este tipo serían decisivos
El carro de combate alemán Leopard 2, el que reclama Ucrania, funciona ya en 20 países y es uno de los mejores fabricados en Occidente, por su movilidad y por la potencia de fuego de su cañón de 120 mm. Pesa más de 60 toneladas, lo que no le impide adaptarse a cualquier tipo de terreno y acertar a sus blancos a una distancia de hasta cinco kilómetros. En una batalla como la de Bakhmut, un centenar de tanques de este tipo serían decisivos. Si el Leopard entrara en acción en Ucrania, la guerra tomaría seguramente otro aspecto, también con la llegada de más carros de combate rusos y posiblemente con la apertura de nuevos frentes a lo largo de las fronteras comunes.
Fuentes del Ministerio alemán de Defensa han adelantado que el envío de tanques Leopard podría ser la primera decisión que anunciase Pistorious, anfitrión de la reunión de Ramstein.
La pinza rusa se cierra sobre Bakhmut
Entre tanto, la captura también del pueblo de Kleshchevka, que era defendido por voluntarios extranjeros integrados en el Ejército ucraniano, pone las cosas aún más difíciles para la defensa de la ciudad de Bakhmut, en torno a la cual se va cerrando la pinza rusa.
Bakhmut, llamada Artiomovsk por los rusos, tiene una vasta red de casi 200 kilómetros de túneles bajo la superficie y desde siempre se la consideró como un enorme depósito de armamento, con material que se remonta incluso a la Primera Guerra Mundial. Como señaló hace unos días el fundador del grupo Wagner, el oligarca ruso Yevgueni Prigozhin, bajo los complejos mineros de Soledar y Bakhmut existe una auténtica telaraña de túneles e instalaciones subterráneas, hasta una profundidad de 100 metros y con capacidad para albergar vehículos blindados y carros de combate, que pueden desplazarse entre diferentes puntos bajo tierra.
Bajo los complejos mineros de Soledar y Bakhmut existe una auténtica telaraña de túneles e instalaciones subterráneas
La toma de Bakhmut por los mercenarios de Prigozhin, daría a este magnate cercano al presidente Vladímir Putin mucha más fuerza en el Kremlin y podría impulsar un tipo de guerra en Ucrania basada en esas acciones en vanguardia de fuerzas paramilitares, mejor pertrechadas e independientes de las arcas oficiales en su sostenimiento.
No obstante, es preciso subrayar que tales efectivos siempre actúan en última instancia bajo las órdenes de un comandante en jefe militar. Ya ocurrió, por ejemplo, en Irak con los hombres del grupo Blackwater tras la invasión por Estados Unidos de ese país árabe en 2003. Esta empresa de mercenarios, ahora bajo el nombre Academi, siguió actuando aún muchos años bajo la bandera de los intereses económicos y políticos del Pentágono y la CIA estadounidenses, y siempre con el mandato final de la Casa Blanca.
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